eSte Es uN EsPAcio rEduCiDo De lIBertaD cReaTiva y EspeRanZa aL TrAn...

sin ninguna referencia de ná

La fría angustia que emerge detrás de las cortinas del aire, se puede solventar con un chorro de inteligencia buena y el calor, que nace de los estímulos incandescentes de la vida, en el proceso infinito del vagar de las estrellas.

La candela puede comprender tus manos aprendiendo un oficio imaginable, y sentir (claro que se puede sentir) sentir con claridad todo aquello que haces y permutas y escoges y clamas y reinventas a partir de los elementos que te envuelven –en el ruido cotidiano del reloj- entre la brisa que lleva mariposas amargas y silencios acompasados, y esas lucecitas y también sombras.

Si a tu corazón le gusta asomarse a los abismos –como las miradillas que abandonan la seguridad de los portales- no te pienses primo/a que te encuentras ahí sólo/a. Recuerda que existe un cielo y un sueño y una tierra colmada de inciertos desafíos; y en mitad está tu mente, y todo aquello que genera: tus actos o tu indolencia…

Tu mente y la razón que ciñe todos los universos ajenos.

martes, 28 de enero de 2014

Diario de un perra en Argentina (Semanas 33 y 34)

SEMANA 33

Día 225

(La Matanza)

Nos han despertado los ladridos del compañero Negro, el cual ha debido interrumpir su descanso eterno. Inmediatamente Che y yo hemos comenzado a ladrar, pero ha sido demasiado tarde para avisar a Javi, que ha salido asustado por la puerta de la casa-chabola para contemplar cómo varios perros, formando una jauría asesina, mataban a los gansos sin tregua, tiñendo de sangre la luna, después de abrir el corralón y acorralarlos. Sombras negras persiguiendo a blancas alas entre gritos desesperados que pedían auxilio.

Ha agarrado entonces el machete, y gritando ha ido hacia los perros que huían perseguidos por nosotras y por el espíritu del que fuera nuestro guardián. El jefe se ha vuelto para mostrarle los dientes a Javi y aún ha logrado matar a una hembra de las más jóvenes quebrándole el cuello. Ichi y yo nos agarrábamos en ese momento en una pelea frenética. Eran seis y salvo el jefe todos se han dispersado. Javi lo ha matado de un machetazo en la cabeza cuando se disponía a morderle. Tenía la cara desencajada y su corazón bombeaba rabia. A Che le han lastimado los otros una pata, dejándola coja, y a mí me han hecho un desgarrón en la oreja. Había tantos gansos muertos en la pradera que por un momento hemos pensado que no quedaba ninguno vivo. No obstante, poco a poco han ido apareciendo, unos con las alas ensangrentadas o con las patas lastimadas, temblando de miedo y estrago.

Los perros han tratado de entrar de nuevo varias veces antes del amanecer, por lo que hemos estado velando toda la noche los límites de la pradera. Al alba Javi ha subido sus cuerpos en la carretilla y los ha llevado a uno de los rincones del fondo. Allí los ha enterrado, aunque al perro lo ha dejado cerca del portón para el resto de perros lo vieran y entendieran el mensaje. Después ha tenido que irse a trabajar y se ha llevado la bicicleta. Llevaba la cara triste, presa de una angustia ininteligible. No salimos de una y estamos en otra. El comienzo del año está resultando difícil, lleno de pequeñas desgracias y sorpresas amargas.

Las horas han pasado en la pradera muy despacio. Todos los bichos estábamos de algún modo afectados por lo ocurrido y se respiraba en el aire esta nueva tragedia para el ecosistema. Los pájaros de colores cantaban una canción distinta a la habitual y las gallinas no han salido ni un momento a picotear por el suelo.

Javi ha regresado del trabajo con los ojos humedecidos y rojos. No sé cómo habrá podido aguantar. Olía a violencia y confusión. Se ha encontrado enseguida otros tres gansos muertos entre los heridos y sin ganas se ha puesto a reforzar el corralón temiendo que los perros regresen esta noche. De treinta y siete gansos ya sólo quedan vivos diecinueve. Ahora sus espíritus se unirán al del compañero Negro y errarán felices comiendo pasto y bañándose en la charca.

Y es que entre los perros también puede haber odio. La necesidad y la ignorancia, unida al desarraigo con los humanos que los abandonan a su suerte, provocan esta la falta de empatía con las otras especies. La noche va llegando y cubre con un manto de oscuridad semejante al que envuelve nuestros corazones. Sin ganas comemos algo y Javi intenta inútilmente teclear. Che se ha quedado fuera de la casa-chabola para vigilar el corralón y la pradera y yo me acerco a la cama con Javi para lamer su sufrimiento y para que él acaricie con sus manos el mío.



Día 226

(Heridas que supuran)

Han continuado muriendo algunos gansos del clan de la pradera, aunque por la mañana han aparecido cuatro de los más jóvenes. Es como si los viejos hubieran protegido a los más jóvenes durante el ataque permitiéndoles escapar de la muerte. La tristeza es inmensa y la expresan los ojos enrojecidos de Javi que transcienden nuestras miradas.

Cuando ha regresado del trabajo ha conducido a los sobrevivientes al corralón. Se ha llevado a los difuntos y ha traído a los vivos, como si de un barquero entre la vida y la muerte se tratara. A esto olían sus pensamientos. La pradera parece nevada en la dispersión de las plumas blancas y el calor lo convierte todo en un invierno inventado de pesadilla. Javi ha mimado las heridas y ha tratado de curar sus heridas recibiendo varios picotazos medrosos. Los sobrevivientes han formado un círculo al fondo del corralón y no se han movido de allí. No quieren comer ni beber, las moscan rodean a los más enfermos señalando su desenlace, pero los ilesos permanecen junto a ellos pues su vínculo les llevarán a estar unidos hasta el fin. El atardecer nos ha sorprendido pronto, como si la jornada se hubiera reducido para aliviar su carga terrible.

Ahora Javi no puede teclear y su aura se torna oscura. Sus impulsos autodestructivos la dominan. No come ni bebe ni bebe como los gansos aunque fuma. El perro muerto permanece a la vista de los demás junto al portón. Che y yo nos tumbamos en el colchón de gomaespuma sin hacer ruido. Porque cuando el corazón humano se cura se vuelve por instantes violento. Mientras en su trasformación busca la luz al final del túnel para regresar y el cariño que la vida le arrebata sin querer.



Día 227

(La voz)

Hay que continuar. No hay otra. Javi soñó anoche con una voz profunda que salía de su interior; y nosotras también la soñamos. Decía incalculables cariños y tenía el rostro de su abuelo Joaquín. Javi es uno de esos humanos que no cree en dios, porque no le hace falta, ya que cree en todos los seres y en el universo que pueblan. La voz era su misma conciencia que le advertía y para ubicarle de nuevo en el camino. Ha soñado también con los suyos, con su familia y amigos.

Al despertar ha ido a enterrar al perro que mató la noche de la matanza, porque entiende que lo hizo en un arrebato irracional que ahora le duele. Defendía a los gansos, sí, pero dicha defensa ya no le vale, le parece demasiado simple. Está claro que los perros no deberían haber entrado en la pradera y en corralón, que no deberían haber matado a los indefensos gansos, pues no se llevaron si quiera sus cuerpos, no fue por hambre, sino por el placer o el juego de matar. Sin embargo estos juegos están en nuestra naturaleza. Yo también he sentido ese impulso alguna vez al cazar algún conejo o un pájaro. Tampoco ahora devoro a las ratas, aunque con Javi y aquí aprendí a controlar mis instintos. Si esos perros vivieran aquí no hubieran dañado al igual que Che y yo no los dañamos. La convivencia establece los vínculos para que el ecosistema se sostenga; por eso es bueno convivir. En equilibrio las muertes son necesarias, pero en desequilibrio la balanza de la vida se rompe, se diluye. En las situaciones desesperadas actuamos con una voluntad interior, con una conciencia primitiva. Esa voz, en los seres humanos es un guerrero cazador dispuesto a todo para preservar la especie. La noche de la matanza fue ésta quien le hablaba a Javi. Hoy enmudece porque su tiempo pasó. Todas viven juntas en su interior y la convivencia las salva de sí mismas.

