eSte Es uN EsPAcio rEduCiDo De lIBertaD cReaTiva y EspeRanZa aL TrAn...

sin ninguna referencia de ná

La fría angustia que emerge detrás de las cortinas del aire, se puede solventar con un chorro de inteligencia buena y el calor, que nace de los estímulos incandescentes de la vida, en el proceso infinito del vagar de las estrellas.

La candela puede comprender tus manos aprendiendo un oficio imaginable, y sentir (claro que se puede sentir) sentir con claridad todo aquello que haces y permutas y escoges y clamas y reinventas a partir de los elementos que te envuelven –en el ruido cotidiano del reloj- entre la brisa que lleva mariposas amargas y silencios acompasados, y esas lucecitas y también sombras.

Si a tu corazón le gusta asomarse a los abismos –como las miradillas que abandonan la seguridad de los portales- no te pienses primo/a que te encuentras ahí sólo/a. Recuerda que existe un cielo y un sueño y una tierra colmada de inciertos desafíos; y en mitad está tu mente, y todo aquello que genera: tus actos o tu indolencia…

Tu mente y la razón que ciñe todos los universos ajenos.

martes, 17 de febrero de 2015

Diario de una perra en Argentina (Semanas 85,86,87,88, y 89)

SEMANA 85

Día 588
(El cheto y el villero)

Nuestra casa, ubicada entre dos mundos humanos enfrentados, asiste ocasionalmente a su encuentro y su pacificación. En esta parte del barrio es donde las relaciones y los intercambios surgen, y como si fuera un espejo nítido, dichos mundos se miran.
Javi está sentado en la puerta, fumando un pitillo y contemplando las estrellas distantes. La noche se acelera con el viento y la calle permanece en calma. Yo ando con oso y algún otro compañero callejero olisqueando en el montón de escombros de la esquina y vemos aproximarse dos motos. Una viene del centro y otra de la villa. Sobre la primera un humano perfumado, vestido con ropa cara, espera la señal del otro, que desarrapado y descalzo le dice que se acerque. Pasan a nuestro lado y frente a Javi, dirigiéndose unas casas más allá, donde les aguarda otro humano, escondido tras un árbol. La bolsa y los billetes cambian de mano, y sin apenas abrir la boca se dan la mano y se despiden. El pensamiento de Javi alcaza ahora mi nariz mientras escribe en su libreta que más allá de esto, cualquier explicación social es pura hipocresía. El cheto y el villero se odian y se aman, se envidian de distinto modo, se admiran silenciosamente, se enfrentan, se reprimen, y por su puesto se necesitan. Fue el azar quien los hizo formar parte en mundos distintos, por ello en su interior, fuera de este contexto externo, dulce o amargamente, ambos se sienten iguales.



Día 589
(El frente se estabiliza)

Los ojos de Javi brillan mucho esta tarde. Mientras paseamos por la villa de regreso de los brazos del río enorme, antes de que el sol comience a ocultarse sobre las copas de los árboles imponentes y los mosquitos despierten para iniciar su cacería cotidiana, tratamos de aferrarnos al día y silenciar los ecos del esfuerzo y la lucha. Varias bandadas de pájaros de colores retornan a sus refugios tras pasar el día alimentándose en los campos de ganado. Los humanos colman las calles y sus cachorros se divierten chapoteando en las piletas y los baldes. Javi está contento porque en el hogar de humanos especiales las cosas están mejor. Han contratado a varios compañeros y se respira aire un nuevo que emerge de la complicidad. Javi se afana para inculcarles rasgos vocacionales y poco a poco el hogar se normaliza.
Ahora ha de decidir lo que más le conviene. Ha hecho varias entrevistas de trabajo en las últimas semanas. Él quiere terminar su ciclo con los humanos especiales. Ama su trabajo con Pedro y lo que aprende cada día con la terapia. Su compromiso es fuerte y siente que su trabajo es valorado y útil. Sin embargo necesita tener un contrato de trabajo, necesita arreglar su visa. Son demasiados meses aguardando tocar el desafío, y el mundo humano y la burocracia se le vienen encima.  Javi es un antisistema y no es una prioridad para él alcanzar dichas metas, pero se le vienen encima las decisiones y estas son una de las formas de la libertad.
El frente se estabiliza. Porque se prepara para la gran batalla.



Día 590
(Un pájaro que caza revoluciona nuestro patio)

Esta mañana Javi se ha marchado a trabajar como todos los días. El patio se ha ido llenando de luz y de sonidos según el sol trepaba por el aire. Los animales y los humanos conjuntábamos irremediablemente para producir escenas vivas con sus ruidos de fondo. Las radios y los ladridos, las pavas sobre el fuego y el agua hirviendo con las patas de las gallinas extrañas escarbando la tierra. Los autos y las motos pasando por la vereda de la calle y los pájaros jugando entre las ramas. Risas y silbidos, gritos y puertas que se cierran y se abren La sirena de una fábrica y el viento arremolinándose en un rincón.
De repente una sombra ha comenzado a sobrevolar el patio y enseguida he entendido que era uno de esos pájaros que cazan. Cuando vivíamos en la pradera muchos de ellos la sobrevolaban buscando comida, aunque acá, en nuestro barrio, no suelen aventurarse por los cables y las pistolas. Las gallinas y los patos han comenzado a piar con fuerza para llamar a los pollitos y Gos y Oso miraban hacia arriba relamiéndose inconscientes. Después de trazar varios círculos, y de posarse sobre una rama del sauce, ha descendido hasta el suelo y ha empezado a explorar como si nadie más hubiera allí nuestro patio. Debía tener hambre, pues rebuscaba con sus patas y su pico al igual que las gallinas. Oso se ha acercado a él ladrando, y el pájaro que caza ha extendido sus alas amenazante. Mi amigo ha retrocedido con el rabo entre las piernas, tras contemplar el tamaño de sus garras. Durante un rato ha estado merodeando por todos lados, y el resto de animales nos íbamos moviendo para estar siempre lo más alejados de él. Los pollitos, sin importar la especie, eran custodiados por sus madres entre un montón de ruedas y hierros que se encontraban pegados al galpón. Uno de los gatos, que había estado observándolo todo subido en el tejado de nuestra casa, ha saltado de improviso sobre el pájaro y se ha producido un revuelo de plumas y bufidos, mientras Oso, Gos y yo ladrábamos nerviosos. El gato ha salido escaldado con una herida en la cabeza, aunque el pájaro ha quedado algo aturdido después de la pelea, pues se tambaleaba con las alas caídas. Es entonces cuando la vecina con gafas ha abierto la puerta de su casa y al ver el tremendo pájaro se ha puesto a gritar. La vecina vieja ha salido enseguida y llamando por teléfono al vecino del fondo, han logrado despertarle. Este salía con un revolver. Ha apuntado al pájaro, aunque antes de que pudiera disparar, éste ha elevado en vuelo majestuoso, llevándose entre sus garras una de las gallinas extrañas.
Cuando Javi ha regresado del trabajo no podía imaginarse lo que unas horas antes había sucedido. Sin embargo al volver del paseo y cambiar los baldes de agua, ha encontrado sobre el suelo algunas plumas.
Ahora, mientras se fuman un pitillo, el vecino del fondo le cuenta toda la historia. Javi me mira, sonriendo sorprendido, y como puedo oler su pensamiento, sé que también se alegra como yo que el pájaro que caza pudiera escaparse.  


Día 591
(Paseo por Avellaneda)

La gran ciudad es un túmulo de vidas humanas que se consumen. El ruido es ensordecedor a pesar de que muchos humanos se encuentran en estos días fuera de la ciudad aprovechando sus vacaciones y el tránsito de vehículos es menor. Dentro de los ojos de Javi puedo contemplar el impresionante puente de hierro y las casas de chapa pintadas de colores, Desde el barrio de Boca subimos hacia Avellaneda, donde extensos parque y avenidas se superponen a nuestro paso. Javi va fotografiando los edificios, los árboles y los rostros. No conocía esta parte de la ciudad y por ello toma sus precauciones, observando a su alrededor antes de sacar la cámara. Como en otras partes, los edificios lujosos dan paso a viviendas más humildes, y al lado de las carreteras enormes se extienden inmensas villas. El viento sopla del sur y barre las calles de papeles. A estas horas de la tarde el sol parece tomar carrerilla para descender hacia el suelo. Brilla naranja sobre las ventanas y los escaparates y se cuela en las miradas para confundirse.
Javi se sienta en un parque a escribir, y se olvida del tiempo en un bolsillo. No tiene ganas de volver a casa, pero tampoco sabe hacia donde ir.


