eSte Es uN EsPAcio rEduCiDo De lIBertaD cReaTiva y EspeRanZa aL TrAn...

sin ninguna referencia de ná

La fría angustia que emerge detrás de las cortinas del aire, se puede solventar con un chorro de inteligencia buena y el calor, que nace de los estímulos incandescentes de la vida, en el proceso infinito del vagar de las estrellas.

La candela puede comprender tus manos aprendiendo un oficio imaginable, y sentir (claro que se puede sentir) sentir con claridad todo aquello que haces y permutas y escoges y clamas y reinventas a partir de los elementos que te envuelven –en el ruido cotidiano del reloj- entre la brisa que lleva mariposas amargas y silencios acompasados, y esas lucecitas y también sombras.

Si a tu corazón le gusta asomarse a los abismos –como las miradillas que abandonan la seguridad de los portales- no te pienses primo/a que te encuentras ahí sólo/a. Recuerda que existe un cielo y un sueño y una tierra colmada de inciertos desafíos; y en mitad está tu mente, y todo aquello que genera: tus actos o tu indolencia…

Tu mente y la razón que ciñe todos los universos ajenos.

martes, 13 de enero de 2015

Diario de una perra en Argentina (Semanas 83 y 84)


SEMANA 83

Día 575
(Emociones aromáticas)
    El olor de las plantas, que no anuncia comida, salvo los pequeños brotes de pasto con los que a veces me purgo, huelen a alegría; en cambio, el olor de la carne asada, que predice intensamente el alimento, que me hace salivar con inmediatez y esperanza, huelen a nostalgia. Mi nariz poco a poco se ha ido acostumbrando a los aromas emocionales de esta tierra, que difieren apenas en matices de aquellos que existen en la nuestra. Sé así que Javi, al teclear, huele a océano, sierra y sangre, que nuestro patio desprende una paz positiva, que la vecina con gafas se perfuma de sexo y lucha, que las calles condensan nubes de confianza y pólvora, de plata desparramada y sueños de ceniza, que los árboles imponentes y las flores despiden olores para formar calendario un intimo, que señala semana a semana el paso del tiempo y las estaciones.
    El olor de la libertad es nítido, y se extiende cada día a nuestro alrededor enhebrado de esfuerzo y cariño. La incertidumbre es inodora, y por ello el olfato ha de ser un modo de predecir el futuro inmediato.



Día 576
(Se acaba el 2014)

    Cómo contar las semanas y trascender al punto, ajustar la mirada y situarla sobre el año que termina, para recordar lo vivido, lo aprendido, para bien o para mal, en este tiempo de exilio, de crecimiento cotidiano, de aprendizaje sustancial. Estar alejado de los nuestros y sentir que existen otros nuestros acá, por convivencia y sentimientos. Divagar con los sueños, entender los imposibles y bregar para transformarlos. El 2014 comenzó con muchos cambios. La pradera maravillosa y utópica se deshacía en su debacle. La negligencia de sus dueños humanos rompía el ecosistema entre las distintas especies. Enseguida intentaron robarnos y nos mudamos de sitio. Fue como dar un salto. Ahí quedó nuestra casa-chabola, Negro y su espíritu, Alejandro Magno y su clan, Pepe, los burros, las gallinas, los animales extraños que vivían bajo la montaña de palés, los árboles imponentes y el resto de seres. Quedaron vivencias, experiencias prodigiosas, la libertad en firme y la lucha salvaje. Nos amoldamos a una vida diferente, casi fuera de la esfera social humana. Javi divagaba entre dos orillas enfrentadas. Che y yo no corríamos más peligro en la nuestra, pues la gran carretera podía resultar inexorable, pero éramos completamente felices, sin correas y en un espacio natural y territorial único. Aprendimos tanto, construyendo nuestra nueva vida de acá, viviendo al límite del sistema, que cuando llegamos al barrio, al pueblo, aunque las comodidades regresaron, nos costó adaptarnos y reemprender la senda humana y sus costumbres coactivas. El viaje al Sur-Norte con Laurita nos rescató de aquellos sentimientos turbios, y a la vuelta, Javi se situó en un cerro de optimismo, mientras ultimaba su sueño, tecleando hasta la extenuación, cumpliendo sus plazos existenciales, alimentando la esperanza y el desafío. Cuando por fin terminó, la celebración apenas se quebró en sus pestañas, porque vino la etapa más difícil. Sucedió lo del atropello, la muerte del abuelo Víctor, el bajón anímico y físico, pero había que seguir trabajando, cada día, a pesar que las ganas flaqueaban. Che desapareció, dejando en nosotros un vacío confuso. El patio parecía en aquel principio frío, aunque la manta verde acunó mis entretelas y mis dudas. Los meses fueron transcurriendo, tal vez acelerándose de a poco. En tanto Javi se dedicaba a entender que lo del título y la visa sería más complicado de lo que nos prometían, y a corregir sus ánimos, corrigiendo también su sueño. Nos fuimos así haciendo al barrio, a los humanos que viven acá, a sus seres, y un nuevo modo de ecosistema impuro nació en su concilio. La humana vieja, la humana con gafas, el vecino del fondo, el cachorro grande, los vecinos mecánicos, la kioskera linda, Gos, Oso, los gatos, los patos y las gallinas extrañas, son parte de nuestra familia reciente y de nuestro corazón. Nuestro acento se ha ido transformando y ahora los humanos y los seres de acá nos aceptan. Es inconcebible saber a dónde nos conducirán las cosas. La ausencia de Noa, el susto que nos dio Naquel y la alegría temprana de su adopción, la tristeza al saber sobre Elenita, David y su herencia, que abrazó a la vida tan fuerte, que la consumió con todo su amor, son los vaivenes que nos traen las olas y el viento, atravesando el océano y las distancias. Continuamos luchando, unidos más que nunca, conocedores del universo interior de cada uno y de las circunstancias que nos rodean. Hoy puedo decir que soy más humana y que Javi es más libre, aunque la libertad le pese como una piedra sobre la espalda. Si la sociedad no acepta su capacidad, él se las arregla para desarrollarla, si nos empujan a ser sombras ilegales, no nos preocupa porque somos luz. La terapia optimista es su forma de obrar por su prójimo, y nuestro modo de vivir el ejemplo silencioso que trata a cada instante de plasmar en nuestro entorno el significado de ese sueño que Javi corrige en su pantalla y que brilla en sus ojos para colmar mi nariz.   
    Javi ha ido a cenar al sitio de los perros con algunos amigos, y ahora celebra con ellos la llegada del nuevo año. Como estoy dentro de él, sé que ni las drogas ni el alcohol suplen los sentimientos reales; sentimientos de nostalgia, de incertidumbre e ilusión. Por ello la mayor de las rebeldías humanas consiste en extinguir el tiempo en un puño, mirar los árboles del fondo, besar unos labios morenos durante la amanecida de niebla, y descubrir en luces de colores y la música electrónica un sentido transcendental.



Día 577
(El prometedor 2015)

    Los pensamientos de Javi se sitúan sobre nuestro porvenir. Dos sendas se abren a lo lejos, una que recorre esta tierra que un día nos permitió comenzar de nuevo y otra que nos conduce a la otra orilla, donde nuestra tierra nos llama a volver. Quién sabe hacia cuál de las dos nos llevarán nuestras patas. Ambos estamos preparados para cualquier cambio. Todo este tiempo vivimos en la escuela de la vida y ahora, habiendo aprendido algunas cosas, estamos dispuestos a aprender todavía más. El sueño de Javi prospera, despacito, forjando una estructura inalterable que anticipa su intención. Yo protejo esta esperanza con cariño, y porque esa es mi esencia, mi afán ha de ser acompañarle, aguardando sus caricias y su entendimiento.  De este modo vamos afianzando nuestra relación, que continua creciendo como un árbol. El trabajo con los humanos especiales y con Pedro nos permiten el pan y el sentido, y al descubrir las historias de acá, amando a los seres que las protagonizan, nos hace profundizar en él. Somos de este barrio y de este pueblo, al igual que fuimos de cada lugar en el que residimos. El sitio de los perros, la pradera maravillosa, y también aquel pueblito en la sierra, en nuestra tierra, y aquella casa que bordeaba el río y el parque. Por más que nacimos en un lugar, sentimos que pertenecemos de otra forma a nuestro paso. Ninguna tierra es de nadie, y aunque el sistema humano nos excluya, no ocurre así con su comunidad.
    Este año que comienza tiene trazas de ser trascendente. Mi nariz me anuncia y me revela las primeras sensaciones. Veo a Javi hablando con los suyos en la pantalla, sonriendo y con los ojos brillantes. Ahora, después de despedirse, se arma un pitillo de hierba y empieza a teclear mientras yo me tumbo sobre las baldosas frescas. Afuera, en la calle, el calor condiciona la tarde. Las radios están prendidas y compiten para hacernos llegar su música. Es 1 de enero del año 2015. Tal vez una perra no debiera entender de calendarios, sin embargo compartir el corazón humano tiene sus consecuencias.     