Ahora Javi medita sobre la realidad de las guerras y los conflictos humanos, cuando el contexto los obliga a matar para que no los maten, para defender la frágil libertad adquirida, o para alcanzarla. Qué tipo de conciencia aparecerá en ese estado y que rostro traerá para hablarle.



Día 228

(Sin Luz)

No ayuda que ahora nos corten la luz. Desde anoche estamos sin energía como aquellos días antes que terminara el año. Javi no puede sacar agua del pozo, ni lavar la ropa, fregar los cacharros o limpiar la casa-chabola. La nevera no funciona, ni puede enchufar el ventilador o encender la pantalla tecleadora. De noche las bombillas no funcionan y Javi enciende velas. Ha tenido que dormir en la tela colgada entre los árboles, envuelto en una sábana y untado de la cabeza a los pies de spray antimosquitos. El calor ha sido terrible y apenas nos hemos movido del camión. Javi se ha marchado sobre la bicicleta por la gran carretera hacia arriba para comprar varias botellas de agua. Al regresar las ha compartido con todos los bichos. Los gansos no quieren salir del corralón y ha muerto otro. Estaba ahí, entre sus compañeros vivos que le velaban.

Las horas han trascurrido lentas y Javi olí a puro desencanto. Ni siquiera la llamada de Laurita desde el cielo lejano de nuestra tierra ha logrado animarle un poco. Un relente de tristeza lo ha agarrado el corazón y aprieta. Más tarde se ha ido charlar con uno de nuestros vecinos, Jorge, un humano viejo que vive al cuidado de un pequeño almacén de camiones. Con él viven León y Princesa, compañeros perros que nunca salen de allí y a veces podemos oler al otro lado de la valla. Tiene también cuatro caballos en un terreno en la parte de atrás. León es enorme, su presencia impone y Josefa tiene el cuerpo blanco lleno de lunares negros. Estando con ellos, los humanos tomando mate, ha regresado la luz. Las farolas de la calle se han encendido en tanto el sol empezaba a ocultarse.

Ahora mientras nosotras descansamos en nuestros colchones de gomaespuma Javi teclea incansable. Fuma concentrado, exprimiendo sus neuronas y desatando la expresividad necesaria. En el corralón los gansos se recuperan. La nevera enfría el agua y conserva los alimentos y el ventilador mantiene a raya a los mosquitos. Sus ojos brillan mientras escribe, y la noche le conduce hacia los sueños y sus desvelos.



Día 229

(Optimismo nuevo)

Qué hacer si los sueños nos atrapan, si se vuelven contra nosotros, si por instantes pierden su sentido. Lo más sencillo es recordar el comienzo. Saber y comprender el porqué de su concepción y luchar con humildad para alzarlos entre los escombros. Quién dijo que todo sería fácil, que no habrían de venir días amargos con sus correspondientes tragedias. La muerte ha llegado para mostrar la realidad de la vida y por ella todos aprendemos la mejor lección. Lo más importante es formarse en cada cosa, tomar nota para el porvenir de pensamientos y sentimientos asociados, cultivar la memoria y la imaginación, sobrellevar el desencanto y transformarlo en energía e impulsos positivos.

Los perros no tenemos más remedio que ser optimistas. Si no lo fuéramos nos moriríamos de pena al poco de nacer. Aguardamos la comida que nos echan el tiempo preciso, lo mismo que el paseo o la caricia. Y si no hemos de aguardar, contamos con la paciencia incombustible de sobrevivir buscando, rebuscando, inagotables, sin otro sentido. Los humanos necesitan realizarse, encontrar razones para vivir, cuanto todo lo que les rodea es la mejor razón posible, incluidos nosotros.

Hay así un optimismo artificial y un optimismo innato, no excluyente y sin reglas. El primero es un constructo y el segundo una actitud. Javi brega por hacer coincidir ambos, pero ha de alimentarse del segundo cuando el primero le falta. Hoy lo está consiguiendo, y por ello teclea incansable en su pantalla sin que la muerte acuda a su conciencia, tan sólo la imagen feliz de los suyos, los buenos recuerdos que forman lo que en verdad es y el incierto mañana lleno de posibilidades.



Día 230

(Alejandro Magno)

Es increíble presenciar su fuerza. Uno de los gansos más viejos ha sobrevivido al ataque. Tiene las alas caídas y por tanto quebradas, cojea de una pata y exhibe varios agujeros de mordeduras cerca del cuello y en la cabeza. Pese a todo está logrando evitar su fin. Javi lo ha obligado a comer desde el principio, y le conducía con una vara para que se metiera en la charca y las moscas salieran de sus heridas. Muchos compañeros suyos han sucumbido con menos heridas. Fue de los que se enfrentó a los perros para preservar a los más jóvenes. Irradia una fuerza inmensa te mira como si hubiera entendido el secreto de la existencia. Por ello Javi le contempla ahora, le sonríe tumbado sobre la tela entre los árboles y le da de comer de nuestros gránulos. Le ha puesto de nombre Alejandro Magno. Al oler sus pensamientos lo expresaban y por lo visto el humano que se llamó una vez así fue un conquistador que logró evitar la muerte en muchas ocasiones fortaleciéndose y aprendiendo cada vez que lo hacía.

Alejandro Magno se acerca a nosotras porque sabe que no le haremos nada. Entra en la caseta de Negro y se echa a dormir. Camina entre los caballos, algo rengo, pero seguro de sí mismo. Reúne a su clan y le infunde ánimo, hablando seguro de los viejos y difíciles tiempos en la pradera. Por él, el resto de miembros salen del corralón por la mañana. Le siguen, le escuchan, le aman, y están dejando atrás el miedo que se les había incrustado en el corazón.

Ahora que Javi los conduce para echarles de comer y encerrarlos en el corralón Alejandro Magno se resiste. Javi espera y el conquistador dirige a los suyos en paz como si comprendiera que así ha de ser. Javi reparte el maíz y cierra la puerta cuando el sol se pone. El clan tiene un nuevo líder, y no es el más fuerte, sino el más sabio de sus miembros.

Día 231

(Compilación útil)

El paso de las semanas hacen necesaria la sinopsis de las circunstancias vividas, del presente y del porvenir. Terminó el 2013 y comenzó el catorce. Lo hizo sin que ninguno lo sintiéramos en realidad, por el clima equívoco, por las nuevas e ignotas perspectivas, y sobre todo por la ausencia de los nuestros, por andar fuera de nuestra tierra y sus horizontes. Han sido estas últimas semanas difíciles, llenas de accidentes y desdichas, carentes de ilusión y de alegría. La rutina nos hace olvidar momentáneamente todo lo que nos trajo aquí y el trabajo mental y físico pesa demasiado. Tanto esfuerzo difumina los sueños, los convierte en lluvia que se filtra en la tierra, tapando las perspectivas y los condicionantes.

Tal vez sea el momento para convenir las prioridades. Javi tiene trabajo y lucha por los humanos especiales y por aprender su profesión cada día. Tenemos casa, un espacio y un ecosistema del que nos hemos convertido en salvaguarda. Debemos aceptar que en cualquier instante todo esto puede cambiar, girar, destruirse o evolucionar. Nada permanece, todo cambia, y debemos estar preparados para lo mejor y también para lo peor. Lo más importante es que permanecemos juntos y que la vida nos permite continuar nuestro camino. Javi echa de menos a los suyos, se sumerge en los cariños ausentes sin tener tiempo para los nuevos. Teclea y construye su más íntimo sueño. Por él a veces obvia cuestiones trascendentes y su actividad le afecta como si aquello que creara dibujara nuestra realidad, concretándola. La ficción domina así nuestra cotidianidad y a veces es la magia la que nos guía.

Che y yo tratamos de agradarle en todo y somos cada vez más responsables y buenas. Protegemos a los animales, ya no hace falta que nos deje atadas con la cadena, no protestamos si tiene que irse él por la gran carretera, pues sabemos y confiamos en su cariño y que nunca va a abandonarnos. Nos hemos convertido en hermanas y hacemos todo juntas. No hay celos ni sentimientos extraños y ambas anhelamos la felicidad de Javi y sus caricias. Han sucedido tantas cosas desde que vinimos aquí y hemos cambiado tanto nuestras costumbres que se nos ha olvidado en parte lo más importante. Los sueños caminan y los miedos no tienen razón de ser.