Día 592
(Teclear es vivir y morir)
Javi teclea en su pantalla. De la mañana a la noche, o como hoy, de la noche a la mañana. Regresó al mediodía después de una noche extraña en la que terminó durmiendo en casa de un tipo que a punto estuvo de robarle porque según su perspectiva Javi le había robado a él.
Quizá es el riesgo lo que nos empuja, o el hondo corazón que tiene hambre, sed y sufre sus arritmias. Javi ayer no tenía ganas de volver a casa y logró finalmente saber hacia dónde ir. Lo supo al ver aquel cartel que le indicaba un concierto de Tango esa misma noche en una pequeña taberna de la Boca. Allí se fue, obviando sus alarmas, y conoció a una humana con la que compartió cena, conversación, vino, y besos. Acabó durmiendo en la casa de ella, aunque resultó que tenía marido.
Después de dormir todo la tarde Javi se ha despertado y sin cenar nada se ha puesto a teclear. Teclear es vivir y morir para Javi. Sus ojos brillan con intensidad y ahora enciende un pitillo eterno que le conecta como un cable a la pantalla.




Día 593
(Tormentas estivales)
Desde que comenzó el verano ha hecho verdaderamente calor un puñado de días. Han sido las tormentas y las lluvias quienes han gobernado el cielo en las últimas semanas. Hoy amanecía despejado, con el sol fuerte y pequeñas nubes que el viento arrastraba. Sin embargo volaban las libélulas, y desde el mediodía croaban las ranas como si pudieran predecir el futuro.
Javi ha regresado sobre la bicicleta del trabajo a media tarde, cuando las nubes se conciliaban sobre el pueblo. Sin embargo una gran masa oscura subía desde el océano, y era ésta la que apenas unos minutos después desataba la tormenta terrible. No hemos podido salir a pasear y han cortado la luz del barrio. En las puertas de las casas, para refrescarse, los humanos se han sentado a mirar el espectáculo de luces. Los árboles se doblaban como si fueran pasto y los perros callejeros se escondían bajo los autos de las veredas. Pronto la calle se ha convertido en un río, y el barro amenazaba con conquistar las cocinas y piezas. Los humanos tomaban sus infusiones absortos en sus pensamientos. Los de Javi andaban trayendo las palabras a una página en blanco que administra su energía.
La tormenta ha durado como una hora, y ahora ha dejado un fina estela de lluvia. Las ranas croan felices y los perros callejeros se sacuden el lomo. Javi me llama para ir a pasear mientras se calza sonriente sus botas de agua.


Día 594
(Pedrulo y Mario)

Javi afronta una de las ramas marchitas del árbol de espirales. Los sentimientos fluyen y alivian la vieja presión acumulada.

Mario
Querido amigo
puse tan por encima nuestra amistad
sobre el óbice de todas las cosas
que me olvidé por un tiempo de hacer un inventario

las semillas del respeto crecían
el cariño era una casa con ruedas
y las experiencias garrapateras obraban
para filtrar su luz entre las sombras

sin embargo en el inventario
también existían silencios y desfases
las mismas drogas que nos hacían trepar
                                                                 [a las nubes
y embellecían de libertad nuestras acciones
se fueron adueñando del embudo

aquella libertad pronto se convirtió en nihilismo
y en la nada
nada puede sobrevivir

yo traté de acomodar mi cansancio
y salir del circo de la discordia
enhebrar mis frustraciones con las tuyas
y rellenar de conciencia nuestros respectivos vacíos

estoy seguro
que algo se estropeó en tu corazón
aunque nunca permití que me hicieras responsable

el día que vi cómo te hacías
una línea de gazpacho turbio
en la encimera de mis padres
supe lo que tenía que hacer

echarte de mi vida
hasta que aprendieras a respetar la tuya

y no debiste aprender.


Pedrulo
Durante un tiempo fuimos almas gemelas
semejantes y sin trayectoria
descubriendo sentimientos inabarcable
convirtiéndolos en litigio de fe

podía sentir tu corazón a cientos de kilómetros
adivinar tus palabras antes de que salieran de tu boca
cristalizar mi pensamiento en tu sombrero
amarte como si fueras una mujer

contigo entendí
que los sueños se luchan con las dos manos
una para obrar su estructura
y otra para abarcar su intención

casi sin querer
pusimos sobre la mesa
las bases de una felicidad sencilla
ese universo de palabras y actos
que regían nuestra realidad conjunta

no obstante
fue el mismo amor que nos hizo uno
el que más tarde avivaría nuestros egos

permitimos que otros tocaran nuestra relación
y el ecosistema entró en desequilibrio

fuiste tú quien me apartó primeramente
después terminaría haciéndolo yo

a estas alturas poco importa
aunque es importante decirlo

cuánto echo de menos tirarte de la barba
compartir un chuflo a deshoras
contagiar de música y escritos mi cerebro
y besar labios contigo como atardeceres.


En esta rama cayó un rayo una vez, pero quien sabe si algún día volverá a henchirse de hojas, flores, y frutos.


SEMANA 86

Día 595
(Sueños prescritos y proscritos)

Los sueños prescritos de Javi son una deriva de su vida pasada. Son casi un lastre, que amenazan siempre el presente y justifican sus sombrías intenciones prometiendo cosas improbables. Javi los abandonó tras descubrir su naturaleza aviesa, y aunque se de cuando en cuando se pronuncian en sus deseos y pensamientos, los mantiene a raya con amor.
Los perros no tenemos sueños prescritos y esto nos otorga ventaja frente la adversidad. En este sentido Javi regresa hacia a nosotros, y es esta transformación lo que le permite seguir viviendo con la confianza de ser feliz con muy poco. Los sueños prescritos engordan la ambición y el egoísmo, son en cierta forma una herencia cultural humana impuesta desde cachorros. Los humanos confunden vocaciones, marchitan su existencia y llegan a matarse por su consecución al poseer un semblante amargo después de realizados.
Los sueños proscritos son en cambio más sencillos. Componen anhelos humildes pero fuertes, convicciones nos sirven para asumir la realidad, tiernas expectativas que si se logran nos llenan por dentro, y si no es así no nos vacían tanto. Javi, durante todos estos meses de nuestra aventura ha aprendido a desarrollar sus sueños proscritos. Por ello, cuando teclea en la pantalla o escribe en su libreta siente que es su responsabilidad, cuando trabaja con los humanos especiales y con Pedro se ubica en el mundo al intercambiar conocimiento y cariño, y cuando confiere su terapia optimista al prójimo trata de devolverle a la vida al menos una parte de lo que esta le entregó. Los sueños proscritos no dañan y carecen de avidez alguna. Se orientan hacia la igualdad, y es por eso que algunos humanos los temen, pues su progreso entre los hombres y las mujeres traería su caída. La libertad se encuentra en estos sueños, y de esta forma los amos no quieren que nadie los sueñe. Muchas de sus leyes los prohíben, de un modo sutil, aunque de una manera hipócrita asimismo se aplauden por ser un ejemplo nítido de solidaridad y esperanza. De ahí que Javi los llame proscritos, porque en los parlamentos, en las juntas siniestras, y en las reuniones de las grandes corporaciones empresariales, allá donde se decide cómo la gente ha de vivir, pensar y sentir, estos sueños se escapan, y por eso se extienden carteles de se buscan vivos o muertos.
Los perros también los tenemos. De hecho son los únicos sueños que conocemos. Cando compartimos nuestro cariño con aquellos que nos quieren, cuando somos fieles a esa causa realizable de procurarnos alimento y cobijo, de olisquear a todas horas y escarbar en la tierra, porque es lo que más nos gusta, cuando hacemos del mundo un gran sendero sin principio ni fin, somos seres felices. La utopía es saber lo que uno quiere. Porque los sueños proscritos nunca amargan, pues nos hacen crecer.
       