Día 578
(Un árbol de espirales sobre la piel)

    Hoy nos hemos levantado temprano, pues ayer, salvo algunas horas de vigilia, Javi tecleando y yo divagando por el patio con Gos y Oso, nos la pasamos durmiendo. La joda de fin de año aún flota en la mirada de Javi, y por ello ha decidido alejar su química artificial dando un gran paseo por el río enorme. Los colores de la mañana eran intensos y el olor de las plantas, las flores y los animales, han avivado nuestro ánimo, a Javi le han filtrado la sangre, en tanto a mí me hacían correr de alegría. De vuelta el calor comenzaba a apretar, y así, al llegar a casa, Javi me ha mojado en el calefón para refrescarme. Él se ha preparado para salir, y no ha tardado mucho en hacerlo montado sobre la bicicleta. Las horas han transcurrido como las nubes atravesaban el cielo. Y como poco había que hacer salvo mordisquear algún hueso, me he acurrucado junto a la puerta para esperarle.
    A su regreso, sus ojos brillaban con intensidad. Después de dar un nuevo paseo, esta vez por la villa, hemos comido algo y Javi se ha puesto a escribir en su libreta. Los cachorros jugaban en la vereda a la pelota y sus gritos entraban con la luz por las ventanas de la cocina. Javi ha parado de pronto y se ha sacado la camiseta. En su espalda, sobre la piel, han dibujado un árbol de espirales. Es el mismo que Javi representa en versos afianzados de amor y genealogía. Una homenaje perenne a todos aquellos humanos que fueron y son importantes en su vida, que forman su clan, su manada, por quienes siente un compromiso afectivo. Cada uno, una espiral, desde las raíces a las ramas.  


Día 579
(Conversación con la humana vieja)

    Tomando una infusión con el palito metálico, Javi y la humana vieja hablan sobre sus respectivas vidas. Antes de que la humana marchara al Norte para ver a uno de sus hijos y terminara con ello la terapia propuesta por Javi, solían tener charlas parecidas, que al final de la tarde les hacían intercambiar impresiones y recuerdos. Su amistad se cultivó con las conversaciones, pues el entendimiento parte de la escucha mutua.
    -¿Cómo era este pueblo cuando llegaste desde Tucumán?
    -Diferente. Ya era grande, pero na que ver lo que es ahora.
    -Y ¿por qué Escobar precisamente
    -Me vine juntada con un hombre de acá. Como él estaba casado, pasé al principio mucha vergüenza. Le conocí en Santiago del Estero. Él trabajaba haciendo las vías del ferrocarril y yo en un tambo en el campo.
    ¿Qué es un tambo?
    -Una especie de granja, con cabras y vacas.
    -Mirá qué bueno. Mis abuelos también tenían vacas y cabras. El campo es el campo, acá y allí.
    -Viví en la misma casa con su mujer. Él ya tenía tres hijos varones. Pronto tendría conmigo tres hembras.
    -¿Y qué pasó con su mujer?
    - Pasar nada. Terminamos siendo amigas. Estaba enferma y murió tiempo después. Fue ella quien le dijo a su marido que se buscara otra mujer. Así lo hizo él.  
    -Mucha generosidad ¿no?
    -Más vale. ¿Tú nunca has tenido mujer ni te casaste?
    -Amar he amado, pero nada de casarme.
    -Ah, entonces vos sos un gato.
    -Jaja… No, che, no soy ningún gato.
    -Y allá en tu tierra no tenés a nadie.
    -Sí que tengo. Pero nadie que haya podido atarme e impedirme el vuelo.
    -¿Viste como sos un gato?
    -Soy más bien un pájaro.
    -¿Y qué es lo que más echás de menos de allá?
    -Sin duda la gente. Sueño con ella. También algún rincón especial. Imagino que a vos te pasará lo mismo. De Tucumán a Buenos Aires existe casi un continente de por medio.
    -Sí, la gente es distinta. Y la forma de vivir.
    -También en nuestras vidas hay otras semejanzas.
    -¿Cuáles, dime?
    -Ambos hemos sido bastante libres amando. Vos te juntaste con un casado y yo tengo mis estrellas distantes.
    -No se puede comparar. Vos estás con una y con otra, y en verdad con ninguna. Yo, desde que murió mi marido no he vuelto a estar con nadie.
    -Eso amiga, es porque su muerte te volvió bastante boluda.

    La humana vieja se ríe, alcanzándole el mate cebado. Javi chupa despacito el palito metálico, y busca mis orejas bajo la mesa para acariciarme.


Día 580
(Plazos)

    Los humanos construyen expectativas, planifican proyectos y sueños, metas como un horizonte visible, referencias y mapas para llegar, y por si no fuera poco, encima se ponen plazos. Con ello, dejan que el tiempo les asfixie, y se cuela en cada acción y pensamiento. Javi no es distinto a los otros humanos, sin embargo, sus plazos son de goma, y consigue estirarlos para sortear la chasco y sus vacíos.
    Esto no significa que a veces la frustración le alcance, y que tenga que filtrar sus sentimientos para mitigarla. El tiempo es para Javi un dios abstracto que controla la realidad a través de su conciencia. Es un dios interno, que refleja las leyes de la física y relativiza nuestra vida, y uno externo que empuja y se desespera. Lo ideal es no hacerle mucho caso.
    Los plazos de Javi pasan por la sociedad humana, aunque rápidamente los desestabiliza. Si no hay ambición ni sueño determinista resultan simplemente una indicación razonable e instintivamente defendible.
    La mente de Javi los desplaza, por ello continuamente brillan. La visa de trabajo en unos meses, el título para cuando asistir a las clases no suponga una lacra irracional, la equinoterapia será cuestión de la trayectoria ignota, la corrección del sueño cuanto antes pero sin ansiar su certeza, y el posible retorno a nuestra tierra, esto sí, al amparo de nuestro corazón y sus súbitas necesidades.
    Mis plazos son también sus plazos. Estar siempre a su lado, en los momentos buenos y en los malos, y sentir que nuestro amor es tan fácil,  como oler sus pensamientos y encontrar su mano tierna y su silbido.     


Día 581
(Familia de no-sangre, antigua)

    Hoy Javi se ha levantado temprano. Ha compuesto el desorden súbito de la casa, ha desayunado café y unas tostadas con aceite, se ha bañado, y después de armarse un pitillo y abrir la puerta del patio, se ha marchado a trabajar.
    Las horas han acondicionado la mañana, y el mediodía ha sido custodiado por un criterio atemporal. Como las gallinas extrañas no dejan de tener pollitos, luego los perros callejeros los equilibran. Gos y Oso han estado abombados de calor, tumbados en la sombra del galpón del fondo. A mí me gusta más la del sauce y las plantas de yuyo, porque tienen el olor de Javi.
    Cuando ha regresado hemos estado paseando por la villa. Más tarde nos hemos sentado en la vereda de casa, Javi para escribir con su libreta y su lápiz, yo para repasar la comunidad de fragancias que componen nuestra calle. El árbol de espirales de su espalda se asienta y el otro crece para alcanzarle.


RULO
Pocos amigos de la juventud conservé
pues la vida me hizo evolucionar demasiado rápido

a veces pienso si hubiera sido de otra forma
pero sinceramente silbo de alivio

tú eres un puente con aquellos
que un día defendí irracionalmente
que ahora apenas son trazo irreverente
por tomar caminos predescritos
y desvanecerse en esos sueños que no comparto
de los que sólo me quedan instantes de júbilo gris

tú eres parte también de ellos
la misma mirada
                                                  y sin embargo hay algo
que te rescata o te protege
que te sostiene ínfimamente de un hilo

tal vez escuchas el eco del engaño
aunque te atrae de un modo apacible
quizás mis palabras te hicieran reflexionar alguna vez
replanteándote el amor o el credo 

mi madre me decía que tenía que ser como tú

es una lastima que la tuya
                                                 no te dijera
que siguieras a tu corazón de vez en cuando.    