SEMANA 34

Día 232

(Pedro)

Comenzamos de nuevo para construir, para reinventar una vez más la realidad. Javi se marcha más temprano de lo habitual, pues le espera Pedro, el perro que ha comenzado a adiestrar para trabajar con los humanos especiales. Anoche vino con él para que lo conociéramos y al parecer va atraerlo de cuando en cuando para que seamos sus maestras cánidas y se sienta parte de nuestra manada. Es lo mismo de cariñoso que de bruto. Por lo visto vivía en un departamento de la ciudad y se comía la ropa y los muebles de los humanos. Tiene mucho que aprender aunque seguro que con Javi y con nosotras lo va a hacer muy rápido.

Ha habido una gran tormenta y los relámpagos se entrecruzaban en el cielo sobre la pradera y los árboles inconmensurables. Los gansos han comenzado hoy su rutina antigua y casi pareciera que nunca les hubiera ocurrido nada. Las gallinas han cacareado por la mañana mientras la lluvia caía con intensidad y eso significa que Javi comerá esta noche un huevo con su milanesa. Por la tarde, cuando Javi ha regresado del trabajo, se ha marchado al momento sobre la bicicleta por la gran carretera hacia arriba y al volver traía los ojos tristes entre sus brillos. Después se ha puesto a teclear en tanto nosotras cazábamos ratas por los corralones.

Cuando el atardecer ha dado paso a la noche nos hemos reunido todos los bichos, Javi también, alrededor de la tela verde colgada entre los árboles. Ahora la tormenta arrecia y los últimos rayos del sol pintan de púrpura y morado las nubes negras que empiezan a abrirse sobre nosotros. Y es extraño que ahí arriba, en el oscuro cielo, no podemos reconocer a las estrellas distantes.



Día 233

(Lo imposible)

Los sentimientos se van aplacando. Se diluyen. Urden su secreto bajo la identidad de un corazón anónimo. Nadie lo sabe pero sí. Por ello amar únicamente a uno es tan difícil. Puede que no para un perro aunque es así para los humanos.

Me despierto y veo teclear a Javi. Sus ojos brillan humedecidos y febriles escribiendo versos de amor y muerte, de amor para aproximarlo, de muerte para mantenerla a raya. El viento sopla y la tormenta amenaza sin cumplir. No hay verdad más simple que todo lo imposible, inútil y absurdo.

Che se rasca las pulgas y yo me relamo pues en mis sueños devoraba ávidamente un hueso de jamón, como si no existiera el mañana ni el ayer. La casa-chabola está llena de humedad y electricidad estática. Todo el ambiente anda cargado y saltan pequeñas chispas de luz sobre la superficie de la chapa y la mesa. Los dedos de Javi se escuchan sobre la música y las primeras gotas que golpean el tejado metálico.

Los pensamientos de Javi vuelan de uno a otro lugar del mundo. Vuelan a reacción por el universo mágico al que ya pertenecen también el sitio de los perros, la gran carretera, el río enorme, nuestra pradera y los árboles inconmensurables.



Día 234

(El trabajo)

Burbujas de cansancio y soledad. A veces los pensamientos de Javi huelen a humedad y a hastío, sus sentimientos se transforman como el cielo, unos días despejados y otras con nubes. Che y yo vigilamos la pradera y vamos dejando nuestro orín por los bordes del alambre. Aquel que pretenda cuidarla y respetarla será bienvenido, pero quien llegue para destrozarla se la verá con nosotras. Este lugar no es nuestro pero es como si lo fuera. El mundo inmenso es una gran pradera que debiera estar custodiada por perros buenos, colmados de buenas intenciones y compromisos, que no creyeran que ésta es suya o de nadie.

Javi se ha ido esta mañana a pasear a Pedro y ahora cuando el sol cae lo va a hacer de nuevo. En el intervalo para él, su trabajo con los humanos especiales, para nosotras, el nuestro. Ojala todos los humanos, los perros y el resto de especies contaran con uno que les proporcionara sentido y autorealización.

En nuestra tierra los humanos no tienen trabajo y se pudren sumergidos en la rabia esperándolo. Aquí hay quienes lo darían todo por no trabajar porque trabajan, según ellos, demasiado. ¿Por qué ocurren estas cosas con los humanos; por qué existe tanta desigualdad entre unos sitios y otros; por qué existe esa distancia infranqueable entre aquellos que deberían ser hermanos? Dos perros puede que peleen cuando en el suelo hay un solo hueso, pero nunca lo harán si hay dos. ¿Qué ocurre para que estimen que lo peor es compartir? Si no hay trabajo para todos, ¿por qué los que trabajan no comparten su trabajo con aquellos que no lo tienen? ¿Qué deudas encierran consigo mismos y quien se las imponen para que todo sea tan complejo y adverso.

Javi regresa ahora y nos silba desde lejos. Los árboles imponentes parece como si quisieran andar. El calor es asfixiante porque el viento se ha parado. La pradera es una especie de utopía frágil asediada por el tiempo y el espacio y las incoherencias de la vida humana.





Día 235

(Independencia)

Hoy ha amanecido más fresco. La brisa zarandeaba la ropa tendida en la cuerda y los gansos buscaban la luz del sol en mitad de la pradera. Che se ha largado a los campos contiguos y yo me he puesto a buscar rastros por los alambres mientras Javi se iba a trabajar un rato con Pedro. Las nubes pasaban por el cielo y dejaban a intervalos estelas de lluvia. Javi ha regresado y se ha vuelto a ir en el vehículo colectivo por la gran carretera hacia abajo. Ha debido marcharse a la gran ciudad porque cuando ha retornado por el portón unas cuantas horas después olía a acero, asfalto, raíles, cables, gasoil y prisas humanas encendidas sobre el espacio trascendental que se hacina sobre sí mismo demudando su futuro.

Por la tarde Javi se ha puesto a teclear en tanto nosotras tratábamos de cazar ratas cerca de la charca. Hoy no ha habido suerte. Cuando ha venido el atardecer y los colores se diluían para dar paso a las sombras, Javi ha preparado la cena y hemos salido fuera de la casa-chabola para ver la llegada de las estrellas distantes. Javi ha estado fumando algún pitillo y nosotras nos hemos tumbado en los colchones de gomaespuma.

Ahora le brillan mucho los ojos cuando de nuevo teclea en la pantalla. Sus pensamientos huelen a una colección de países exóticos, de tierras extrañas, con templos inmensos de piedra y playas maravillosas, y campos de arroz, árboles de caucho y selvas inexpugnables, con culturas milenarias y gentes humildes que luchan por su libertad contra el poderoso imperio que los oprime. Los míos se me cierran en el mismo instante que aquel pueblo humano sometido alcanza al fin su independencia.





Día 236

(La gran joda)

Qué nervios nos han entrado cuando Javi ha aparecido por los alambres con el compañero Pedro y lo ha soltado por la pradera. Por unas horas hemos estado pensando que se iba a quedar a vivir aquí con nosotras, pero no. Javi lo ha traído para que se acostumbre a nosotras y aprenda de nuestro carácter. A Che intentaba montarla todo el tiempo y ella le mostraba los dientes. Yo he estado a punto de morderle varias veces por lo mismo y pronto ha comprendido que no podría hacer con nosotras nada en ese aspecto. Luego hemos estado entrenando con las salchichas y los silbidos en la pradera. Por ello Javi ha tenido que encerrar a los gansos pues no sabía cuál podría ser la reacción de Negro y después de lo sucedido el otro día no quería arriesgarse.