Día 596
(Nuevas nostalgias)

Javi ha regresado del trabajo, y aunque sus ojos brillan, puedo ver en ellos un atisbo de sombra. Me acerco para olerle, y siento manar de su interior un sentimiento inabarcable. Además de los humanos que ama, y de aquellos rincones de nuestra tierra que guardamos en el corazón por haberlos vivido tanto, de los acontecimientos que fueron y son más que un compromiso, de las alegrías y las luchas, de las calles y las montañas, de la comida, las costumbres, las conversaciones, los placeres compartidos y las esperanzas comunes.
Javi siente una nostalgia nueva, casi irracional, que es como un futuro anticipo del mañana. Y es que se imagina que algún día, del otro lado, en nuestra tierra o en cualquier otra, sentado en la puerta de una casa, contemplando las estrellas distantes, echaremos de menos todas las cosas de acá, recordando todo aquello que vivimos.


Día 597
(La luz y las polillas)
Estamos en la vereda de casa. Javi tomando infusión con el palito metálico, con nuestros vecinos, y yo tumbada sobre la hierba con la lengua fuera. Hoy ha hecho mucho calor y no hay quien esté dentro de casa. Ni el ventilador ni el agua fresca consiguen frenar este proceso de transpiración inquebrantable. Los humanos pueblan la vereda buscando la brisa leve que recorre nuestra calle. Las estrellas distantes brillan y Javi las contempla mientras fuma y platica. Los árboles asoman sobre los tejados y sus copas parecen nubes oscuras. La humedad lo impregna todo y da la sensación que el mundo jamás podrá secarse. De pronto mi respiración se aplaca, y apoyo la cabeza sobre el piso. Miro hacia arriba y veo la luz de la farola que ilumina nuestro trozo de cuadra. Miles de polillas vuelan a su alrededor, haciendo que su luz tiemble.
Ahora descubro que Javi también las mira. ¿Qué las atraerá hacia la muerte? Nos preguntamos a la vez. Si yo puedo oler sus pensamientos él puede escuchar los míos. Su respuesta es ambigua. Si los humanos, cuando mueren, caminan hacia la luz, porque no habrán de hacerlo los vivos. A lo que añado yo, que lo hagan mejor mientras estén vivos, pues cuando se mueran,  serán luz de cualquier modo.



Día 598
(Cena, retrato, poema y postre)

Hoy hemos tenido un día tranquilo. El calor no nos ha permitido demasiado, reduciendo los paseos, quitándonos el apetito, haciéndonos abrazar baldes y sombras. Javi ha estado tecleando todo el día; yo tumbada dormitando sobre las baldosas. De cuando en cuando hacía un pequeño descanso para armarse un pitillo, y aprovechando el receso, prendía la manguera del patio para mojarse el pelo y después refrescarme a mí.
Las horas han transcurrido con una levedad pasmosa, y cuando el sol caía sobre las copas de los árboles, Javi se ha levantado de la silla se ha puesto a preparar la cena. Ha sido en ese momento que he comprendido que se trataba de una cena especial. Pronto volteaba en la sartén una tortilla de papa y batata y freía unas empanadas de verdura y choclo. Luego se ha bañado y se ha afeitado, se ha vestido y se ha puesto perfume.
Sentado en la puerta parecía esperar a alguien y ese alguien ha aparecido apenas un rato después, cuando la noche encendía en el cielo la luz de todas las estrellas distantes. Una humana linda se ha bajado de un auto y después de abrazar a Javi y besarse con cariño se han puesto a hablar en la vereda de casa y a fumar varios pitillos. Javi le ha sacado una silla y un poco de jugo. Los ojos de Javi brillaban y los de la humana eran un puro destello. Más tarde han cenado entre risas y al terminar han empezado a beber y a escuchar música. Yo los miraba desde las baldosas, en tanto la ebriedad los alcanzaba. Ella sacaba de su mochila un cuaderno para dibujar un retrato de Javi, mientras él le escribía a ella un poema. Entonces he caído que era una de aquellas humanas que había conocido hace poco en el jardín botánico de la gran ciudad.
A diferencia del día las horas se han con rapidez y cuando se han querido dar cuenta se habían contado sus vidas respectivas, acabando con las botellas y los puchos, anunciando el amanecer tras cortinas, entre palabras y miradas desnudas, percatándose que la cena había quedado sin postre, deseándose más a cada minuto.
Por ello han terminado amándose bajo las sábanas, necesitados de dicha equivalencia. Sobre la mesa quedaba el poema y el retrato, y ahora, el sonido de sus besos llenaba nuestra casa, un sonido maravilloso que crecía con la luz del alba.
Ahora duermen abrazados a esa suerte de permanecer momentáneamente juntos. Los sonidos inundan las calles, y ellos descansan, soñando cada cual con su destino.


Día 599
(Costaneda)

Javi y la humana que pinta se han levantado al mediodía. Enseguida se han puesto en marcha, demudando sus intenciones y amándose de nuevo entre las sábanas antes de asumir el tiempo y sus certezas. Luego, mientras Javi salía a comprar un poco de fiambre y pan al kiosko, ella se bañaba en el calefón. Pronto nos dirigíamos a través de la villa hacia los primeros brazos del río enorme, pues la humana linda quería fotografiar el paisaje, y de este modo, parándonos a cada segundo, hemos rodeado los barrios de los humanos ricos para llegar a esa especie de playa a la que Javi y yo solemos venir algunas veces.
El viento del sur refrescaba el aire, moviendo las ramas de los árboles, y los pájaros, diversos, entonaban sus silbidos para componer una melodía estrepitosa. En el agua burbujeaban las ranas y los peces y por todos lados el verde expandía sus matices salpicado apenas por una comunidad inmensa de flores multicolores, cuyo aroma profundo se intensificaba por momentos. Después de comer hemos ido recorriendo la costanera del río hacia el norte, maravillados por su belleza.
De regreso a casa, tomando otro camino, hemos acompañado a la humana hasta el centro del pueblo, a la Terminal de vehículos colectivos. Javi y ella se abrazaban sonriendo, prometiéndose quedar con la mirada para otro día. La tarde se escapaba en el cielo mientras volvíamos a nuestro barrio. Así, cuando hemos llegado a nuestra calle, los vecinos mecánicos llaman a Javi para invitarle a beber vino con gaseosa y a mí con los huesos del asado exánime. Querían que Javi les contara sobre la humana, pero Javi prefería hablar del vino.  


Día 600
(Pelea vecinal)

Unas horas antes de que Javi regresara del trabajo, se han escuchado los primeros gritos humanos unas cuadras más allá. Algunos compañeros perros ladraban para intensificar aquel escándalo y cuando algunos coches de policía llegaban a la esquina de nuestra calle los gritos se duplicaban.
Javi abría la puerta del patio e inmediatamente ha salido a fumar  a la vereda para tratar de entender lo que ocurría. La vecina vieja le ha dicho que al parecer una familia de humanos que viven unas casas mas allá, hacia el principio de nuestra calle, se ha peleado con otra familia vecina, que al inicio han sido los cachorros quienes lo han hecho, pero después, hacia la tarde ya eran sus padres quienes se encaraban.
De este modo, un humano gordo empuñaba un enorme cuchillo como el que Javi tiene colgado en una pared de la habitación y otro hacía lo mismo con una pistola. Otros agarraban palos y botellas rotas y sus miradas ebrias y desquiciadas parecían buscar cualquier chispazo. La policía, manteniendo las distancias, no se atrevía a intervenir, y todo indicaba que sucedería una tragedia, como si ya todos la aceptaran. Las mujeres y los cachorros se tiraban piedras, en tanto los humanos adultos hacían lo mismo con insultos. No obstante, como ninguno se decidía a dar el primer golpe un aire de cansancio les envolvía de conjeturas.
Otro vecino viejo, cansado más que ellos de aquel espectáculo infame, o quizá para demostrar que en sus tiempos estas cosas se resolvían sin tanta espera, ha disparado una escopeta al aire, luego a la tierra, y antes de que pudiera hacer nada más, la policía lo prendía y se lo llevaba mientras los humanos que recientemente se peleaban aplaudían ahora como si la desgracia de aquel tercero pusiera fin a su afrenta.
El mundo humano puede ser así de irracional. Sin embargo, los perros callejeros, sin duda contagiados por aquella energía nociva, han empezado a pelearse, cómplices de aquellos dueños a medias, saliendo alguno de ellos lastimado y con el rabo entre las piernas.