PLEITE
Primo
aunque seamos primos lejanos
segundos o terceros
nunca lo tuvimos claro ni nos importó

aunque me busques en los momentos de frío
y te alejes después en un barco de auto-hipnosis positiva

aunque me llames sólo para  descubrirme lo mismo
una y otra vez
zarandeando las redes del silencio ambiguo
y el reflejo de un charco de LSD

aunque me escribas sin quererlo
mensajes que no sientes
y te empeñes en mostrar una parte de ti
que alguien puso para sujetarte 


aunque te resistas a ver lo que te hiere
y el miedo a la soledad te convierta en títere
reprimiendo tu verdadera valentía 
tus impulsos fundamentales

siempre tendrás en mi un buen amigo
por tu sinceridad incorregible
por tu sentido de la justicia
porque me enseñaste a pelear
y a encajar cualquier golpe

porque aquella vez que me salvaste
y las zapatillas de un rapero
terminaron en el cuarto piso de un bloque
supe que tu presencia en mi vida
resultaba en todo necesaria 


    Javi tiene una familia de sangre que ya ha sido descrita. Ahora es el turno de la de no-sangre, cuyas ramas son un testimonio del respeto y el afecto íntimo, no condicionado, con perspectiva de podas e injerto, de sabia cristalina y ciclos estacionales.


SEMANA 84

Día 582
(Trabajo desorbitado)

    Hoy Javi ha llegado del trabajo con cara cansada y un aire de desencanto que hacía mucho tiempo no tenía. En el hogar de humanos especiales hay problemas que nadie afronta, o que se hace de un modo superficial. Entre humanos enfermos, de vacaciones y caraduras, el trabajo se está volviendo irracional. Los humanos especiales están adoleciendo la ausencia de referencias. Rostros que van y vienen, cuya única querencia es la plata, y que carecen de una vocación social y un compromiso coherente con la institución. Los profesores que aún quedan deben hacerse cargo de su trabajo y el de los que faltan, cubrir huecos, descansos, zafar en el sentido básico, es decir, lograr que los humanos especiales no se lastimen y obrar a su vez para que no pierdan capacidades. Hay algo turbio en todo esto, que Javi no puede dejar de asumir. Hace tiempo que ya advirtió a sus jefes que sucedería, y como éstos le dijeron que se encargarían, ahora se siente engañado y decepcionado.
    El cansancio no le permite teclear como él quisiera, y se tiene que echar muy pronto a dormir. Con todas sus fuerzas lo intenta, pero el malestar se lo impide. Según su opinión varios de los compañeros y compañeras que se enfermaron, lo hicieron por la sobrecarga de trabajo y el estrés subyacente. Bajan las defensas, se agotan las energías. Javi es sólido y se la aguanta, aunque no sabe hasta cuando y también empieza a dudar el por qué.     
    Esta claro que si lo soporta es porque se comprometió a trabajar con los humanos especiales y con Pedro. Sin embargo tiene otras ofertas de trabajo, y si nada cambia, si el engaño se mantiene, no habrá más remedio, por salud y rebeldía, que rajar de ahí.



Día 583
(La remera de hilo)

    El mismo rostro cansado de Javi, durante nuestro paseo de la tarde por la villa. Sus ojos apagados mientras, en el intervalo optimista, los cachorros nos rodeaban con sus juegos inocentes. Al atardecer, los vecinos mecánicos han montado una fiesta improvisada. La cerveza y el asado han invadido la vereda de nuestra calle, y la cumbia, el llámame y las chacareras alegres sonaban en las radios. La humana con gafas recogía la ropa de las cuerdas del patio, mirando a los humanos con deseo, y la humana vieja regañaba al cachorro grande porque le ha vuelto a sacar plata de la cartera para comprarse comida. El humano del fondo y la madre del cachorro han discutido y ahora están cada cual sentados en una esquina del patio, tomando infusión con el palito metálico, en tanto el cachorro, para evitar la riña de su abuela, les iba pasando el mate cebado y la sonrisa.
    La noche ha ido llenando el cielo de estrellas. No eran distantes, sino cercanas. Como Javi no ha querido ir a la fiesta de los vecinos se ha puesto a teclear en la pantalla. Pero su pensamiento divagaba con el cansancio y una remera de hilo, que la humana linda del kiosco le ha regalado a la tarde, cuando ha pasado ha comprar medio kilo de pan y puchos.
    Ahora la llama por teléfono, para decirle que la invita a cenar para darle las gracias. Hay un silencio incombustible, y después un tímido sí. de colgar Javi comienza a pelar papas, batatas y berenjenas.



Día 584
(Los humanos especiales se amotinan)
    Los humanos especiales tienen una sensibilidad que difiere razonablemente del resto de humanos y seres. Soportan el dolor más intenso y la soledad continua. De pronto un estímulo les alcanza el corazón con una fuerza que sobrecoge. Se ríen cuando deberían llorar, y en vez de llorar trazan palabras ininteligibles que nos dictan un sentido oculto. Gustan de una estructura y un ritmo heterogéneo, y de actividades repetidamente variadas. El tacto les incordia o les llama, cualquier sonido les recompone, la comida es para ellos un placer metafísico, donde a veces se permutan en pánico y otras en bondad suprema. La hora del mate es un recinto amurallado en que aferrarse a su cultura. Cuando algo les alegra la vida florece a su alrededor, y si la tristeza o la angustia les roza, bajarán  nubes sombrías desde el cielo.
    El pensamiento de Javi me describe estas cosas, en tanto voltea una tortilla de papas en la sartén y sonríe para alejar el agotamiento acumulado. El centro de humanos especiales ha vivido hoy un motín de residentes. Y es que la revolución también vive en ellos. Por ello piden a su modo más cariño, menos gritos, una pileta, caramelos y un etc de demandas verosímiles, extremando la paciencia de sus cuidadores e incluso sus lágrimas, pues a veces ignoran qué hacer para sostener el silencio tras las puertas.


Día 585
(El karma y la pantalla tecleadora)

    Siempre pasa que los sentimientos turbios tienen consecuencias sobre la vida. Es una ley universal, que algunos humanos denominan karma o integración íntima. Tal vez es la creencia de que todo lo que nos acontece está ligado, y hasta el más mínimo detalle de nuestros actos revela un línea invdivisiblesi que los une.
    Desde hace unos días Javi no puede teclear como quisiera, y las ideas se acumulan en su cerebro como un río al que estancaran su cauce. Lo que fija lo destruye, como si la traducción de su mente a la pantalla fluyera de una forma artificial y arrebatada.
    Hoy, como cada tarde, tras el paseo por el barrio, Javi se ha propuesto derribar el dique. Sin embargo algo he olido yo en su interior que se enfrentaba, y es así que la pantalla tecleadora, proyectando sus sentimientos ambiguos ha dejado de funcionar como debía, y se ha quedado bloqueada, inmóvil y silenciosa, como si con ello expresara un malestar que Javi no es capad de reconocer por sí mismo.



Día 586
(En la gran ciudad)