De este modo hemos pasado casi todo el día juntos. A media tarde Javi se ha aseado, se ha afeitado y se ha llevado a Pedro a su casa en el hogar de los humanos especiales, para después marcharse en el vehículo colectivo por la gran carretera hacia arriba. Cuando tumbada debajo del camión he pestañeado me hallaba de repente en dentro de Javi. Hemos subido así en un bondi camino de Campana, el pueblo de su amiga Agus. Nos hemos encontrado con ella en un bar cerca de la plaza y nos hemos tomado un café. Luego hemos ido a visitar a una amiga humana de Agus que Javi llama burlonamente Misterio y más tarde hemos pasado por una casa okupa pintada de colores y murales donde varias bandas daban un concierto. Por la noche hemos estado cenando un asado y unas ensaladas en la casa de otros amigos suyos muy simpáticos que nos han tratado de primera y ni siquiera nos han permitido fregar los platos sucios. Viven con tres perros, dos muy pequeños y otro enorme que sólo hace que jugar en el patio trasero. Acababan de llegar de viaje de Brasil y hemos hablado de aquella tierra y de la nuestra. La humana le ha hecho un truco de magia a Javi para adivinar los hijos que va a tener en el futuro con una aguja y un hilo blanco, y ha salido que va a tener un varón y una niña. Ella estaba triste porque hacía unos días que había perdido el niño que crecía en su interior. El humano tenía muchas rastas y daba la sensación de estar perdido o atrapado en una realidad inventada. Había también otro amigo que resultaba al completo trasparente y bueno y estaba enamorado de una humana que era un amor imposible. Javi ha disfrutado mucho de su compañía y le han hecho prometer que volvería pronto.

Luego nos hemos marchado a una fiesta en una casa y la noche se ha comido las horas. Alcohol, bailes, desenfreno y sustancias psicotrópicas en un patio iluminado por la luna y las luces rojas y verdes de dos ambientes definidos, uno de cumbia y otro de rock. Javi ha hecho muchos amigos y amigas humanas y se lo ha pasado estupendamente.

Cuando se ha hecho de día y el alba clareaba el cielo aún nos hemos quedado bebiendo un rato fuera de la casa, dilatando la gran joda. A Javi le ha regalado un tipo extraño unos posters antiguos de unos grupos de música. Par terminar nos hemos ido algunos a agarrar unas cuantas cervezas a un Kiosco y nos hemos ido andando hasta la costaneda del río Paraná, a un lugar maravilloso, a fumar yerba y seguir bebiendo negando el nuevo día como si la noche fuera azul y la luna un sol espléndido. Dos de los humanos, infundidos por la intolerancia, la soberbia y el egoísmo han tratado de molestar a Javi con sus palabras afiladas. Agus se reía pues Javi ha conseguido después encandilarlos con sus palabras y les ha ayudado a destapar sus sentimientos ocultos. Han terminado así haciéndose amigos y al acompañar a Javi al vehículo colectivo de regreso, ya por el mediodía, ha habido muchas sonrisas y lágrimas.

El viaje de vuelta ha sido arduo, inconsciente. Nos hemos dormido y pasado de parada, sin plata en los bolsillos, ebrios y reconcentrados, recorriendo el torbellino mareante y curvo de la carretera panamericana.



Día 237

(Cuerpos rotos)

Hemos ido a sacar a pasear a Pedro, Javi sin dormir (y yo en cierta forma tampoco), y después hemos comido con hambre, para recuperar fuerzas. Luego Javi se ha metido en la cama y nosotras nos hemos tumbado en colchón de gomaespuma. Hoy no han salido los gansos del corralón ni nos hemos enterado de nada de lo que ocurría en la pradera. Con los cuerpos rotos hemos dormido de seguido hasta la noche.

Cuando nos hemos despertado Javi ha visto una película en su pantalla tecleadora mientras Che y yo correteábamos contentas para estirar las piernas. Al rato estábamos ya los tres de nuevo tumbados y dispuestos a descansar lo máximo posible, pues mañana comienza la semana y el ritmo cotidiano.

Las estrellas distantes brillan ahora en el cielo y velan nuestro descanso. Javi se fuma un pitillo antes de dormir mirando el techo de chapa y sin querer se le están cerrando los ojos.



Día 238

(Se manda la lluvia y bien)

Podemos reciclar nuestro cuerpo y convertir el calor en vapor de nubes. Todos juntos formaremos jirones de espuma ascendente y nos reuniremos después más arriba. La semana comienza para los humanos y prosigue eterna para los perros. La rutina amanece gris, plomiza, pero henchida de verdad. Las goteras en la casa-chabola nos dicen dónde estamos y para qué. Javi se calza las botas de agua y Che y yo no queremos salir afuera. Los gansos esperar ver abrirse la puerta. En estos días son ellos quienes más disfrutan. En el fondo lo merecen, pues pasaron trágicos ratos estas últimas semanas.

Javi se va a trabajar con los humanos especiales y nosotras nos quedamos bajo el camión, descubriendo que Negro nos acompaña. Las horas trepan sobre el barro y el estío en esta tierra es definitivamente húmedo sobre mojado. No hay relámpagos, tal vez en nuestro interior. Los sentimientos se funden y desde la tierra son absorbidos por los árboles inconmensurables.

La tormenta será un desastre para las ratas. Javi tendrá que empaparse para hablar con los suyos. Probablemente llegará con los ojos brillantes deseando teclear y acercarse un poquito más al abismo. Por suerte los mosquitos no vuelan en estos días, aunque seguiremos sin contemplar de nuevo sobre la maravillosa pradera la luz cálida de las estrellas distantes.

martes, 14 de enero de 2014

Diario de una perra en Argentina (Semana 32)

SEMANA 32

Día 218

(Introspección)

Despierto. Tengo sed y voy al cubo. Javi abre la puerta y Che y yo salimos disparadas a la pradera. Los gansos, los caballos, los burros, el pony, vienen poco después. El pato y las dos gallinas han sido los bichos más madrugadores. Javi llega para el reparto mientras la charca se llena de agua. Hace calor. El sol es intenso y seca el leve rocío que ha dejado la noche. Las últimas lluvias han vuelto a tiznar de verde la hierba y los árboles imponentes han crecido un centímetro más.

Javi se va a trabajar y nosotras nos hallamos por el fondo. La cadena resulta ahora un sueño que logramos evitar. Los vehículos fluyen por la gran carretera como si fueran la sangre temporal humana. Nos la pasamos oliendo rastros y buscando restos de comida por los campos contiguos y por los de flores. Las horas transcurren tranquilas en tanto aguardamos el regreso de Javi. El cielo va colmándose de nubes que poco a poco se cierran sobre nosotras. Una paz frágil flota sobre los pájaros de colores que se reúnen en las ramas de un árbol, ese bajo el que Negro descansa y se pudre. Ahora logramos cazar una rata pero decidimos no devorarla. En cambio la abandonamos en la entrada de sus túneles a modo de advertencia. Javi vuelve por el portón con la bicicleta. Sus ojos brillan tanto que los puedo oler desde aquí. Nos acaricia y dice los mimos que nos gustan y entra en la casa-chabola para teclear. Che y yo nos tumbamos sobre la tierra. Escarbamos antes para encontrarla más fresca y al abrir de nuevo los ojos el sol cae sobre la pradera, los colores se intensifican y Javi se cuelga como siempre sobre la tela. Cuando la noche nos envuelve y los mosquitos empiezan su invasión cotidiana, Javi se fuma un pitillo contemplando las estrellas distantes. Huelo su nostalgia y sus pensamientos teledirigidos sobre el océano. Después prepara la cena. Prende el ventilador, se echa el spray, se da la pomada sobre sus santos, come algo, nos invita, teclea un rato más, y más tarde, desde el colchón de gomaespuma puedo oler sus sueños en su descanso, unos idean nuevas libertades, otros definen la alegría, algunos concilian a los suyos, y los menos claudican al futuro migratorio que se alza cargado de adversidades. Sobre el tejado de chapa de la casa-chabola golpean las gotas de agua que trae la tormenta. Javi sonríe dormido. Son palmas y tambores en una fiesta que le da la bienvenida.

Día 219

(El espíritu de Negro)

Esta noche todos le oímos ladrar como hacía siempre que algo o alguien acechaba por los caminos o el alambre. Javi se ha levantado incluso de la cama y pero al abrir la puerta de la casa-chabola y mirar en su caseta, ésta se encontraba vacía. Sabemos que se trataba del espíritu de Negro, el cual, por no perder su utilidad, sigue amparándonos cuando quiere.

Che y yo podemos verle. A veces descansa en su caseta o debajo del camión y otras corre al fin libre por la pradera. Tiene los ojos llenos de moscas y la misma bondad en sus gestos. Javi se extraña cada vez que observa su cuerda y su collar en distintos lugares, y le siente cerca, aunque no puede verle ni olerle como nosotras.