Día 601
(Corriente panamericana)
Apenas unos kilómetros más al sur, en el corazón de la gran ciudad, comienza la carretera enorme, esa que Che trató de cruzar un día y en la que pudo morir sin duda, que cercaba la pradera maravillosa y que recorre de norte a sur o de sur a norte un montón de provincias y países atravesando el continente, sus pueblos y ciudades, también sus desigualdades, sus fronteras y paisajes, y su extensión única. Es la misma carretera que hace unos meses nos condujo a Javi Laurita y a mí en aquel viaje inolvidable por el sur-norte de este país y que condensa tantas historias como estrellas tiene el firmamento en la noche.
En ella las mercancías y los sueños viajan con o sin destino. Los inmigrantes sacan pasajes sin retorno, los artesanos y artistas de calle afrontan sus curvas para llegar al punto turístico, los camioneros conocen sus entrañas, los narcos sus controles, y funciona para todos como una arteria de muerte y vida, como una corriente que enlaza los órganos y los tejidos, los músculos y el cerebro.
Algunos humanos la llaman carretera panamericana, pues es la América su amplitud. Javi, al ir y volver cada día del trabajo ha de cruzarla con la bici por una de sus pasarelas aéreas. Con frecuencia para a fumarse un cigarrillo mientras contempla cómo los autos, las motos, los vehículos colectivos y los camiones forman ese cauce inmutable que tiene algo siniestro y conmovedor. Su pensamiento la consigna y fuerza mi entendimiento. Canciones, libros y pinturas la inmortalizaron, porque el amor, la tragedia, y la esperanza rueda por su asfalto. Cuántos amantes se reunieron o se separaron, familias, amigos y enemigos, cuantos humanos se perdieron en su profundidad superficial o se dieron a la impronta del movimiento perpetuo. Cuantas ilusiones se engendraron en sus rectas interminables, cuantas alegrías y tristezas. Cuantos compañeros perros fueron atropellados tratando de agarrar la basura que los humanos arrojan por las ventanillas.
Javi escribe en su libreta, sobre cuestiones y realidades que a ambos nos pertenecen.




SEMANA 87

Día 601
(El corazón y el eco)

Javi ha regresado del trabajo y después de intercambiar caricias y lametones hemos salido a pasear por la villa. El verano está siendo suave y a las tardes, cuando el sol baja, la temperatura es verdaderamente agradable. Los cachorros inundan los potreros y convierten las calles en un juego inmenso de mangueras y baldes. Como están de vacaciones prorrogan el día, y pareciera que el atardecer se atrasa para que puedan seguir jugando con la luz del día. En los kioscos los humanos toman cerveza fría y se cuentan sus penalidades y dichas. Las radios traen la cumbia, el tango, el rock, el llámame y el reagge. Los perros callejeros se reúnen en la puertas de las despensas. El corazón de Javi late al compás del viento que zarandea las ramas mientras contempla una enorme luna trepar por las copas. Los árboles forman una cúpula sobre las casas humildes y el barrio respira el oxigeno que estos fabrican.
El corazón late, y trae un eco que retumba con la sangre. No necesitamos nada más. Todas estas vivencias al alcance nos otorgan un sentido en el que la lucha y la entereza, la comprensión y el desafío son un equivalente intencional.


Día 602
(Comunicación ilimitada)

Javi y yo hablamos con los ojos, la nariz, con las manos y patas, con el cerebro, la postura, el gesto, la cola y la piel. Hablamos despiertos y en sueños, con el pensamiento y las emociones, con el ánimo y la costumbre. Hablamos cuando queremos y también cuando no queremos hablar. Hablamos al despertar y justo antes de dormir. Hablamos mientras comemos, mientras paseamos, Javi cuando teclea o escribe, yo cuando busco rastros o mordisqueo un hueso sabroso, hablamos al  hacer cada cual nuestras cosas y hablamos porque las hacemos juntos. Hablamos mientras aprendemos, cuando estamos desesperados, y nunca hablamos por hablar, porque el silencio es también un dialecto que nos pertenece. Existe entre ambos un propósito comunicativo que se integra de respeto, pero por más que queramos la comunicación no puede ser ilimitada. Hablamos siempre, y siempre por pura necesidad de hablar; con palabras, miradas, gruñidos o ladridos, y aunque todo esté claro en los canales, siempre llegan sorpresas, buenas, malas y regulares, que no nos transcienden por incomunicación.





Día 603
(La vendedora de ropa)
Hoy, después del paseo de la tarde, cuando Javi y yo estábamos sentados en la puerta de casa, él escribiendo en su libreta y yo mordisqueando un hueso, hemos escuchado los gritos de una humana que venía vendiendo ropa por la calle. No debe vivir muy lejos de nuestra casa porque en alguna ocasión la hemos visto pasar por la vereda, aunque nunca vendiendo, sino desarrapada, con los ojos cargados de infinito, y siempre con una botella de cerveza en sus manos, dando la impresión de caminar perdida. A Javi, en cuanto la vio la primera le recordó a una humana de nuestra tierra, una amiga suya que tiene una extraña enfermedad, un trastorno inaccesible, por estar unido a una profunda adicción al alcohol, amiga a la que trató de ayudar, sin conseguirlo, con frecuencia y con una dedicación condescendiente.
Al contemplar a la vendedora descalza y acercándose la imagen de su amiga ha vuelto a su memoria, y cuando esta ha metido sus pies en un charco ante de sonreírle, Javi no ha podido evitar saludarla y preguntarle si quería lavarse los pies sucios en un balde. Ella parecía sorprendida de la reacción de Javi y ha accedido. Mientras se lavaba los pies miraba a Javi, hablando de una forma tenaz e incoherente de la ropa que llevaba en su bolsa, las ganas que tenía de marcharse a la playa en unos días y de amar a cualquiera que quisiera invitarla a un trago. Javi le ha traído después una toalla para que se secara y le ha ofrecido un poco de jugo. Algunos vecinos contemplaban silenciosos la escena como si hubiera algo extraño en la actitud de Javi. Ella ha empezado a acariciar con sus dedos los tatuajes de Javi y hacerle tantas preguntas que unas se superponían sobre otras.
La vendedora humana quería regalarle un remera, y luego unos pantalones, pero Javi se ha negado en rotundo. Ella entonces le ha dado un beso y agarrando su bolsa ha comenzado a gritar de nuevo caminando por la calle. Al un instante se ha girado y sus ojos parecían tan limpios como sus pies. Pronto el polvo y la vida habrá de mancharlos de nuevo.

-Sos una persona muy libre… Qué buena onda.- Ha dicho la humana.

Por un momento ha hecho un amago volver hacia nosotros, pero en vez de hacerlo se ha palmeado el culo como si quisiera provocar a todos los vecinos que nos observaban.

-¿Puedo venir cuando quiera?- Ha preguntado nerviosa.

Javi le ha sonreído y le ha respondido gravemente.

-Esta es tu casa, amiga; pero aquí jamás podrás beber ni una gota de alcohol.

La vendedora se ha reído con fuerza, quien sabe si era amor u odio lo que expresaba su rostro lindo y marchito.
     