    Qué fácil me resulta cerrar los ojos en el patio y abrirlos para ver y sentir a través de los ojos de Javi. Contemplar el viaje en el vehículo colectivo y notar su sonrisa en la piel de su cara, pues ahora es también la mía.
    Anoche se acostó muy temprano y el descanso le ha hecho tan bien, que esta mañana lucía en él una mirada alegre y limpia, desconectada de las cargas cotidianas y de los sinsabores acontecidos.
    Ha estado haciendo fotografías en algunos barrios contiguos, Caballito, Flores y Villa Devoto, al norte de la ciudad, y paseando por enormes avenidas en las que se abrían parques frondosos como bosques. Al mediodía se ha dirigido hacia el centro y ha entrado en una casa de tatuajes. Después ha comprado algo para comer y ha ido caminando al jardín botánico.
    Sin duda este es el lugar que más le gusta de la ciudad y durante varias horas se ha perdido en aquella diversidad conmovedora de verdes y texturas. Su libreta se ha ido llenando de poemas casi sin querer, de reflexiones convenientes, y al estar dentro de él las sentía como mías. En el aire de la tarde flotaba una luz tranquila, y aunque el calor hacía transpirar a humanos, perros y demás seres, era maravillosa tanta quietud.
    Las calles de la gran ciudad estaban casi vacías. Muchos humanos se han tomado vacaciones y se han marchado a otras partes, poblando aquellos sitios que en los meses de invierno permanecen despoblados.
    Quién sabe si ha sido el aire, la luz o el vacío, el descanso, la atribución emocional o la esperanza repetida, lo que ha llevado a Javi a sacarse su cortedad y acercarse a dos humanas que se encontraban pintando un lienzo en un rincón de aquel jardín inconmensurable. Durante un rato ha compartido todo con ellas. Comida, arte vivo, bebidas silenciosas, sentimientos, pitillos, experiencias, palabras irrepetibles, miradas desnudas, y al final también besos. El lienzo que pintaban era una maraña de plantas y flores que representaba a la gran ciudad y sus seres. Las dos humanas han prometido a Javi que vendrían a visitarnos a nuestro pueblo para pintar el río enorme y los árboles imponentes. El sol comenzaba a caer sobre los altos edificios de cristal, cuando Javi se ha despedido de las humanas y del botánico, luego de dejar escrito sobre el lienzo un par de líneas: Cortázar ya lo dijo: no puede ser que estemos aquí para no poder ser; nosotros decimos hoy que sí somos, aunque no sabemos si mañana podremos seguir siéndolo.
    Ahora regresa en el vehículo colectivo, con la sensación de que otra vida podría esperar tras un salto. Mañana ha de volver al trabajo, a los desafíos cotidianos, a la lucha constante, y un  nudo de ansiedad atraviesa la boca de su estómago. Hoy tuvimos nuestra tregua, pero el descanso acaba, y la realidad es un frente de batalla.



Día 587
(Secuencia perversa)
    Con hoy ya son cinco los días que Javi ha estado trabajando sólo de profesor en el hogar de humanos especiales. Esta semana se han sumado tres, añadidos a dos domingos anteriores. Es triste cuando la pedagogía y el bienestar han de ceder a la presión económica y la falta de recursos positivos. La situación es grave, y solamente el apoyo entre compañeros está sosteniendo lo insostenible.
    La cara de cansancio de Javi anuncia una nueva semana repleta de cargas. Sin embargo no se somete. La secuencia perversa prosigue su crecida. Acabamos de regresar de dar un paseo, y ahora Javi enciende la pantalla tecleadora, no para corregir su sueño ni para ver alguna película que le distraiga momentáneamente de tanta arbitrariedad deshumanizada, sino para actualizar y enviar su currículum por los canales del aire descrito, en busca de laburos más tangibles y menos dañinos.



Día 588
(Explotadores y explotados)
    En el mundo humano hay una raza de explotadores y otra de explotados. La primera es mucho menor que la segunda, y aún acumula casi todas las riquezas que existen y el poder para mantener los privilegios con los que la reúnen. Las sociedades y culturas humanas fueron evolucionando y desarrollándose, pero a pesar de los cambios, de aquellas libertades extendidas desde la raza de los explotadores hacia la de los explotados, de la transformación de los sistemas, del aumento de las clases sociales, del nacimiento de la burguesía y las clases medias, del fin de los absolutismos, y de la llegada de la mal llamada democracia -que más que por las revoluciones fue impuesta y extendida por las guerras-, las dos viejas razas se mantuvieron, y fueron las mismas libertades que los explotados obtuvieron de los otros las que después de un tiempo convenido les amarraron aún más fuerte, aunque de un modo más callado. Todo estaba escrito.
    Los pensamientos de Javi dibujan otra historia, en la cual las interpretaciones varían. Con Estado o sin él, sólo habría un modo de abolir la desigualdad arcaica. Devolver al ser humano a su primitiva forma social, y establecer unas reglas positivas que afianzaran la libertad verdadera. Si en una sociedad, todos y cada uno de los individuos trabajaran para el conjunto, pongamos cuatro horas, en las fábricas o en los campos, en puestos administrativos, recolectando los frutos del mar o en la vanguardia de las investigaciones, todos por igual podrían beneficiarse de la riqueza. Si existiera una ley que determinara este aporte solidario bajo destierro o exclusión pública, todos tendrían trabajo, casa, comida, abrigo, y un resto de necesidades tanto materiales como espirituales. Nadie pagaría por la educación, ni por la asistencia médica o legal, ni por una entrada de cine o de teatro. La gratuidad de dichos beneficios bastarían para equilibrar la mayor parte de las diferencias. No obstante, algunos dirían, que el sometimiento continuaría de algún modo. Nada de esto. Las cuatro horas de trabajo serían para el bien de la comunidad, para contribuir a sus logros. Del resto que cada uno se haga cargo. Si un humano gusta de elaborar artesanías, que las elabore, si otro tiene maestría pintando retratos, nadie habrá se lo impida, si su afán, en cambio, es hacer política, que hable con las multitudes si le escuchan, o si cree estar en contacto directo con dios o la indolencia, que se rasque todo el día las bolas. Habrá también quien descubra una nueva tecnología que tornará la vida de todos, o quien se dedique a ayudar a los demás, con palabras, cartas, terapias y un etc de filosofías. Sin embargo de estas aficiones personales, gustos, vocaciones o empeños, no se podrá obtener un beneficio económico posterior, salvo el del intercambio libre y el acuerdo. La última consecuencia de todo esto es que el dinero se suprimiría, y el inconmensurable yugo que los opresores colocaron sobre los oprimidos dejaría así de existir.
    En las sociedades humana, apenas trabajan un veinte de cada cien humanos en edad de trabajar. Uno sólo de cada cien mil recauda de una manera u otra los rendimientos de aquellos veinte. Si trabajaran los cien es imposible que uno sólo pudiera atesorar estas fuentes. Por ello a los opresores dependen de un cierto número de parados que fluctúa según sus intereses, y de la incultura de las masas, que aguardan a que el trabajo leas llueva del cielo. Hacen todo lo posible por controlar el destino de los veinte productores, con guerras, crisis y otros vaticinios. Lo consiguen a través del Estado, de los medios de comunicación y de cuantas medidas enajenadoras y coactivas conocen. Si hubiera trabajo para todos y todos pudieran cubrir por igual sus necesidades, entonces el Estado sería absurdo, y el miedo a caos sería inconcebible, pues un nuevo orden derivaría desde su base, sin ideologías, ni banderas ni credos. Los vagos se convertirían para no ser señalados y rechazados, y los corruptos construirían naves para escapar a otro planeta.
    Me encanta oler los pensamientos de Javi, porque siempre acarician la esperanza. No son las mentes ni los brazos los que sobran en su sociedad humana optimista, ni los veinte ni los cien ni los cien mil, ni siquiera ese sólo individuo que los oprime. Ahora se prende un pucho mientras sigue con sus ojos varios niños descalzos corriendo por nuestra calle. Qué lindo sería si todos los seres humanos pudieran correr descalzos, sintiendo ese otro corazón bajo sus pies.         

viernes, 2 de enero de 2015

Diario de una perra en Argentina (Semanas 79, 80 y 81)

SEMANA 79
Día 564
(Palabras que sirven)