Si pudiera hacerlo vería que otros animales nos rodean, también humanos. En la pradera hay ovejas, caballos, y otros más antiguos y desconocidos. El más extraño es un pez enorme, de muchos metros de largo, cuyo cuerpo yace entre los árboles imponentes. Cuando llueve puede moverse bajo la tierra, formando túneles muy profundos.

Y es que Negro no es el único espíritu errante que nos rodea, eso sí, es el más querido y añorado.



Día 230

(El aguinaldo)

El aguinaldo. ¿Qué podrá ser?... Esto ha clamado el pensamiento de Javi desde que ha vuelto de trabajar, olía letra a letra… a-g-u-i-n-a-l-d-o… Ha llegado de este modo contento y a la vez rabioso, porque le han dado un dinero que le debían y se siente absurdo. Se ha aseado, se ha cambiado y se ha marchado sobre la bicicleta por la gran carretera hacia abajo.

Sé que dentro de un rato aparecerá cargado con bolsas de comiday nosotras tendremos un regalo. Esta noche cenaremos bien y engrosa el suelo y la tierra debajo de los ladrillos, nuestro banco. Sé también que estamos ahorrando para algo y que Javi se esfuerza mucho en trab ajar cuanto puede para que ese algo esté pronto al alcance. A veces huelo los pesos y pienso en caballos, otras me imagino una enorme cordillera y un desierto, otras una bonita casa con un jatdín y una parrilla, y otras me veo de nuevo en las tripas del pájaro de hierro temblando de miedo para volver a casa.



Día 231

(Soy perra, sí)

Qué importa el lugar sin la sensación de estar haciendo lo que uno debe hacer. Los perros en eso lo tenemos más fácil que los humanos. Estemos donde estemos nada nos soborna ni nos condiciona, salvo las circunstancias propias, la próxima comida o el refugio donde pasar la noche. Cuando tenemos humano al que seguir todo cambia. Nos unimos a él, a sus circunstancias, pensamientos, sentimientos, vivencias y otras locuras. De pronto tenemos que viajar al otro lado del mundo para que él pueda realizar eso que ellos llaman sueño, como si en nuestra tierra, en la que nacimos y vivimos siempre no se pudiera ahora. Eso debe ser, cosa del tiempo, del momento particular y la situación social humana. Un perro parece dado a sobrevivir en cualquier sitio… Un humano siempre puede emigrar y probar suerte.

El caso es que aquí estoy, perra migratoria y enamorad, dispuesta a seguirle a donde sea, a reconvertir mi vida las veces que hagan falta, porque no hay nada que reconvertir. Cuando tengo ganas de orinar busco un poste o una planta y la marco con mi olor. Cuando tengo hambre me acerco hasta su mano y si no veo nada me voy a encontrarlo. Cuando necesito mimos le miro a los ojos y si él me necesita le chupo con la lengua moviendo el rabo.

Los seres humanos se complican tanto. Los perros no.



Día 232

(Dependencia a la luz)

Javi se ha levantado nervioso. Anoche se acostó tarde, por teclear, y al parecer se ha dormido. Se ha ido sobre la bicicleta por la gran carretera hacia abajo, con los pensamientos dirigidos hacia los amos de la pradera. Por lo olido, si no pagan los recibos atrasados de la luz van a cortar el suministro y nos quedaríamos de vuelta tirados, no tanto nosotras, pero absolutamente él.

Sin luz no funcionaría el ventilador y se nos comerían los mosquitos, no podría conservar comida en la nevera ni tener agua fría, no podría enchufar el calefón para la ducha y el aseo, ni mucho menos teclear en su pantalla. El asunto es grave y aunque ha regresado algo más aliviado, tiene, como los humanos dicen, la mosca detrás de la oreja. Se destapa la dependencia de los humanos por su propia tecnología. Y en esto Javi no se desprende. Lo hizo de la televisión y de otras comodidades adictivas. No obstante la falta de corriente de luz, hoy se ha demostrado, alteraría por completo la vida de Javi, cuestión que le ha dejado con una especie de sentimiento de fragilidad que se tornaba en absurdo.

Tal vez por ello el día ha trascurrido con sobresaltos continuos. Los sentimientos en sí se contagian. Che se ha lastimado la pata, y a su vez ha arañado el tatuaje de la Santa Muerte del brazo de Javi. Yo me he hecho una herida en una oreja y el burro macho anda cojo porque uno de los caballos le dio una coz. El único huevo que había Javi lo ha dejado caer y se lo han comido las propias gallinas, y encima se ha roto la bomba de agua, aunque por suerte Javi ha logrado arreglarla ignorando cómo.

Turbados, nos hemos ido a dormir, un poco nerviosos por si algo nuevo ocurría antes de encontrar nuestro merecido descanso.

Y como Javi no se puede dormir, último acontecimiento en este día extraño, sale fuera de la casa-chabola mientras sonríe recordando todo lo ocurrido, lo que podría sin duda ocurrir, para observar nostálgico e intranquilo las estrellas distantes del cielo y pedirles por favor una tregua para que nos permita tomar aire.



Día 233

(De la nada a la nada)

De la nada comenzamos y en ella acabaremos cualquier día. Javi restringe sus convicciones cavilando y las simplifica al tran tran. Su suerte somos nosotras, Che y yo saliendo por la puerta de la casa-chabola para correr libres por la pradera, su determinación para preservar la magia, para abrirse camino en el mundo, en este mundo en gran medida desconocido. La cuestión es saber atravesar las horas inmediatas y construir un sentido nuevo a cada instante. Marchar así sobre la bicicleta por la gran carretera hacia arriba, salir a los campos contiguos, olisquear, comer, teclear, marcar con orín, escribir poesías, tumbarnos a la sombra o sobre la tela entre los árboles, subir en el vehículo colectivo, beber agua, vino, jugo, rascarnos las orejas, fumar pitillos, admitiendo lo improbable para acariciar lo extraño.

Esta jornada ha sido de descanso. La temperatura ha acompañado para ello. Ha estado soplando viento desde el sur zarandeando las ramas y levantando torbellinos de polvo. Ahora nos entra el sueño esperado, casi demasiado tarde, y de este modo sólo por la noche pretendemos dormir. Javi teclea y nosotras nos entretenemos royendo algunos huesos viejos.

Las estrellas distantes brillan en el cielo y en nuestros ojos. Hay momentos en los que todo parece estar bien y que la vida viene dada a nuestro favor, y otros en lo que semeja andar torcida, como si el mundo conspirara contra nuestros sentimientos y sueños. Todo resulta paradójicamente inestable. Pero no es nunca ni de un manera ni de otra; casi siempre es una mezcla de los dos que nosotros alimentamos con nuestro carácter y nuestras esperanzas.

De la nada a la nada. Es nuestro destino. Sin embargo cuán valioso es llenar el intervalo de luz, cariño y color.



Día 234

(Resurrección poética)

Es precisamente el optimismo improvisado lo más consistente si se da. Javi ha soltado a los animales, ha llenado la charca, los ha echado de comer, ha desayunado más despacio que otros días, un té y unas tostadas de pan, aceite y azúcar, y se ha marchado a trabajar con los humanos especiales. Che y yo hemos vagado todo el día por donde hemos querido. Hemos llegado incluso al pequeño lago que se encuentra al final de los caminos de tierra , donde nos hemos juntado con un grupo de compañeros perros muy simpáticos que sin embargo han desaparecido después sin despedirse.

Hemos vuelto prácticamente a la vez que Javi. Se ha puesto a jugar un rato con nosotras y después a escribir poesías en una libreta. No entiendo el por qué, pero las poesías de Javi se me revelan en la mente de un modo directo, como si fueran caricias o imágenes. No ocurre así cuando escribe historias o cuando teclea en su pantalla. Una de las poesías de hoy decía…



Te alcancé en el último momento antes de irme/ no dio tiempo a despertar en nosotros costumbres/ ni rastros antiguos. Vivimos sumidos en una completa dulzura/ porque nuestro afecto caducaría temprano/ a la vuelta de una esquina concreta/ de un paisaje y una ilusión que se sostenía.

han pasado los meses/ sobre nuestra historia/ y ambos hemos conseguido corregir la tristeza y su recinto/ la terca nostalgia que aflora algunos días/ cuando entre las ramas de lo imprevisible/ recordamos el porqué de todo esto/nuestro mundo hecho trizas necesarias.

y así nos contamos los amores nuevos/ los distintos acoples de la rutina/ el universo abandonado y el cosmos desconocido/ los hermanados esfuerzos con miradas/ a través de la tibia tecnología/ disimulando en lo posible lo amargo/ disimulando también un poco lo mejor.

quiero que entiendas que nada ni nadie te sustituye/ al igual que mi tierra chica/ no la cambio por ninguna.

hay un océano enorme que nos separa/ es tan sencillo/ probemos a tocar a la vez las dos orillas/ y entendamos quizá que esa distancia desde luego nos une.