Día 604
(La vejez de Gos)

Oso y yo correteamos por el patio, jugando a perseguirnos, mordiéndonos con suavidad, mientras las gallinas extrañas y los patos se apartan agitando las alas. Y mientras lo hacemos, tumbado en junto a la puerta de la vecina vieja, Gos nos mira. Tienen sus ojos un susurro gris callado. La vejez de Gos es apacible y somnolienta. Duerme casi todo el día salvo para comer y para salir a la tarde, cuando está cayendo el sol a la vereda. Nada ha de temer pues está acompañado, bien alimentado, y como no precisa caricias como yo ni tampoco entendimientos demasiado profundos, no le angustian los años ni el tiempo que le queda. Anda cojo de una pata y está gordo como un tonel. La garrapatas en la primavera le comieron las puntas de las orejas y ahora tiene una costra oscura que contrasta con su pelo blanco. A veces pareciera que está dormido con los ojos abiertos, pero si pasa una moto o una bici por la calle se olvida del cansancio y ladrando, se lanza a perseguir su sonido. Al verle pienso en cómo será mi propia vejez. En los últimos meses me ha salido un cerquito de canas alrededor de los ojos y ciertos impulsos que antes me arrastraban hoy se mitigan. Javi no envejece tan rápido como yo, y aunque desde que nos encontramos, su rostro ha madurado, se conserva muy bien. Su vida será más larga que la mía y dentro de unos años, cuando yo me muera, él habrá de continuar su camino. Me pone triste imaginarlo, pero sé que hasta el final estaremos siempre juntos, y que aún nos restan muchas cosas por vivir y compartir.
Gos bosteza y decenas de moscas vuelan a su alrededor. Ahora gruñe como si quejara de algo inabarcable. Todavía recuerdo que al llegar acá no era nada amable conmigo. Fueron necesarias semanas y meses para que me aceptara. Sin embargo ahora, si algún perro de nuestros vecinos o un compañero callejero se acerca para molestarme sé que Gos vendrá a protegerme, y tener poco que perder, le convierte en un perro valiente y confiado.



Día 605
(Sin dilación)

Ahí vamos, con la inercia de los días, marchando hacia el embudo, sin angustia alguna, tocados levemente por la incertidumbre, ubicados, adaptados a esta tierra, echando de menos otras, llenos de certeza emocional, de cariño, de interés por todo aquello que vivimos, desplegando las miradas y las miras, tomándonos en serio nuestra ideología y ciertas neurosis que afloran y que son en cierto modo deliciosas e inermes. Mi vida como perra es simple y la vida humana de Javi tiende a la simplificación pero sin abandonar la complejidad del mundo. A veces, cuando huelo sus pensamientos, me pregunto cómo hace para bregar con las luchas cotidianas. Sé que soy un apoyo imprescindible, y no lo siento como algo racional, sino a través de mi nariz. Sentir su amor cada día me da la confianza que necesito. Siempre seré una perra tímida, asustadiza y hambrienta de caricias y presencias, pero he descubierto dentro de mí la valentía suficiente para enfrentarme a mis miedos y hacer de ellos una manta para tumbarme. Javi siempre será un humano tierno y testarudo, apegado a los suyos y a la vez lejos de sus convicciones, que precisa transformar su entorno, la realidad y su corazón, tratando de crecer en lo posible. Hoy entiendo un poco mejor lo que vino a hacer acá. Javi quería simplemente aprender y desaprender, sacarse de encima algunas sombras, comprender en profundidad otras, y experimentar en otro terreno diferente sobre aquellas cosas que según su creencias optimistas conceden al ser humano luz.
Ahí vamos, sin dilación, siguiendo un camino, y de cuando en cuando escuchamos silbidos, o nos regalan churrascos y milanesas, aparte que frecuentemente, por vivir, nos lastimamos.    


Día 606
(Susto y lágrimas de alegría)

He estado en el patio de una casa ajena, atada con una cuerda a un árbol, ladrando, llorando y gimiendo con desesperación.
Esta mañana, mientras Javi hablaba con el humano del fondo y fumaba pitillos, he saltado el portón de la entrada y me he escapado por el barrio. He hecho el mismo recorrido de siempre, rodeando nuestra cuadra marchando hacia el centro del pueblo por nuestra calle y regresando por el bulevar para cortar por la calle Bolivia. Junto al supermercado chino, hay una casa que siempre me ha llamado la atención, porque no hay ningún compañero que la custodie. He encontrado un agujero en el alambre, y a pesar de ser muy pequeño he conseguido colarme al interior del patio. Enseguida se me ha hecho la boca agua, porque he encontrado unos huesos de asado que aún tenían carne, y sin ninguna prisa me he puesto a mordisquearlos tumbada sobre la hierba.
De pronto un humano que estaba dentro de la casa ha salido por la puerta del patio con un pedazo de carne en su mano. Mi instinto, acertadamente, me ha llevado a huír y he corrido hacia el agujero por el que había entrado. Sin embargo el me ha cortado el paso y cuando he intentado esquivarle me ha atrapado. El humano me ha llevado hasta la casa y allí me ha soltado después de cerrar la puerta y como me he puesto a arañar la puerta me ha gritado, me ha endosado una cuerda y me ha dejado junto al árbol.
Han pasado algunas horas en las no he parado de ladrar, aunque al mediodía una cachorra humana muy simpática ha aparecido en el patio con un cuenco de comida, y estaba feliz de verme porque me acariciaba mucho y me decía cosas bonitas. Ha tratado de soltarme para jugar conmigo pero el humano, que debía ser su padre, no la ha dejado hacerlo. Cuando la niña se ha marchado he comenzado de nuevo a ladrar y a gemir con fuerza. Mi intención era que Javi pudiera escucharme. Tenía que estar buscándome, con el mismo susto y la misma ansiedad que yo sentía en ese instante. Estaba aterrada y a la vez segura de que me encontraría, y por momentos me parecía oír sus silbidos en el aire, pero cuando me callaba desaparecían. He convertido mi pensamiento en una bocina y mi corazón en una señal luminosa mientras valoraba mi ingenuidad. Quizá a Che le ocurrió algo parecido. Me decía a mi misma que Javi no podría verme desde la calle pero que sí me escucharía.
Y por suerte ha sido así. Hace unos minutos he oído con claridad su voz llamarme desde el otro lado de la casa. Luego de avisar dando palmas a los dueños de la casa le ha preguntado al humano por mí. Cuando se ha desatado la discusión mi corazón latía con mis ladridos, y al ver aparecer a Javi por la puerta del patio, el humano detrás, sin decir nada, absolutamente nada, caían las mismas lágrimas por nuestros ojos. Ha cortado con una navaja la cuerda que rodeaba mi cuello, después me ha agarrado en sus brazos y se ha dirigido hacia la calle. Podía oler su amor hacia mí y me hacía temblar inexplicablemente.
Ahora se vuelve para darle las gracias al humano y cruzar con el una mirada henchida de violencia y conformidad. La cachorra humana se acerca con cara triste a despedirse. Javi se agacha hacia ella para su mano alcance mi cabeza, y le dice sonriendo que si su padre le da permiso puede venir a jugar conmigo cuando quiera.      



Día 607
(Algo se acelera)

Necesito describir mis sensaciones, mientras observo la vida en el patio y aguardo el regreso de Javi para pasear.
Las semanas pasan con mayor rapidez, en este verano tormentoso y lúcido, aunque un sentimiento velado atrapa nuestros días refrenando el tiempo y el espacio. Algo se acelera y a la vez se convierte en lastre, como si las leyes físicas se arrugaran todas en una y la realidad siguiera el impulso de nuestros sentimientos. Es como si ya pudiera oler nuestra tierra al otro lado del océano, a miles de kilómetros y formara su olor un horizonte imaginario, conocido, reconocible, pero entre nubes fragantes e inciertas que disiparan su alcance.
Noto a Javi nervioso, animal literario que teclea y escribe para sentirse libre y alejar el vacío, conjeturando nuestro porvenir e ideando un modo de no contradecirlo con sus decisiones. Por ello busca sin tregua señales de un otoño prematuro y vive con intensidad cada instante de luz y de oscuridad. Cuando no trabaja, crea, y cuando no puede crear y se asfixia, sale a respirar a la superficie. Su mente es un carril que gira en dos direcciones diferentes. Una directa al regreso, y otra agranda una espiral en sus patas.