    Javi habla en la cocina con una humana que ha venido a dormir a casa alguna vez. Toman infusión con el palito metálico mientras la música sale de la pantalla tecleadota dorando el aire cargado de humedad. Ella enturbia su corazón con esperanzas flacas, y Javi se siente libre para apreciar su amistad y su cariño.
    -¿Qué pasa con el padre de tu niña?
    -Resulta que ahora quiere volver con nosotras; después de que hace siete años nos abandonara.
    -¿Y vos qué es lo que querés?
    -No lo sé. Por un lado pienso en mi hija. Que su padre esté cerca de ella es positivo. Pero no quiero que sea como antes. Me dice que ha cambiado, pero no le creo.
    -Alguna vez te pegó.
    -Sí, me pegó. Aunque lo peor era el desprecio. Me hacía sentir la peor persona del mundo. A Marcela, en cambio, la trata rebién. Siempre me da plata para que le compre de todo, y la niña me cuenta que lo pasa lindo los días que están juntos.
    -¿Y sería igual si viviera con vosotras? Tal vez se esfuerza porque apenas os ve.
    -Eso pienso también yo.
    -Mi madre me dice que le de una oportunidad, que al fin y al cabo es mi marido y que dios hará que funcione.
    -¿Dios? Dios no sabe nada de relaciones humanas. Mirá lo que es la Biblia. Las personas sólo cambian cuando no tienen más remedio; es así de simple. ¿Te conté que no creo en dios, verdad? Menos aún en el matrimonio.
    -Pero entonces qué hago.
    -Es una decisión difícil.
    -¿Y no te importa?
    -¿El qué me habría de importar?
    -Sos una persona extraña. Es no te gusto ni un poco.
    -Me gustas, aunque no lo suficiente para anteponer mis deseos a vos ni a tu hija.
    -¿Qué querés decir?
    -Che, que una cosa es tu marido y otra yo.
    -Te estoy pidiendo tu opinión, no significa que la acepte tal cual.
    -¿En serio querés saber mi opinión
    -Pues claro boludo, sino no estaríamos hablando.
    -Está bien, compi. Tu marido empieza a sentirse viejo y la soledad amenaza su vida. Te dejó en su día porque se cansó, no porque no te quisiera. Ese tipo de amor es un fraude Tal vez si vos hubieras sido diferente, si hubiera podido controlar tu carácter. Vuestra historia es amargamente usual. Vos reaccionaste, y antes de que le mandaras al carajo, se te adelantó y se marchó por algunos años. Ahora, como ya no coge como antes, como encuentra a nadie mejor ni peor, quiere tenerte de nuevo bajo su sino; es decir, quiere recuperar un agujero y un techo. Su hija no le importó nunca, la plata no puede llenar las carencias afectivas, y si hoy pudiera parecerlo, es por puro remordimiento retroactivo. Vos me planteas esto porque aquel que pensaste una vez que sería el hombre de tu vida viene hoy para tratar de serlo nuevamente. Si lo pensaste entonces es porque él te lo dijo repetidas veces y tú te lo creíste. Yo nunca te diría que soy el hombre de tu vida, porque entiendo cómo funciona mi corazón y el tuyo. No cabrían engaños. Y respeto la alegría de ser libre, aunque a veces me pese o sencillamente no pueda. La diferencia es que yo viviría contigo para quererte bien, no para maniatarte ni hacerte exclusivamente mía; tampoco para maniatarme a mí, siendo exclusivamente para vos.- 

    Javi acaricia la mejilla de la humana y ella sonríe comprendiendo la respuesta. Desde las baldosas contemplo la alegoría humana, el juego de los sentimientos, en tanto el sonido de las calles compite con la música de la pantalla. Hay palabras que sirven y palabras que revelan. Javi nunca deja escapar la oportunidad para cultivar el todo, para provocar la nada.  


Día 565
(El chorro)
   
    Algo chilla  y aúlla en la soledad social del mundo humano. Hoy Javi se ha marchado a trabajar sobre la bicicleta, cuando las entretelas del día se han ido afianzado sobre el azul del cielo. El patio asumía una calma desigual, llevada al movimiento por las gallinas extrañas y los patos, y dada a la quietud por Gos y Oso, por las lagartijas, y también por mí, dormitantes sobre la tierra, el ladrillo y el cemento.
    Cuando Javi ha regresado por la tarde hemos ido a pasear por la villa. En apenas unos minutos estábamos saliendo a campo abierto dejando atrás las últimas casas de chapa. Instintivamente tomábamos la dirección del río enorme y sus brazos menores. Los countries de los ricos se extendían hasta donde la vista alcanzaba, y el contraste se hacía palpable, pues en nuestro humilde barrio hay tantas viviendas como en todos aquellos barrios fortificados juntos. La tarde se ampliaba con la luz del atardecer, que con el verano aproximándose ralentiza su ritmo aferrándose al cielo. Cientos de pájaros revoloteaban entre los árboles imponentes, buscando el mejor sitio para su cercano descanso. Durante un rato hemos podido disfrutar del sol más suave y plegar las rutinas gastadas.
    No obstante, de vuelta en nuestra calle, había un gran revuelo de perros y humanos. Las sirenas de algunos vehículos de la policía brillaban entre el polvo y los humanos peleaban en tanto los perros ladraban. Javi se ha acercado a preguntar lo que ocurría y yo me he quedado a cierta distancia, temerosa de meterme en medio del kilombo. Pronto todo se ha tornado más tranquilo, el polvo declinaba sobre la tierra, los perros hacia las puertas del supermercado chino y las distintas despensas y los humanos hacia sus casas.
    En el pensamiento de Javi se suceden ahora las imágenes y siento su rabia. Un chorro de la villa ha tratado de robar a una humana vieja en la esquina de nuestra calle. La vecina se ha resistido y el chorro la ha clavado su navaja. La humana vieja, por suerte, se encuentra bien. Al chorro han tenido que llevarle al hospital. Algunos vecinos humanos que han presenciado el atraco han reaccionado y le han desarmado. Después le han golpeado con palos y le han apuñalado con su propia navaja. De no intervenir la policía probablemente le hubieran matado.
    El mundo humano está lleno de controversias de este tipo. Esta tarde, cuando paseábamos, Javi distinguía la desigualdad que existe entre los humanos que viven a todo lujo y los que viven en la miseria. Tal vez lo más sencillo sea culpar al chorro se ser como es. Sin embargo la sociedad humana, tal y como se concibe a si misma, es igual de responsable. Si no, no debería llamarse sociedad sino jauría.       


Día 566
(Barrio vivo)
    Por fuerza, los acontecimientos se repiten agilizando su intención. Javi ha estado ensayando de nuevo con la murga del barrio. Esta vez no ha sido en el galpón de siempre, junto a plaza de la villa, sino en el bulevar que conduce al centro del pueblo. Los humanos lo han cortado al tráfico de vehículos por la tarde y varias comparsas con sus trajes de colores invadían de alegría sonora el atardecer.
    Yo no he estado allá con él. Es su pensamiento quien me dicta ahora lo acontecido. No me ha llevado por los petardos y el estruendo, y como los perros somos en esto igualitarios, ninguno ha podido prestarme sus ojos para que lo viera.
    La murga donde Javi toca algunas veces es la más pequeña, pero con todo ha elevado su música hasta las nubes. Las humanas bailaban moviendo las caderas y los cachorros las imitaban para aprender. Muchos humanos del barrio ha acudido a contemplar el ensayo, y algunos de ellos obsequiaban jugos y empanadas a los músicos y a las bailarinas. El barrio está vivo, porque en él se reúnen las diferencias. Javi ha llegado a casa con alguna ampolla en los dedos, aunque su cara y el brillo de sus ojos le decían a mi nariz que ha merecido la pena.
    Siguen avisando a Javi porque uno de los humanos que tocan el timbal grande a veces no va a los ensayos. Javi aprovecha para asimilar los ritmos de acá y enhebrarlos con los ya tiene. Y es que la música le enciende de nostalgia. Por ello ahora suenan rumbas y bulerías en la pantalla y Javi teclea ensimismado acompasando con sus pies esas palabras que se le resisten.



Día 567
(Compartir)
    Veo a Javi entregar un sobre con plata al vecino del fondo. Éste le da las gracias y repite, como avergonzado, que se la devolverá en cuanto pueda. Oso ladra a una de las gallinas extrañas porque le ha robado un trocito de carne. La vecina con gafas chusmea tras las cortinas. Javi le agarra del brazo y aprieta. Le dice sonriendo: No hay nada que devolver, compa. Ahora sois también mi familia.



Día 568
(El resfrío)
    Anoche el ventilador hizo estragos. Las aspas envolventes enfriaban los nuestros sueños, formando remolinos de polvo acumulado que entraban por nuestra nariz y nuestra garganta. Hoy Javi se marchaba a trabajar con la garganta en carne viva sin poder dejar de toser. El calor de estos últimos días apenas se ha esfumado en unas horas y el resfrío ha sido inevitable.
    Esta tarde, a su regreso, después del paseo y de algunas compras en el chino, se ha acostado en la cama con algo de fiebre. Yo también estoy algo resfriada, por el ventilador y por pura empatía. Las bolsas de la compra descansan sobre la mesa en la misma posición, igual que vinieron. Ahora me subo despacio en la cama, sobre sus pies, y aguardo las caricias mientras él se enciende un pitillo irracional que le calma la tos oxigenando levemente su alegría.