Hoy no ha tecleado ni se ha tumbado sobre la tela. En cambio nos ha hecho fotos a todos y parecía risueño sin motivo. Cuando he olido sus pensamientos no había nada en especial allí que obrara para permitirle este estado.

Tal vez es que el calor insoportable se ha templado, o que la Santa Muerte le explica desde su brazo lo ocurrido con Negro, o que ayer terminó un nuevo capituló de su sueño utópico, o que percibe una leve mejoría en la situación a la que se enfrenta nuestra tierra querida y los corazones de quienes la habitan.

Todo esto le alegra. Pero en verdad este optimismo suyo, esta resurrección primitiva y casi salvaje, hay que agradecérsela sin duda, a esta nueva etapa de su poética rebelde.

martes, 7 de enero de 2014

Diario de una perra en Argentina (Semana 31)

SEMANA 31

(2014)

Día 211

(Nochevieja argentina)

Javi se ha marchado a trabajar con los humanos especiales; y el día también se sabía especial. En el aire podían olerse las nostalgias y las expectativas de la humanidad y la naturaleza que los contiene. Che y yo hemos pasado la mañana deambulando por los campos de flores contiguos o recorriendo la polvorienta pradera. Los árboles inconmensurables echaban una sombra tibia que se difuminaba en su raíz y los caballos y los burros jugaban a revolcarse sobre la hierba y a darse bocados afectivos.

Cuando ha regresado se ha aseado y afeitado, movimientos que me advertían su inminente y renovada partida. Nos ha dejado atadas después con la cadena debajo del camión y con los ojos humedecidos nos ha acariciado y sonreído unos segundos antes de ir hacia el portón y tomar el vehículo colectivo por la gran carrera hacia abajo. Mi nariz se mostraba sensible, atrayendo el perfume de las plantas y la respiración de los autos y camiones que circulaban sin descanso mientras en mi recuerdo bullían los aromas de la contrariedad, el desarraigo y la ilusión, como si me avisara de la importancia de estos instantes que escapaban a mi entendimiento.

Entonces he cerrado los ojos y al volverlos a abrir veía con los ojos de Javi. Bajábamos del vehículo colectivo y nos hallábamos en el sitio de los perros. Aquellas calles, casas y árboles que fueron nuestro hogar no hace tanto y que nos vieron nacer en esta tierra. Javi saludaba a algunos humanos conocidos y muy pronto hemos llegado a la Calle Maipú, apenas a media cuadra de la plaza del pueblo. Noa ha comenzado a ladrar y a mover el rabo de alegría en cuanto nos ha olido y el humano que vivía con nosotros nos ha recibido en la puerta. El que vivía al lado también y ambos han abrazado a Javi con emoción. Aquellos recuerdos sobre los estragos y la incertidumbre, sobre su envidia incomprensible, sobre los complejos sentimientos que circulan a veces por la mente humana mostrando su cortejo de bondades y maldades, se han diluido como granos de sal en la esperanza y Javi les ha perdonado para poder remediar todo lo vivido. Noa parecía feliz de verle le lamía las piernas y las manos, oliéndome también a mí dentro de él. Los tres han estado hablando y bebiendo cerveza y más tarde han cenado un asado en la parrilla y han brindado por el año que acababa y el que comenzaba deseándose lo mejor. A Javi le brillaban mucho los ojos tras hablar por la pantalla tecleadora con su familia y sus amigos; en ese brillo había dicha y tristeza y una colección de pensamientos indescifrables. La distancia no existe si uno se encuentra unido de verdad a los suyos y se valoran cosas que antes ni siquiera eran sentidas.

El Fernet, el faso y la merca le han ayudado a amplificar las sensaciones y ha sido una sorpresa descubrir la ebriedad humana mientras las estrellas distantes parecían acercarse destellando en el cielo colmado de cohetes y otros fuegos de artificio. Nos hemos ido a celebrar el 2014 y hemos tratado así con muchos humanos y humanas. En estas fechas es como si todos se aplicaran en sus metas y se apoyaran en ellas para empezar por fin a cumplirlas. Me ha resultado un poco artificial y vacío, como si una trampa autoinfringida de incoherencias, mentiras y engaños les envolviera de entusiasmo para tiempo después descubrirse en lo que son. Las horas han pasado hasta que el amanecer ha acudido para doblegar los sueños y los deseos. Sin embargo Javi ha negado el amanecer y ha continuado bailando y festejando. Hasta media mañana no se ha ido a descansar pero en sus sueños continuaba celebrando, con su gente, pensando en lo ellos estarían haciendo. Su liberación volaba sobre su piel y rodaba por sus pestañas. No es fácil estar aquí, habiendo dejado allá todo lo construido con los años. Luchar contra las dificultades, alimentar los sueños y proteger las utopías.

Che me ha despertado chupándome el hocico. Y en mi cognición de perra, de nuevo en mi propio cuerpo, me preguntaba por qué me dolía tanto la cabeza seca por la sed.



Día 212

(1 de Enero del 2014 en Argentina)

Y acá nos vinimos huyendo de los escepticismos sociales y la falta de trabajo humano en nuestra tierra. Javi lo decidió para movilizar sus dudas y desconfianzas, y también para realizar una serie de promesas que en su día se hizo a sí mismo, es decir, a su corazón. Por ellas cada día teclea, nos cuida a todos como si fuéramos parte de su familia humana, pugna contra las circunstancias y las adversidades, trabaja duro con los humanos especiales, monta a Pepe y le conoce y resiste las acometidas del corazón y el pensamiento. Aún queda mucho por recorrer y por aprender y yo tendré que hacer todo lo posible para ayudarle. Che también, aunque su juventud a veces se lo impide.

Al comenzar la tarde, en pleno calor, y mientras la gran carretera devolvía millones de coches a la gran ciudad, ha regresado a la pradera y nos ha soltado para que corriéramos libres después de casi estar todo un día atadas. Ha llenado un cubo de agua y nos ha dado de beber, luego ha sacado un enorme trozo de asado que ha repartido entre los tres. Negro no ha querido comer y nos hemos quedado todos muy preocupados. Últimamente come muy poco y ha perdido mucho peso. Yo apenas me he movido de su lado pues entiendo que se encuentra muy sensible y que necesita mimos. Ha estado fumando pitillos de yerba tumbado sobre la tela colgada entre los árboles. Sus pensamientos marchaban de acá hacia allá y se entremezclaban ambas orillas en la mitad. Allá las cosas siguen mal. La sociedad despierta pero no lo suficiente. La represión toma formas inconcebibles para el resto de especies animales. El gobierno ayuda a su indolencia aprobando nuevas leyes coercitivas que ahogan al pueblo y protegen los intereses de quienes mandan. Las humanas ya no pueden abortar y han prohibido las manifestaciones. Todo retrocede. Sus derechos ciudadanos se tuercen y se extinguen. Acá las circunstancias permiten caminar pero arriesgando la intuición, la esperanza, y por tanto la vida. El mundo marcha sin control y los humanos resisten sin rendirse ni evolucionar.

Javi teclea ahora para resistir. Está muy cansado para hacerlo pero se obliga y con tesón lo consigue. Las estrellas distantes brillan dentro de sus ojos y la pradera respira paz. Che y yo descansamos sobre nuestro colchón de gomaespuma y los mosquitos entran por los agujeros del techo de la casa-chabola. Todo está bien. Todo continúa hacia un destino, que tarde o temprano se desvelará.



Día 213

(Un respiro del calor)

De madrugada comenzó a llover muy fuerte con gran estruendo de truenos. La temperatura ha bajado haciendo retroceder el calor acumulado en la tierra y el aire. Por la mañana los gansos estaban felices, chapoteando y moviendo sus plumas y caía tanta agua que no daban ganas de salir del colchón de gomaespuma.