SEMANA 88

Día 608
(La buena onda)

Los humanos de acá utilizan mucho eso de la buena onda. Es una expresión que describe la armonía, la bondad y la tolerancia en su aspecto individual y un sentimiento compartido de lucha y esperanza. Si alguien tiene buena onda es que posee buena intención o una alegría natural a la hora de actuar o afirmar algo. Si en el trabajo hay buena onda es que se da un entendimiento adecuado entre los compañeros y un respeto suficiente. Si hay buena onda en el barrio o con los vecinos es porque nada enturbia nuestras diferencias y en lo posible nos ayudamos los unos a los otros. Sin embargo a escalas mayores la buena onda flaquea.
Pero y la mala onda… ¿existe? Parece evidente que sí.
Los humanos destilan mala onda en sus prejuicios, en sus egocentrismos, en sus mezquindades, y en su angustia. La plata genera mala onda, la envidia genera mala onda, e incluso la mala onda puede llegar a obrar la enfermedad. El pensamiento autoritario, la depresión y la ansiedad son producto de la mala onda. Las injusticias, las desigualdades, las crisis, las guerras, son obra directa de la mala onda por ser su principio compartido.
Sin embargo, tanto la buena onda como la mala se te vienen encima. Son dos territorios que describen innumerables formas afectivas. Así hay humanos con mejor o peor onda, y otros que siempre están de buena o de mala. En el carácter de cada uno y en la sociedad en la que viven también se determina esta corriente.
Quizá por ello, en sus saludos, los humanos de acá se dicen ¿qué onda?… y la respuesta puede ser: todo bien, o maso… (que quiere decir más o menos)… Nunca o casi nunca dirán todo mal… porque los humanos de esta tierra, con o sin onda, transpiran optimismo.


Día 609
(La carta)

Esta tarde, mientras paseábamos por la villa, la mirada de Javi estaba algo ausente. Sus pensamientos manaban de su cabeza y yo podía olerlos como un rastro . Hoy, en el trabajo Javi ha  entregado una carta firmada por la mayoría de compañeros y compañeras. Al parecer la semana pasada despidieron a un compañera de una forma ciertamente confusa y a través de la misma Javi ha intentado canalizar todos los sentimientos que esa decisión ha provocado en el equipo de trabajo y en el ambiente.
Javi se toma muy en serio su labor de coordinador, que consiste también en velar por el estado anímico de sus compañeros y en resolver sus conflictos y dudas. La sensación que muchos tienen es que dependiendo de quien seas las reglas se aplican de un modo diferente, y como esta compañera era muy querida por todos, la impresión de injusticia es mayor. Sin embargo, Javi piensa que está bien que esto sea así, que tanto las reglas como las interpretaciones puedan ser flexibles. Javi no cree que a su compañera la hayan despedido sólo por una razón, y por más que les duela su ausencia, la crítica ha de pasar por encima de todos, desde los directivos al personal en todos los niveles.
Los humanos especiales se merecen el mejor trato, eso expresaba esencialmente la carta. Con estas últimas decisiones se escuchan menos gritos en el hogar y los humanos comienzan a absorber esa tranquilidad con sonrisas y estructura. Javi luchará para que todo siga en esa línea. El personal del hogar está decidido a trazar esa senda, y a ello se ha comprometido; pero aún quedan algunos compañeros que aunque conciben su importancia no la aplican. No es casualidad que sean ellos quienes no han querido poner su firma en la carta.


Día 610
(Franco)

La semana pasada, Javi terminó su terapia con el carnicero y con dos de los tres cachorros que le quedaban. El primero lleva más de un mes sin consumir y tiene el color de la carne que vende en las mejillas. Acordaron en verse de nuevo si había alguna recaída y por ello se dijeron entre risas que esperaban no volver a verse. Los dos cachorros, cuya problemática básica consistía en andar vagueando por el barrio, fumando y tomando mucho, han encontrado trabajo, en parte gracias a la ayuda de Javi, y ahora van a hacerles un seguimientos los servicios sociales del pueblo. Hay una parte de sus vidas inexorable: su pasado, su situación familiar y las carencias afectivas y cognitiva que arrastran. Es completamente necesario que se alejen de allí. Cuantas más horas pasen alejados del barrio e incluso de sus familiares, y más gente de afuera, diferente, conozcan y entiendan, más posibilidades tendrán de avanzar y de llegar con suerte a hallar la felicidad real. Estos cachorros no volverán a ir la escuela porque en ella se siente menos. Son un reflejo de que la educación es clasista, y de que no bastan los recursos sin una comprensión profunda de los problemas que los cachorros viven y sufren en sus casas. Uno de estos dos cachorros fue abusado por su padre durante años, antes que terminara en la cárcel, y el otro ha de aceptar que su madre no tiene hacia él ningún cariño, lo más probable porque hacia ella tampoco lo tuvieron.
Llama a la puerta de casa y Javi se acerca de abrir. Por su olor sé que se trata del otro cachorro, el hijo de una de las compañeras de trabajo de Javi. Le está ayudando sobre todo a armar un método de estudio. Es un cachorro inteligente y sin embargo tiene que recuperar seis materias. Las dos primeras semanas Javi tanteó su personalidad y ahondó en sus expectativas y sentimientos, enmascarando esta táctica dialéctica en la problemática escolar. Comprendió enseguida que se trataba de una falta de supervisión, de una necesidad terrible de que alguien o algo le orientara. Su padre le abandonó a él y a su hermano, y su padrastro, que tampoco vive ya con ellos, cuando aparece para ver a su hermana pequeña le pega. Franco tiene una relación muy positiva con su madre pero como ésta trabaja toda la noche fuera, él comenzó a manipular dicha situación, manifestando para justificar sus mal rendimiento que la necesita cerca de él mientras en la realidad aprovecha para juntarse con cachorros mayores con los que comparte comportamientos de riesgo. Franco necesita un poco de atención, sí, y también comprender mejor que si su madre no trabaja no podría mantenerlos y todo se hundiría, y por su puesto sentirse útil en el sistema familiar, no ser ese síntoma funcional que compensa el desequilibrio, focalizando hacia él todos los problemas.
En esta primera parte de la terapia optimista, Javi le está enseñando a recuperar el gusto personal por la escuela, la pequeña autorrealización que todo cachorro busca. La escuela no es únicamente aprender unos contenido curricular, en ella nos relacionamos y hacemos amigos, soñamos con convertirnos en maestros, mecánicos o cocineros, asumimos unos horarios y unas responsabilidades, no por afecto como en casa, sino por compromiso social. Le hace estudiar un poco más cada semana y le está enseñando a manejar Internet y los libros de consulta. Estudia una hora por la mañana y otra por la tarde y su madre se ha de encarga por un lado de comprobar que lo hace y por el otro impedir que su padrastro vuelva a pegarle. Es importante que esta madre le proteja con algo más que preocupación y de angustia. Franco por lo demás es un cachorro inmerso en esa edad complicada, donde las sendas comienzan y uno elige cual de ellas tomar.  
Javi le pide que se siente en la silla y que saque su cuaderno. Franco acaricia mi cabeza y luego se sienta. Javi le pregunta si ha estudiado, y Franco que responde cree que sí pero que le quedaron de Lengua y Naturales algunas dudas.

Día 611
(Milanesa a la napolitana)

Javi se ha pasado casi todo el día tecleando en la pantalla. A pesar de ser su día de descanso no se concede una tregua y avanza en la corrección de su sueño. Ha hecho bastante calor, por lo que patio amanecía caliente y se estaba mejor sobre las baldosas frescas de la cocina que deambulando por la calle. Las horas se deslizaban por un desagüe prodigioso y en el barrio sucedían las cosas que suceden cada día. A media tarde ha pasado por casa la humana linda del kiosco de nuestra calle y ha estado con Javi charlando un rato y tomando infusión con el palito metálico. En tanto, yo me entretenía con un hueso de asado que me han regalado los vecinos mecánicos y que me ha hecho sangrar las encías. Después de que se ha marchado la humana Javi se ha puesto de nuevo a teclear pero no lograba concentrarse. Lo sé porque ha apagado la pantalla y nos hemos ido a comprar algo para la cena.
Hemos caminado algunas cuadras en dirección al centro, y Javi ha pasado primero a la carnicería. Luego, en un recorrido circular, ha pasado también a una verdulería, a una panadería, y a una despensa. Nada más regresar a casa Javi se ha puesto a cocinar, y como siempre ocurre cuando cocina, me he sentado a su lado con las orejas alzadas esperando que algún resto terminara dentro de mi boca. Javi ha cortado unas papas y unas batatas y ha preparado después unas milanesas de pollo. Su olor es inconfundible, y me relamía esperando que alguna quedara en el plato. Javi ha colocado sobre ellas una tira de jamón y una de mozzarela, y encima del fiambre rodajas de tomate y una salsa de ajo, albahaca y perejil. Su pensamiento elucubraba saliva al igual que el mío. Yo había comido mi alimento por la mañana, pero Javi todavía estaba por comer algo desde que se levantó. Mi nariz distingue no sólo los ingredientes sino a través de su mente los nombres. Cuánto me alegro que Javi no tenga heladera ni la quiera. Las milanesas a la napolitana nos han sentado de diez, porque el mejor final ha sido que una quedó para mí.