Día 569
 (La corriente del sur)
    Despierto en el patio y la sed me lastima. El calor absorbe la humedad o la provoca, y el verde de las últimas lluvias aguanta su empuje. La sombra bajo el sauce y sus ramas es más fresca que bajo la pared. Los humanos se preparan para los meses de verano y se despiden de la primavera armando las piletas de plástico y comprando frío artificial. Hoy sopla sin embargo viento del sur y las libélulas aprovechan esta corriente momentánea para migrar hacia el norte selvático. El sol aprieta pero el viento aplaca su poder. Los elementos se equilibran y los animales sentimos dicho respeto que pronto se romperá en su transformación.
    Los seres humanos no se paran a sentir estas cosas. Viven ajenos a ese mundo sencillo de los átomos y los colores, de las formas y los alientos, de la vida que surge y se marchita.
    Javi teclea dentro de casa y noto desde acá su pensamiento consumirse. ¿A veces me pregunto qué gana escribiendo e ideando historias ficticias? Si lo hago es porque él mismo se lo cuestiona. No obstante ahora que acaba, viene afuera a sentarse bajo la sombra del sauce, a contemplar cómo sacio esta sed prodigiosa, y a sentir la corriente del sur que atraviesa nuestra casa de una puerta a otra, un pequeño túnel en el cual se acelera, y en el que las libélulas somnolientas despegan para tomar la altura suficiente en el tremendo viaje de regreso al norte.  



Día 570
(Cadenas etéreas)
   
    Sueño lo mismo que Javi. No significa que siempre sea así ni que de tal secuencia se conforme una ley definitiva. ¿Será que el acercamiento de nuestra especies hay un nivel esencial que se sintoniza al compartir vivencias y destinos? Si él marcha por un camino rojo yo rastreo sus bordes, si sobrevuela la gran cordillera yo permanezco alerta sobre su espalda, si lo hace sobre un caballo nunca dejo que se aleje demasiado hacia la soledad absoluta sin mí, y si se reencuentra con los suyos, son igualmente los míos, pues nadie puede separarnos de querer a la vez.
    Hace ya un tiempo que Javi no tiene que regañarme, ni siquiera decirme qué debo o no debo hacer. Cuando me ensucio con mugre simplemente me baña, cuando como demasiadas sobras de las vecinas luego no me pone de cenar, si entro en otras casas o en otros patios o me peleo con Oso o con Gos sé que dormiré en el patio, si me escapo por el barrio y él llega antes que yo, a la tarde no habrá paseo ni caricias ni mimos. Si por contra mi energía se dirige al equilibrio, entonces los juegos y los premios lloverán sobre el polvo y mi cuerpo flaco, cayendo gota a gota desde sus ojos brillantes y satisfechos.
    Dicho intercambio es recíproco, y también imperfecto. Por ello yo también puedo premiar y castigar. La fusión de nuestras especies lucha para quebrantar la domesticación mutua, la eugenesia social que nos oprime. Nuestros respectivos yo sociales adquiridos por la experiencia acumulada y la cultura dominadora. Ambos somos libres si sabemos las consecuencias de esta impronta. Así, aunque la confianza, el cariño y el respeto son del mismo modo cadenas existenciales, etéreas, son las únicas que afianzan la libertad individual con la prójima, que sustituyen la correa por el amor.    



SEMANA 80

Día 571
(Mosquitas vs mosquitos)

    Cuando vivíamos en la casa-chabola, en la pradera maravillosa, uno de los mayores desafíos cotidianos era combatir a los mosquitos que venían a la tarde en manadas innumerables. De poco valían las pipetas y el spray, las espirales y el resto de estrategias. Los picotazos se sucedían, y la defensa durante la noche se volvía imposible.
    Ahora, en esta casa, sigue habiendo mosquitos. El río enorme está cerca, pero al haber tantos humanos y perros viviendo cerca de nosotros los mosquitos se reparten. Con todo, en los últimos días hemos padecido un nuevo tipo de invasión, a la que Javi hace frente con lucidez aunque sin resultado.
    La casa se llena de mosquitas. No son moscas grandes, sino unas mosquitas diminutas que salen del desagüe de la cocina y que se van posando en las paredes hasta convertir el blanco en un cielo y ellas mismas en un conjunto de estrellas ensombrecidas.
    Javi no puede dejar nada de comida sobre la mesa porque se lanzan sobre ella como un torbellino de alas y patas y son capaces de sobrevivir al spray y a las espirales, al trapo y la caza. Misteriosamente, la mayoría, desaparece a la noche. Las demás, arremolinadas junto a las fuentes de agua, aguardan el amanecer para reunirse en nuestra cocina.
    Hoy Javi ha tapado el desagüe y no hay tantas como podría esperarse. Sin embargo puedo notar su zumbido en las cañerías tras las paredes. Las mosquitas buscan salir y en algún momento lo conseguirán seguro. Cualquier pequeña grieta, una junta desgastada, o un agujero anónimo puede suponer su retorno. Mientras tanto descansamos. Yo de lanzar bocados al aire cada vez que una me roza la oreja y Javi de interrumpir constantemente su pensamiento y sus dedos por sentirse rodeado de ojos que le miran aguardando una migas de pan rayado, un vaso con gaseosa o unos granos de azúcar derramada.   


Día 572
(Geometría fractal)
   
    Una espiral no es más que cientos de espirales microscópicas unidas que su vez se integran por otros cientos de espirales. Una montaña de cinco mil metros de altura puede tener la misma forma de una piedra de varios centímetros. El brazo de un río al cual llegan sus arroyos, es idéntico al río principal al cual llegan sus brazos. La rama más pequeña de un árbol parece, mirada de cerca, un árbol propio, así como una simple nube resulta igual a un concilio inconmensurable de nubes. La naturaleza, tan caótica en apariencia, posee un orden interno insólito, de ahí su equilibrio y su eficacia. Los animales sentimos esta armonía y ubicamos la destreza de la gran madre.
    Nuestro cuerpo está poblado de células, que son cuerpos detalladamente individuales que se relacionan, como nosotros, entre sí. Un átomo no es otra cosa que un sistema solar ínfimo. Hay soles de energía y cuerdas que vibran en cada partícula íntima de materia.
    Javi bate un huevo en un plato y piensa en estas cosas. El tenedor, al mezclar la yema y la clara, ha fabricado burbujas dentro de las cuales se da la misma mezcla y respiran nuevas burbujas elementales. Los humanos también sienten dicha armonía. Sin embargo está separados de la gran madre por creerse dioses del conocimiento universal. 
    


Día 573
(Coordinación)

    Javi ha regresado del trabajo con rostro cansado. El día ha debido ser difícil y sus pensamientos, que yo huelo, reviven positivamente la acción.
    Se encuentra en el hogar de humanos especiales y ha de organizar los talleres con un cronograma plagado de errores. Hace dos días que ejerce de coordinador de profesores y aunque para él es un reto optimista, entiende un poco mejor la labor y las dificultades. La anterior coordinadora se ha enfermado y, en tanto se recupera, Javi habrá de hacer su papel. Lo más complicado son las decisiones que hay que tomar en el momento y mantener el ritmo de las actividades sin que los chicos se lastimen. El problema es que hay varios profes nuevos y ha de estar asimismo pendiente de que no tengan problemas y que se adapten al trabajo. Hoy ha debido ser un día enrevesado, pues la mirada de Javi se achica y apenas brilla como a la mañana. No tiene ganas de teclear y por ello se ha acostado en la cama a mirar alguna película en la pantalla tecleadora.
    No es la primera vez que coordina a un grupo de gente y sabe de las cargas adicionales. Su mente afronta el esfuerzo y aguarda que le sirva para algo. Sus ojos se cierran sobre la pantalla. Y en su último brillo dibujan una escena esperada. Su jefe estrechando su mano, y extendiéndole un contrato para que nuestra vida se afirme o se mueva.  