Con todo Javi se ha calzado las botas altas, entre el barro y los charcos, y después de soltar a los caballos el pony y los burros, se ha marchado a trabajar con los humanos especiales. Noa y yo nos hemos quedado bajo el techo del corralón y hasta que no ha parado de llover al comienzo de la tarde no hemos salido de allí.

Cuando Javi ha regresado se ha vuelto a ir sobre la bicicleta por la gran carretera hacia arriba. Pronto aparecía de nuevo por el portón, con varias bolsas de comida y los ojos brillantes de hablar con los suyos. El viento soplaba frío del sur refrescando la atmósfera como si el verano retrocediera o acabara. Sin embargo sólo ha hecho que comenzar. Lo de hoy ha sido un simple respiro para que tomemos fuerza para lo que sigue.

Ahora la pradera respira tranquilidad mientras se escapan gotas de lluvia desde las nubes. Reverdece la hierba por instantes y los animales se alivian del polvo y la sed. Javi teclea y sonríe. Sus pensamientos huelen a optimismo. Piensa lo bien que vamos a dormir esta noche, pues no habrá que encender el ventilador, podrá taparse con la frazada de sábanas y no habrá de preocuparse del calor y los mosquitos.



Día 214

(La Santa Muerte)

El día ha pasado con rapidez. Che y yo correteando por la pradera y Javi tecleando y componiendo la casa-chabola y los alrededores. El calor se ha suavizado levemente y todos respirábamos con alivio. En una de mis correrías, cerca del alambrado, he conseguido atrapar una cotorra verde. He ido a enseñársela a Javi y me ha mirado con tristeza. Sin embargo después le ha sacado las bonitas plumas de las alas y la cola y me ha devuelto para que terminara lo que he empezado, devorándola con apetito.

Negro parece enfermo y no quiere comer. Se está quedando en los huesos y no sale del interior de su casita. Javi está muy preocupado. Negro es muy viejo y Che y yo sentimos que le ha llegado su hora. Con todo, las gallinas han comenzado a poner huevos de nuevo. Por la tarde Javi se ha ido en el vehículo colectivo y ha regresado varias horas después con su otro santo tatuado en el brazo. La santa muerte que ahora nos guarda solicita su pago y con suavidad viene para llevarse a Negro al otro lado.

Por la noche ha llegado hasta el portón un coche y Javi se ha marchado en él para estar toda la noche fuera. En mi visión humana le he distinguido en un pueblo llamado campana, que tiene un puerto importante, donde enormes barcos traen por el río grandes contenedores de metal y contaminación. Ha estado con su amiga Agus bebiendo y riendo y escuchando música por algunos bares. Ebrio y contento ha tomado un vehículo colectivo para regresar y se ha quedado dormido. He tenido que ladran dentro de su cabeza para despertarle antes de llegar a nuestra parada y ahora viene caminando con los ojos muy brillantes y cara de cansancio, subido sobre el sol, sin saber que Negro ya ha muerto, en un despiste, con ganas únicamente de acariciarnos y de dormir.





Día 215

(Adiós al compañero Negro)

Con los ritmos humanos nos levantamos al mediodía. Javi con ojeras y dolorido, pues le ha salido una herida muy fea en la pierna, que parece infectada y de la que le sale mucha pus. Al ir a saludar a Negro ha encontrado su cadáver, con la piel seca y los ojos fijos y ha debido causarle mucha impresión ya que no podía dejar de llorar y no tenía fuerzas suficientes para sacarlo de su caseta. Me hubiera gustado ser humana para poder consolarle y decirle que el viejo Negro descansa en paz, que su muerte ha sido dulce y natural, y que no había nada que reprochar o apuntar en ello. Únicamente podía ir al igual que Che para lamerle las manos y las lágrimas, aunque esto lograba desatar más su llanto. Le ha venido bien, pero siempre se hace difícil observar a los seres que queremos así de tristes. Lo ha colocado en la carretilla y se lo ha llevado al fondo de la pradera. Cavar su tumba ha sido un suplicio pues la tierra seca se resistía a la pala además que tenía que ser grande por el tamaño de nuestro amigo. Cuando caía el sol Javi ha terminado. Poco después lo ha enterrado mientras Che y yo nos acercábamos para olerle por última vez y decirle adiós. Entonces hemos empezado a aullar bajito y a Javi se le han humedecido los ojos de nuevo. La pradera se ha quedado sin su guardián más importante. Reposa merecidamente junto a un árbol. Javi ha colocado sobre él unas piedras formando una espiral. A partir de ahora nos tocará a Che y a mí hacer el relevo. Las estrellas distantes brillaban hoy más que otras noches y los árboles imponentes desnudaban su silueta frondosa y profunda.

Ahora Javi se acuesta sin poder teclear y nosotras hacemos lo mismo en nuestro colchón de gomaespuma. Sus pensamientos desprenden un aroma nítido. Estos dicen que una vez más la vida se ha expresado para subrayar que nada es para siempre, y que al menos pudimos conocer y disfrutar un tiempo junto a tan excepcional y fiel compañero. Negro bueno y bonito, que desde que vinimos a la pradera nos acogió como sus hermanos.



Día 216

(Todo se junta)

Me preocupa Javi. Tiene los ojos ensangrentados. Un agujero en la pierna y una especie de tristeza olorosa y profunda que se alza por lo ocurrido con Negro, por tas últimas incidencias en la pradera y en nuestra vida, por los esfuerzos continuos y el trabajo duro, por la soledad a veces inmensa y buscada y otras por la reivindicaciones afectivas, por la nostalgia y el afán, por los sueños al alcance que vampirizan la energía, por el pulso con la existencia y las preocupaciones que surgen como racimos crecientes. Sé que resurgirá del dolor, pero necesitará tiempo para que el abismo supure y se seque. Ahora anda en sí mismo, encerrado, para no generar nuevos trazos pesimistas. Guarda en su corazón los buenos sentimientos, a los que protege de las circunstancias adversas, y nos acaricia con levedad tratando de que nadie pueda percibir su zozobra. Su humanidad le lleva a comportarse así y Javi es fiel a ella como un perro.

Hoy se ha marchado a trabajar con la oscuridad en su frente. Tal vez sea un tributo que debe pagar a último santo de su brazo, una nueva prueba para su compromiso que ha de afrontar para poder proseguir nuestro camino hacia el porvenir y la esperanza. Ha regresado por la tarde, casi sin fuerzas y se ha puesto a teclear de inmediato. Che y yo no nos hemos ido hoy a corretear por los campos contiguos y hemos estado muy pendientes de él. El calor ha comenzado a apretar desde el mediodía y ahora que ya se ha hecho de noche no refresca, produciendo nubes inmensas que se agarran al horizonte.

Javi sale a fumarse un cigarro a la puerta de la casa-chabola, después de curarse la pierna, el brazo, los ojos y el alma. Observa el vacío que mana del interior de la caseta de Negro y se acerca a mirar dentro. Las dos gallinas guardan su ausencia y su calor. Todos vamos a echar de menos a nuestro amigo, y por ello necesitaríamos hoy aquí a todas las estrellas distantes del cielo. No obstante debemos bregar con todas las dificultades, juntos, unidos, como la familia que somos. Esta es nuestra aventura y nuestro viaje. Y lo que hoy es estrago y debilidad Javi logrará convertirlo mañana sin duda en optimismo.



Día 217

(Las fuerzas salen de adentro)

El corazón late; bombea sangre y expectativas, reconoce y padece, y por su puesto sueña. En medio de las pérdidas y las adversidades, nuestros ojos brillan, destellan fuerza que sale de adentro, de nuestra parte más profunda y protegida. Los golpes llegan, nos alcanzan, pero estamos resguardados por nuestros propios pensamientos y estos transforman la realidad difícil para allegarla a nuestras manos y a lo que estas fabrican cada día.