Día 612
(La Plata)

Esta mañana nos hemos levantado muy temprano. Javi ha preparado su mochila y pensé que se iba a trabajar. Sin embargo un auto ha empezado a pitar en la vereda. Era el hermano del humano que vivía con nosotros en el sitio de los perros, con su sonrisa y su tranquilidad. Javi ha colocado una sábana en la parte de atrás del coche que me ha hecho entender que les acompañaría, y moviendo el rabo muy deprisa, desesperada por subir, he roto la tranquilidad del humano, que a pesar de ser tranquilo por fuera es puro temblor en su interior.
Poco después bajábamos por la gran carretera hacia la gran ciudad, aunque en vez marchar hacia su centro la hemos rodeado por un ramal, y hemos seguido unos kilómetros hacia el sur dejándola a nuestras espaldas y siguiendo la costa. Pronto hemos divisado nítidamente el perfil de una ciudad semejante a la gran ciudad. Más pequeña, pero con las misma calles perpendiculares, divididas en cuadras, con amplios parques y zonas arboladas y plazas y edificios monumentales. Hemos dejado el auto en el centro y hemos estado caminando un rato. La colores de los árboles y de las casas, el viento fresco y el sol que bañaba de luz las superficies contribuía a realzar la belleza del conjunto. Los humanos poblaban las calles, aunque se notaba la ausencia de muchos en el transito tranquilo.
Luego del paseo hemos regresado al auto y hemos salido de la ciudad para dirigirnos a la costa. Cuando Javi y yo hemos contemplado la playa, el mar y las olas que rompían, no nos lo podíamos creer. Nada más aparcar, Javi se ha descalzado y ha echado a correr sobre la arena. Yo le he adelantado a mitad de camino. Mi nariz asistía a la magia de la sal, y los millones de seres que formaron la arena, que habitan en las rocas y bajo el agua azul y verde. Mientras Javi se daba un baño yo he escarbado un agujero en el que metía mi nariz quedándoseme pegados los granitos. El humano que nos ha traído sonreía en tanto se armaba un gran pitillo. Javi estaba feliz. Después de bañarse, ha estado escribiendo en su libreta, revolcándose en la arena, fumando, hablando con otros humanos y humanas, ha construido un castillo y no paraba de abrazar y de dar las gracias al humano. Mirando hacia al mar su pensamiento viaja sobre las olas y cruza el océano hasta alcanzar nuestra tierra. Tal vez algún pensamiento se hayan encontrado con los que nuestros seres queridos nos envían. El mar es inconmensurable, pero en su seno todo es uno.
Un par de horas más tarde volviendo en el auto por la gran carretera, observando la caída del sol sobre los altos edificios de la gran ciudad, Javi se ha vuelto para mirar el mar. Las estrellas distantes se encendían en el cielo y las olas acariciaban la tierra. Yo estaba dormida, con el hocico entre las patas. Pero en sueños he sentido cómo me acariciaba, dichoso por haber podido compartir conmigo este día.  



Día 613
(Visita nada casual)

Javi se ha marchado a trabajar apurado. Anoche dormimos rebién pues aún teníamos el mar en las pestañas, y por la mañana ninguno de los dos hemos escuchado el despertador del móvil. El ruido del camión de la basura ha venido para salvarle y sin apenas lavarse la cara y vestirse, ha agarrado la bicicleta y ha salido. Con las prisas Javi no me ha dejado comida en el cuenco y a media mañana tenía tanta hambre que no ha quedado otra que saltar el portón y rastrear algún resto por las calles. En esta tierra la suerte no existe, porque los sábados y los domingos, después de que las familias humanas se juntan y celebran, las veredas están llenas de huesos y sobras. Recordando mi experiencia del otro día no me he acercado a ninguna casa ni mucho menos me he metido en ningún patio. Un par de horas después volvía al nuestro, justo cuando Gos y Oso se peleaban por unos trozos de pan que les había alcanzado la vecina con gafas.
El día ha sido lindo. El sol calentaba fuerte, pero como soplaba viento del sur, bajo cualquier sombra me agarraba el sueño, y de este modo las horas han ido pasando dulces y tranquilas. Me despertaban de cuando en cuando las gallinas extrañas y los patos, y el sonido casi imperceptible de unos pájaros diminutos, parecidos a insectos, cuyas alas batían tan rápido que no se distinguían y que volaban alrededor del sauce para caer sobre las flores abiertas en sus ramas. Como no es la primera vez que los observo, y qué decir de las gallinas y los patos, mis párpados se cerraban de vuelta. Tras ellos observaba a Javi jugando con Pedro y los humanos especiales, y como si de nuevo hubieran de caer, una oscuridad fascinante me envolvía.
Más tarde de lo habitual, Javi aparecía en la puerta del patio. Detrás de él se escondía una cachorra y asomaba con timidez su cabeza para mirarme. Su olor la ha delatado y me he acercado a ella moviendo el rabo. Es la cachorra que vive en la casa donde el otro día me colé para terminar atada a un árbol. En su mano traía una salchicha y me lo ha dada antes de empezar a correr loca de la alegría para perseguirme y hacerme cosquillas. Su padre aguardaba a Javi en la cocina y después de preparar infusión para tomar con el palito han salido al con nosotras afuera para charlar y fumar un pitillo.
Lo cierto es que me lo he pasado muy bien con la cachorra, aunque no había manera ninguna de cansarla. En un momento me he tumbado en los pies de Javi jadeando y, ella me agarraba del collar para llevarme de nuevo a sus juegos. Su padre ha tenido que regañarla un par de veces y Javi me ha achuchado las mismas a mí para evitar que la regañaran. Creo que es su modo de agradecer a la vida que aún seguimos juntos, y está claro que a la cachorra le gusto, y que su padre y Javi podrían llegar a ser buenos amigos.





Día 614
(Intro-prójimo)

¿A qué llamamos nuestro prójimo? A nuestra familia y amigos, a nuestros vecinos, a nuestros paisanos, es decir a quienes nacieron en nuestra tierra y no en otra, con quienes vivimos cerca o también aquellos que están a cientos y miles de kilómetros insalvables. Llamamos prójimo a los de nuestra especie, o tal vez a todos aquellos seres que nos rodean y que la mayoría del tiempo nos resultan invisibles?
Javi teclea en su pantalla y concibe su respuesta. Prójimo es mi madre y mi padre, mis abuelos, prójimo es mi hermano y mis sobrinos, mis tíos y mis primos, prójimo son mis amigos, mis enemigos, mis amores y mis desamores, prójimo sos vos y quien está de tu lado, incluso aquel a quien nunca miro, prójimo son mis compañeros de trabajo, prójima es la ilusión de pertenecerle a otros, prójimo son aquellos que viven en mi barrio, en mi pueblo, y en mi tierra, y también todos los barrios, los pueblos y las tierras, prójimo es aquel que quiere serlo, nunca aquel que manipula su proximidad, prójimos son los animales, las flores, y las piedras, el mar, el bosque, el desierto y las montañas, prójimo es tu corazón y el mío. Prójimo soy yo, cuando simplemente te aproximas. Prójima es la vida, y la muerte tal vez.



SEMANA 89

Día 615
(En el ojo de la tormenta)

La semana comienza para desplegar sus caminos. Unos transitan sin perder su trayectoria lógica y otros en cambio fijan nuevos rumbos desconocidos. Javi ha regresado del trabajo cansado. Su pensamiento me revela que quizá esta sea la última semana complicada, pero quizá en su optimismo se engaña. Los compañeros ausentes pronto regresarán de sus vacaciones y reposos y el ritmo perderá intensidad, ganando color. Todo quedó dicho. Después de conversar con sus jefes se establecieron las premisas y las incertidumbres, y aunque todo es confuso en su corazón, el retorno a nuestra tierra se vuelve cada vez más nítido, con cierta amargura custodia, y una ilusión incandescente. Siempre se trata de elegir, y en esa libertad Javi y yo nos refugiamos de todo. Las ataduras son emocionales, pero son los sentimientos quienes también nos empujan. En este lapso necesario Javi sabe que tiene compromisos, y que su sueño avanza por más que las circunstancias lo sujeten.
Estamos así en el ojo de la tormenta, disfrutando de un calma momentánea, sabiéndonos rodeados de escombros y caos, cuando el torbellino gira irrefrenable uniendo el cielo y el suelo, sellando nuestro destino.