Día 574
(Operación rendija)

    Si salgo por un agujero junto al galpón del fondo del patio, entro en el patio de los vecinos mecánicos. Desde allá puedo salir a otra calle, y desde la calle entrar en otros patios. Una separación minúscula entre dos barrotes me valen, un alambre doblado por el viento, un poco de tierra arañada con mis patas, un palo sobre el que apoyar un salto, o trepar por las ramas caídas y emular a los gatos y a los pájaros. Este entrenamiento tiene sus riesgos, pero estoy ganando mucho en habilidad y valentía.
    Hace unos días Javi me encontró, al volver a casa, subida en el tejado. Mis ladridos lograron hacerle sonreír y antes de que abriera la puerta del patio para comprobar por dónde había subido, yo ya me había bajado para mantener el misterio. Hoy he de reconocer que no me ha salido demasiado bien y por ello me veo ahora con la cadena alrededor del cuello, más aburrida que angustiada, aguardando que a Javi se le pase.    
    Por la mañana se podía sentir el olor. A una media cuadra, en una casa anónima, algunos humanos preparaban un asado suculento. Algo debían celebrar, porque la música llegaba junto al olor, y era algo irresistible. Muchos perros vecinos han comenzado a ladrar desde sus patios respectivos y algunos callejeros se agolpaban a la puerta de la casa. Gos, Oso y yo no hemos sido menos y nos hemos unido al coro de ladridos desde el principio hasta que la vecina con gafas se a ha asomado por la ventana y nos ha hecho callar primero a puteadas y después lazándonos una zapatilla.
    En el susto y la desesperación absurda, me he colado por el agujero del galpón del fondo y en el patio de los vecinos mecánicos he hallado el modo de saltar de patio en patio. El aroma de la carne me hacía flotar por encima de las vallas y portones y posarme en las cuerdas de tender ropa. He conseguido alcanzar la casa señalada, pero como el patio donde hacían el asado estaba lleno de humanos he decidido meterme en la casa por la rendija de una ventana entreabierta. Para conseguirlo tenía que dar un salto de unos tres metros desde el suelo, sostenerme lo suficiente para introducir las patas y la cabeza, y luego levantar mi cuerpo a peso. Después de varios intentos, he visto que resultaba imposible, aunque pronto he tenido una idea. He arrastrado con los dientes una silla y la he situado debajo. Sobre ella no ha sido difícil saltar y llegar a la ventana. La rendija parecía en un principio demasiado pequeña, pero unas cuantas contorsiones mágicas han sido suficientes para desafiar la física.
    Menudo kilombo bárbaro. En un impulso íntimo he agarrado un costillar de una fuente que estaba sobre una mesa. Con él en la boca he salido afuera para escapar antes de que nadie pudiera verme. Pero ha sido inútil. Varias humanas han empezado a chillar y las piedras y los tenedores llovían sobre mí mientras corría sin soltar costillar y analizaba posibles salidas en el patio. La suerte es que los palos del portón estaban lo bastante separados para arremeter su separación sin demora. La cuestión es que una decena de compañeros hambrientos me esperaban al otro lado moviendo el rabo y salivando. Todo lo que recuerdo es saltar y en un instante una maraña de dientes y garras se abalanzaba sobre mi cuerpo. Ha sido muy rápido. Algunos arañones, un mordisco en una oreja y caminar con el rabo entre las piernas a casa, sin costillar.
    Javi ha llamado a dicha jugada: la operación rendija. Como en el barrio ya nos conocen, alguien ha debido venir para contarle la hazaña. Ha tenido que pagar a los vecinos el costillar y a mí me ha atado con la cadena. Sin embargo ha merecido la pena. Javi sabe también que la libertad está al otro lado de una rendija, pero nadie ha dicho todavía que el lado podría ser éste.    


Día 575
(Grito Llamamesero)

    Suena música en la radio de nuestros vecinos mecánicos y Javi escribe en su libreta sentado en la puerta de casa. Yo sigo los rastros en la calle. No es una tarea sencilla, pues he de comparar los antiguos con los nuevos, los conocidos de los desconocidos. A Javi le brillan los ojos pues hoy el trabajo ha sido tranquilo. El calor baja con el atardecer y la vereda de nuestra calle se llena de humanos y de cachorros.
    Un humano que vive unas casas más allá viene caminando con dos humanas lindas cuando en la radio clama el grito conocido del llámame. A Javi le encanta y por un momento para de escribir y registra su cadencia. El humano justo le saluda diciéndole: qué onda loco? Javi mira al humano y después a las muchachas lindas. Todo bien responde: por suerte… y ustedes?
    Yo me acerco a él pues siento en su interior forjarse un grito. Ni el humano ni las muchachas le responden y siguen caminando por la calle. Entonces Javi se levanta y les grita: ayayayayayayayayyyyyyyyyyyyyyyyyy. La vereda son cien ojos que le miran, cuando uno de los vecinos mecánicos, alzando su cabeza por encima del capó de un auto, sonríe y le da palmas. 



Día 576
(Dos ramas crecientes)

    Javi escribe en su libreta y dos cachorros acuden a su mente describir dos ramas del árbol de espirales. Sus sobrinos pertenecen a su corazón, pues son sangre y tiempo, y por cómo le brillan los ojos el amor y la nostalgia ciñen sus palabras.

ALDARA
Cariño
el día que naciste
que te sostuve por primera vez entre mis brazos
te prometí ser una vanguardia
y aborrecer los reinos que te prometían
Por tu condición de princesita generacional

fuiste moneda de cambio
                                                en el conflicto
pero el amor de algunos de los tuyos
te amparó del exilio y la corona

algún día entenderás
que la infancia no sólo es magia celeste
sino también un tamiz idealista y confuso

yo estaré allí para compensar los engaños
y desvanecer las angustias y fantasmas 
de tu corazón maravilloso

una vez puse en tu mano un lápiz
y te enseñé a dibujar una espiral
nunca olvidaré
cómo lo agarraste entre tus dedos
para trazar las curvas de la vida


ASSIER

Canijo
dicen que a los hermanos pequeños
nos miman con desesperación

y es verdad
porque nuestros años agrandan otros años

debo agradecerte tu inocencia
que me allegas con tus juegos sonoros
y esa habilidad para revelar lo positivo
demostrando que la perpetuidad intrascendente
no es mejor que el instante de calidad

sé que siempre me echabas de menos
al igual que yo a ti
porque en cuanto me veías
                                                 subir por la escalera
comprendías que ahora tocaba reír
y tu cara hacía malabarismos de sueños inconcebibles

el mañana nos aguarda a ambos
y en él tendremos nuestro espacio afectivo

por entonces es seguro
que a ti no te faltará ningún diente
                                                  pequeno
y lo más probable es que me falte a mí.

   


SEMANA 81
Día 577
(Tiempo increíble)

    Estamos dando un paseo por una calle cercana a nuestra casa. El sol se resiste a declinar sobre la copa de los árboles y resalta el gris de algunas nubes altas. Los ojos de Javi brillan y también las plantas y el verde. Las flores desprenden aromas maravillosos que mi nariz guarda y confunde. El aire se disfraza de seda y el viento remueve sus ecos. Puede que sea la luz, la temperatura, los colores estallando a cada paso, pero una paz emerge de la tierra y del cielo para sumergirnos en la simple contemplación.
    Javi se sienta en bordillo y se dispone a fumar. Yo lo hago a su lado y me quedo observando el vuelo de un pájaro hasta perderle. Los sonidos de la calle se aplacan y los humanos caminan como dormidos, con una armonía de la que no son conscientes. Los autos y los vehículos colectivos pasan, los cachorros corren descalzos tras los sueños que se les escapan, mientras los perros callejeros se rebozan sobre el pasto cortado y protegen la herrumbre de su destino. El barrio destila vida y optimismo. Hace un tiempo increíble, como si la primavera luchara contra el verano recién llegado, como si quisiera contravenir el calendario, su propia identidad y todas las predicciones meteorológicas.


Día 578
(Nochebuena emocional)

    Javi se ha ido a trabajar temprano como todos los días. Sin embargo, a su llegada, ha encendido rápidamente la pantalla y ha estado hablando un buen rato con su familia. Es nuestra segunda nochebuena acá, y aunque a Javi no le emociona demasiado esta fecha, ver reunidos a los suyos y poder hablar con ellos, supone una alegría inmensa. La distancia tiene una parte subjetiva contra la que se puede luchar. Chocar con su sobrino la mano, hacer cosquillas invisibles a su madre, hablar después de un año con su hermano, guiñar un ojo de complicidad a su padre o hacer reír a la abuela Antonia, se convierten en un actos psicomágicos; necesarios e imprescindibles.
    No será el cordero al horno ni el jamón del bueno lo que más añore en estos días. Será esos rostros cercanos y tan conocidos; esos rostros que comprenden y no nuestra ausencia, que preguntan con timidez cuándo regresaremos, que aguardan siempre buenas noticias y que están ahí todo el tiempo, sin importarles otra cosa que nosotros, por fin sin prejuicios, o quién sabe.
    Javi se ha permitido el llanto después de despedirse y pronto se ha ido a ayudar a los vecinos con la cena. Otras familias tenemos acá que también nos quieren. Por suerte el amor es inabarcable y no se acaba de pronto, ni por cambiar de hemisferio. Son cerca de la doce, y como presiento que en unos minutos la pólvora sembrará el cielo de luces y explosiones tremendas, me voy en silencio a casa mientras Javi se queda con ellos brindando con sidra de ananá, celebrando abiertamente el encuentro afectivo, proyectando sobre estos humanos a quienes ama, por convivencia y respeto, los mismos sentimientos que desea para su familia en nuestra tierra. 