Día 616
(Olor nuevo)

Siento un olor nuevo en Javi, y por ser desconocido no distingo bien su entidad. Una sensación extraña me invade y agita mis nervios. No percibo nada malo en dicho aroma, pero en medio de este confuso me siento intranquila y no se muy bien qué hacer aunque mi instinto sabe. Me acerco él y olisqueo su ropa, sus pies y sus manos, y descubro entre los olores conocidos este otro, cargado de parcialidad, que escapa a mi comprensión. Javi a veces me mira, y sonríe como si supiera que pronto descubriré lo que me oculta. Mi curiosidad es tan insaciable como mi apetito, y hasta que no lo consiga no pienso parar.



Día 617
(Medida social)

Abro los ojos y me aseguro que Javi sigue durmiendo. Con algo sueña ahora, pues aunque permanece tumbado se mueve como si alguien le persiguiera o al revés. Mi nariz tantea su mente, que bulle de porvenir y deseo. Estamos en nuestra tierra y Javi juega intentando atrapar a una humana linda, corriendo ambos por una playa. Yo me pongo a correr con los dos y, riendo, llegamos al final de la misma. Tras subir unas rocas encontramos una pequeña cala, y a los pies del acantilado que la guarda una cueva. Entramos los tres y aunque la claridad nos permite ver en la entrada, pronto nos envuelve la oscuridad. Siendo un poco de miedo pero la voz de Javi me calma. Avanzamos y unos metros más adelante hallamos una salida. Cuando la rebasamos descubrimos, como si fuera lo más natural del mundo, que estamos a cientos de kilómetros del mar, en la ladera de la sierra de nuestro pueblo. Naquel viene a recibirnos y tomando un sendero entre las estepas y los robles bajamos contemplando el paisaje, los tejados de las casas, el cielo dorado del atardecer. Es primavera y el aire trae el aroma de las flores y de los brotes. En el pueblo debe de haber una fiesta, porque se escuchan tambores y guitarras. Las parrillas están encendidas y en el parque del lavadero cientos de humanos se afanan en divertirse. Todas aquellas caras tan queridas actúan como si nos conocieran. Javi saluda a unos y a otros pero pareciera que todos nos han olvidado. Sólo Naquel  se muestra hospitalario y nos sigue a todas partes. Aquella indiferencia no afecta ni a Javi ni a la humana que en vez de sentir angustia despliegan una singular alegría. Hacen una pequeña hoguera en un prado cercano y se ponen a cantar mientras beben vino y se suben a los árboles. Algunos humanos se acercan, familiares y amigos de Javi. Se sientan alrededor de la hoguera y antes de que Javi y la humana se unan a ellos, toman la medida social de besar y abrazar a cada uno.



Día 618
(Escapar con la mente)

Estamos sentados en la puerta de casa. Se ha quedado una tarde linda y el viento suaviza el calor de las horas diurnas. La tarde declina y el sol rueda sobre las copas de los árboles imponentes. Al fondo de la Villa la selva oculta el río enorme, y en nuestro barrio los vecinos toman infusión con el palito metálico, en tanto los cachorros juegan a estirar el día y los perros callejeros espantan las moscas y las pulgas revolcándose sobre el polvo. Tengo la cabeza apoyada sobre las patas y observo fijamente a Javi. Mi nariz me dice que ahora mismo no está aquí. Sus ojos miran en derredor pero sin duda se encuentra lejos. Agudizo mis sentidos y siento que tiene un pie puesto en el otro lado y entremira entre las nubes todas aquellas cosas que nos aguardan dentro de toco. Tal vez el tiempo se acelera mientras su mente escapa y descubro que Javi está desnudo frente a la ausencia y la nostalgia pero no tirita de frío.





Día 619
(Acometiendo imprecisiones)

Resulta maravilloso entender que con tan poco podemos ser así de felices. Acometemos las imprecisiones con cariño, y no nos guardamos nada para después. Por ello ocasionalmente nos sentimos vacíos, pero es pura metáfisica irracional. Con los meses nos hemos ido llenando de experiencias, y logramos alejarnos de todo aquello que nos hacía independiente. Las cosas malas las transformamos y las buenas las compartimos. Hay un eco intencional y una nostalgia que crece. Nuestra mirada se asienta, la adaptación es prodigiosa, en tanto los sueños fluyen cuando tienen que fluir.  
Volvemos ahora a casa del paseo por la villa. Javi enciende la pantalla y mientras acomoda sus pensamientos y sentimientos se pone a pelar unas papas para la cena.


Día 620
(El amor se destapa)

Qué ocurre cuando un corazón humano, dormido en amores necesarios, en responsabilidades, en sueños posibles, y frecuentes, encuentra un amor profundo, nítido, e intencional. Ahora entiendo el olor del otro día. Javi escribe en su libreta mientras se toma una café sentado en una kiosco del centro del pueblo y se fuma un pucho tras otro. Sólo puedo hacer que mover el rabo y acercarme a él para lamerle la manos y los pies sucios por andar descalzo. El mundo transpira y luce a nuestro alrededor y aunque nos roza con sus encantos, no nos afecta.

No viene acá para enamorarme
porque amo intensamente la vida

pero la vida a veces se posa
y es destino

si es que de pronto unos ojos
se achican de gravedad
y se presentan derramando imposibles

conozco ese temblor que no me pertenece
y el vacío provisorio
que no logra rellenar el espacio real

hablar con vos es tan delicioso
como averiguar la verdad

por eso mis ojeras están creciendo de tamaño
y mis sueños se multiplican

el día es un atrezzo de imágenes desgastadas
cuando todo lo latente gira
y resulta sencillo descubrir
las antípodas de mis sentimientos

mi cuerpo empuja el viejo muro
y parte la estabilidad que la lógica aplasta

cientos de pájaros navegan por mi sangre
sacando mis raíces del tiesto

tengo ganas de invadir las horas
de atravesar de luz mis pestañas
y brindar por el extraño desafío

de hacerte entender que aquello que amo
                                                                 es libre
que sos libre y yo soy libre
para poder amarte siempre siempre.


Una humana joven interrumpe a Javi para pedirle fuego. Javi la mira como si se tratara de un fantasma que acaba de atravesar la pared, y mientras estira su brazo para darle el mechero le dice: que linda sos.


Día 621
(Corso)

Las calles del centro del pueblo permanecen cortadas. Los humanos celebran la fiesta del Carnaval y las comparsas y las murgas de los barrios desfilan por las calles. Miles de humanos colman las veredas y la plaza mientras los cachorros se persiguen echándose espuma y serpentina. Hay puestos de comida preparada y por ello cada pocos segundos Javi me silba para que no me aleje. Cada barrio compite y marcha al paso de la música y el baile. Los humanos se disfrazan, pero no todos, sólo los que sienten protagonistas. Durante cuatro noches estarán festejando, y a dicho festejo le llaman corso. Hay humanos ebrios que se pelean y otros que simplemente te divierten. Algunos, dejándose llevar por el ritmo, se aman por los rincones. Se respiran aires de libertad que se acabarán en el amanecer. Son vestigios de antiguas costumbres que deberían extenderse en vez de concentrarse en una purga. Javi está con unos amigos tomando vino con gaseosa y echando algunas fotos. Su pensamiento me revela el origen. En esta tierra el Carnaval se asocia a la pachamama, a la madre tierra y sus frutos. Y se le da las gracias por la vida, por el alimento y se hacen ofrendas para honrar a quienes la trabajan. Javi escribe en su libreta:


Si vos sos un pájaro
déjame ser tu rama

si sos un inventario
quiero ser tu desorden

si te sentís nube
yo me convertiré en piedra

pero si amaneces molino
llámame por favor viento de poniente.