Día 579
(Navidad violenta)

    Al parecer, Javi ha roto la nariz a un humano de un puñetazo. Ha sido al mediodía, en la casa de sus compañeros de trabajo, aquellos que viven en la villa y que Javi tanto quiere, aunque hoy lograran colocarle en un apuro. No sé muy bien lo que ha pasado porque su rabia me impide oler con nitidez sus pensamientos. Sé que ha ido a comer allá porque le invitaron, que se ha encontrado con que su compañero todavía no había ido a dormir y su compañera ha enmarañado su llegada para hacer arder la situación. Quién podía imaginar el desenlace.
    Ahora Javi teclea en la pantalla tratando de olvidar lo sucedido, aunque sin mostrar arrepentimiento ni duda. Percibo que sólo quería defenderse y proteger a la vez a su amigo. El otro humano, borracho, demasiado joven, necio por no saber medir las distancias emocionales, sin mediar palabra, se le ha echado encima para pegarle, y Javi simplemente le ha dado lo que él denomina una ostia educativa.
    La navidad siempre es surrealista. Acá se acrecienta esta pintura. Los adornos se desligan del calor y prometen chimeneas encendidas con hielo líquido y ventiladores. Una botella de whisky descansa sobre la mesa. Muy pronto se llenará de vacío. Javi bebe recordando su gente y comprueba si hay alguien conectado en la pantalla. Ahora la desenchufa y, sonriéndome, me dice sin pretender que nos vamos de vuelta a la calle.   
   

Día 580
(Descanso forzoso)
    Me he pasado el día durmiendo cerca del ventilador. La humedad crecía con las horas y las nubes se han ido formando desde la mañana. Javi no ha parado de teclear desde que se despertó. Como el cielo anticipaba sus pasos, salimos a comprar temprano, aguardando la lluvia y la tormenta que continuaran forzaran nuestro descanso. De cuando en cuando Javi interrumpía su trabajo y preparaba un pitillo conciliador.
    Ahora sale a la calle porque ha empezado a soplar el viento, y entre relámpagos y tinieblas sonríe. Yo levanto las orejas con molicie, y cómo las gotas comienzan a caer con mucha fuerza, cierro de nuevo los ojos.






Día 581
(El ceibo de la calle Lamadrid)

    Hoy, a la tarde, hemos salido a dar un paseo. Hacía una tarde espléndida y los humanos aprovechaban para colmar las veredas y las calles. Cuando Javi ha sacado la bicicleta por la puerta sabía que no iríamos por donde siempre. He tenido que apretar el paso para seguirle hasta un lugar verdaderamente prodigioso. Él, en el camino, me animaba, girando su cabeza hacia atrás y silbándome con dicha. Hemos marchado unos minutos hacia el centro del pueblo, y después hemos bordeado un campo en el que varios caballos pastaban espantando con sus colas cientos de insectos. Hemos entrado en una calle larga, parecida a otras, pero cuya vereda estaba llena de árboles. De pronto nos hemos parado en una pequeña plaza, ocupada por un pequeño potrero y unos columpios parea cachorros. Apenas había nadie allá y después de recorrer y rastrear todos los olores me he sentado junto a Javi a descansar y a rebozarme por la hierba.
    Javi se ha prendido un cigarro y se ha puesto a dibujar en su libreta un árbol que se encuentra en el medio de la plaza. El árbol no es imponente pero tiene una belleza excepcional. Su tronco se retuerce como si bailara y sus ramas forman una copa parecida a un hongo. La luz de del atardecer ilumina sus hojas, y en ellas unos frutos rojos destellan como si estuvieran pintados de sangre. 
    Los pensamientos de Javi me revelan ahora el misterio. Porque este árbol tiene una historia equívoca. Hace doscientos años se lo regaló un humano Japonés a la fundadora del pueblo, en su lecho de muerte, cuando el pueblo ni si quiera existía. Él se llamaba Hato y ella era de nombre Eugenia. Los japoneses llegaron a esta zona para cultivar flores exóticas y exportarlas al oriente. Dicen que tuvieron un romance impropio de esos tiempos y que los hijos de Eugenia quisieron matarlo. Finalmente Hato, que siempre lograba evitarlo, murió de cirrosis, pues le gustaba beber mucho. Al parecer ella, tras su muerte, quería que lo plantaran en la plaza del pueblo, pero un ingeniero erró con los planos y lo ubicaron unas cuadras más allá. El árbol, que se llama Ceibo, representa la unión de las culturas, y lo que más le gusta a Javi es no hay una placa que lo recuerde, simplemente sus frutos rojos, que ahora contempla como si viera en ellos la incierta verdad.   



Día 582
(El Dogo argentino)
    Javi se ha marchado a trabajar sobre la bicicleta, y en cuanto ha doblado la esquina yo he saltado el portón del patio para unirme a una gran manada de compañeros callejeros que se preparaban aullando y marcando con orín la plaza de la villa. No es el primer domingo que lo hago, aunque creo que Javi no lo sabe. Mi instinto animal me arrastra, y aunque existen bastantes posibilidades de volver lastimada, no puedo renegar de mi naturaleza.
    Juntos,  atravesamos el barrio y nos dirigimos al matadero, donde otras manadas acuden desde otros barrios para disputarse las sobras acumuladas durante la semana y que los humanos que trabajan allí arrojan al campo cercano. Los perros se pelean si el excedente no es abundante, pero si hay suficiente para todos no habrá nada de qué preocuparse, al menos no demasiado.
    Nuestra manada tiene un jefe temible. Un enorme perro blanco, con un carácter afable, pero que cuando empiezan los combates se convierte en un asesino tenaz. Vive unas cuantas calles más allá de la nuestra, y los domingos, como algunos de nosotros, se escapa de casa para vivir la aventura. Le he visto destrozar a perros mayores que él. Su determinación es prodigiosa. Es de una raza que llaman Dogo, que crearon con cruces y mutaciones unos humanos de esta tierra con la intención de crear un perro que pudiera hacer frente a animales salvajes durante la caza, como jabalíes e incluso pumas, y asimismo para que peleara con otros perros. Pienso que no es bueno aislar de este modo a la razas, que la mezcla es la mejor evolución. En esto soy igual a Javi, pues conozco su opinión sobre estas cosas.
    El dogo argentino se pone al frente cuando llegamos al campo cercano al matadero. Nuestra manada comprueba enseguida que otras se nos han adelantado y devoran los restos de carne. Ladra con violencia, y mostrando su inmensa boca de presa, se lanza a destrozar a sus iguales, porque ha falta de jabalíes o pumas, está echo para buscar la muerte y enfrentarla.  




Día 583
(Fuerzas invisibles)
   
    Siento energía bajo mis patas. De la tierra brotan fuerzas invisibles que recorren el mundo como una red positiva y lo protegen . Las ciencias humanas siempre trataron de entender su naturaleza, pero estas escapan su conocimiento. Parecieran producto de una antigua magia, que de hecho lo son. Estas fuerzas nos protegen de los rayos cósmicos, actúan sobre el clima, sobre los animales y sus ciclos relacionales y migratorios, representan un misterio coherente, pues allá donde asoman embellecen el entorno, envolviéndolo de vida. En las cavernas y simas se nota su empuje, en el nacimiento de los ríos y en sus cauces se puede percibe su presencia, en la cima de las montañas, en los cañones y quebradas, y en cuantos paisajes asoma la maravilla incandescente del tiempo inabarcable. El agua es y el fuego se confunden, y el viento y la tierra se abrazan. Los elementos se conocen. A veces se aman y otras veces se se enfrentan. Todo es igual a todo. 
    Acá, bajo el patio pasa una corriente subterránea. Toda esta zona está llena de manantiales y ríos, algunos van sobre la superficie y otros por debajo. Esta energía nace del movimiento, y se perpetúa en un viaje interminable. 
    Mi cuerpo y el de Javi son desde esta perspectiva semejantes. Somos agua y materia, sangre que transporta sedimentos, átomos que giran y que chocan, que se atraen y se repelen, y que desprenden la misma fuerza invisible que mis patas recogen ahora como una antena, y que devuelven al aire mis pensamientos.