La pradera debe continuar sin Negro. Todos le recordaremos para siempre por ser parte de nosotros mismos. Las gallinas tratan de equilibrar la vida extraviada regalándonos de nuevo sus huevos para que Javi cubra sus milanesas de carne y haga de vez en cuando y con nostalgia una rica tortilla. Che nos acompaña con su corazón impuro y colmado de bondad, como si siempre hubiera sido así. Un pato ha aparecido esta mañana, y está haciendo un nido cerca de los árboles inconmensurables. Ha debido escaparse de su cautiverio y utilizando su brújula invisible ha conseguido encontrar la pradera. Los pájaros de colores y los que cazan compiten por el espacio aéreo que nos circunda. Los gansos aplican los conocimientos del clan en su sociedad maravillosa y creciente. Los caballos pastan tranquilos y son en su sosiego, los más sabios. Las burras pronto parirán y nos traerán alegría. El pony resiste a sus heridas aunque parece más delgado. Las ratas comienzan a respetarnos o a temernos, y ya ni siquiera se las ve cerca de la charca. Los animales que viven bajo la montaña de pales han comenzado a salir algunas noches, como si un misterio guardara su ausencia y hubieran estado durmiendo varias lunas. Las defensas contra los mosquitos funcionan y Javi nos mantiene con las pipetas a salvo de las picaduras de pulgas y garrapatas. Los bichos custodiamos y asumimos este equilibrio. Mientras Javi, trae a la pradera y a nosotros las realidades humanas, que al final son las que más nos afectan y determinan.

Otra semana de este modo escapa o se suma a la ecuación. Javi se ha marchado a trabajar y nosotras nos hemos quedado sueltas para proteger nuestro ecosistema. Cuando ha regresado ha compuesto la casa-chabola y se ha puesto a teclear. Ahora, después de cenar todos juntos, él se ha tumbado a fumar un pitillo de yerba sobre la tela colgada para observar las estrellas distantes y la silueta de los árboles imponentes. Su pensamiento se filtra y nosotras lamemos sus pies y nuestras patas. En este inmenso vació que sentimos dentro de nosotros nunca dejó de surgir con intensidad la luz.

jueves, 2 de enero de 2014

Diario de una perra en Argentina (Semanas 29 y 30)

Día 197


(El sueño rebelde)

Hoy no han sucedido muchas cosas. El calor manda y construye grandes nubes que por las tardes se reúnen en el cielo. Con todo no se ponen de acuerdo para desatar un tormenta y tras atraer un viento fuerte se diluyen.

Javi se ha soltado a los animales y se ha ido a trabajar. Hoy nos ha atado debajo del camión y aun no entiendo el porqué. Una iguana se ha estado paseando cerca de uno de los nidos de los patos con intención de comerse los huevos. Si hubiéramos estado sueltas la habríamos podido espantar e incluso cazar.

Por la tarde las horas pasaban y Javi no regresaba a la pradera. Lo ha hecho casi cuando el sol caía y ha sido porque ha debido ir a comprar. De inmediato ha montado a Pepe, mientras nosotras corríamos por la pradera, pero sólo un rato corto, pues hacía mucho calor. Después se ha puesto a teclear y las horas se nos han escapado.

Cansado se ha echado a dormir y pronto he podido oler sus sueños. Uno destacaba nítidamente sobre los demás. Un humano joven se enfrentaba a gritos con un grupo de policías armados hasta los dientes los cuales le disparaban sin lograr darle. De pronto el joven comenzaba a volar sobre ellos y haciendo pequeños círculos los orinaba en la cara.



Día 198

(Nos escapamos toda la noche)

Javi nos ha dejado atadas con la cadena otra vez debajo del camión. Nos hemos pasado todo el día allí, respirando polvo y calor, viendo cómo el resto de los animales de la pradera se las apañaban cada cual a su modo.

Ha regresado entrada ya la noche y venía con los ojos muy brillantes y oliendo a gasolina y empanadas de carne. Sé que ha estado hablando con los suyos por su forma de caminar y de reír. Después de darnos de comer y encerrar a los animales se ha puesto a teclear y de nuevo su mente se ha perdido en las distancias y paisajes de su imaginación.

Che y yo hemos aprovechado para dar una vuelta por ahí, aunque la vuelta finalmente se ha convertido en aventura. Nos hemos quedado encerradas tras las vallas metálicas de una fábrica y hemos estado ocupadas buscando una forma de salir durante toda la noche. Al principio hemos encontrado restos de comida sabrosos pero el aire nos ha traído los silbidos de Javi y ya no sabíamos cómo volver, permaneciendo atrapadas y presas de la desesperación. Ambas pensábamos que Javi nos iba a regañar mucho y que seguramente nos iba a castigar. El caso es que no ha ocurrido así. Cuando de madrugada han abierto las vallas de la fábrica hemos regresado corriendo y nos hemos puesto a ladrar como locas. Él nos ha dejado pasar a la casa chabola aunque no nos ha prestado ninguna atención y se ha vuelto a meter en la cama.

Eso sí, sobre el colchón de gomaespuma puedo oler la acumulada inquietud que ha sentido durante estas horas de ausencia. Quisiera ir a lamerle la mano para pedirle perdón pero hay algo que me frena. Che bebe sedienta del cubo de agua y a mí se me cierran los ojos de cansancio y alivio.



Día 199

(Cambio de rutina)

Tal vez nuestra aventura de ayer tenga relación con la decisión de Javi de dejarnos hoy sueltas al marcharse a trabajar. Sus pensamientos tratan de entender nuestra actitud y ha determinado que son demasiadas horas de quietud y soledad debajo del camión. Es normal que cuando llega y nos suelta tengamos ganas de movernos y de desarrollar nuestra naturaleza de perras. Por ello creo que hoy ha probado hacerlo de este modo; aún temiendo por la gran carretera y sus peligros, aparte de otras cuestiones que se nos escapan.

La verdad es que apenas nos hemos movido de la pradera, porque ha hecho mucho calor y debajo del camión se estaba muy bien. El único incidente que nos ha meneado es el paso de alguna rata hacia la charca de agua; cosa que cada vez que ocurría hacía que estableciéramos nuestra eficaz estrategia de caza. Hoy hemos cazado dos y después de devorar una parte hemos dejado que el resto se seque en medio de la pradera para cuando nos entre hambre en los días posteriores. Hay un lugar entre las raíces de los árboles inconmensurables que Che y yo empleamos para guardar nuestros botines; aunque a veces los pájaros que cazan nos sacan las piezas ganadas.

Cuando Javi ha regresado de trabajar ha estado jugando con nosotras y montando a Pepe. Luego ha compuesto un poco la casa-chabola y ha preparado la cena. Los mosquitos entraban por cientos por la puerta y ha encendido el ventilador para ahuyentarlos. Resultaba casi cómico verle pelear y pugnar para evitar su entrada. Hoy no ha tecleado y se ha tumbado fuera a fumar pitillos de yerba y a observar las estrellas distantes. Sus pensamientos viajan por encima del océano y aterrizan en todos aquellos ojos que desde allí en sus propias circunstancias nos miran.



Día 200

(Cansancio)

El calor gobierna el cielo. El gallo ha cantado más temprano de lo habitual y los animales adelantan sus horarios. Luego al mediodía buscarán la sombra y se mandarán agua al gaznate. Los pollitos crecen y las hojas de los árboles inconmensurables se secan cayendo en el suelo. Casi pareciera que el otoño pretende administrar este inicio del verano y todos los bichos suspiran frescor y lluvia.

Javi se ha ido a trabajar con los humanos especiales y nosotras nos hemos quedado para velar de nuestros compañeros. Las burras están preñadas porque podemos oler el desarrollo de su herencia y lentamente se forman las orejas y sus ojos, los hocicos y pezuñas. El burro macho y el caballo peleador se divierten jugando y se muerden mientras corren. Algunos pájaros de colores han vuelto a pasarse por aquí y un par de ratas han comenzado una nueva entrada a sus túneles. Che y yo hemos intentado cazarlas pero no hemos podido alcanzarlas y nos hemos quedado varias horas allí hasta que se nos ha olvidado.

Cuando Javi ha regresado nos ha echado de comer a todos y ha compuesto la casa-chabola. Después se ha puesto a teclear y su pensamiento estaba en una época convulsa colmada de guerras humanas y muerte. Cuando termina de escribir sobre estas cosas su mirada aparece humedecida aunque condensa un gran alivio. Hoy ha acabado muy cansado, tanto que no le quedaban ganas de cenar. Tantos meses lleva a este ritmo que cuando va terminando la semana se resiente y necesita descansar. Se ha sentado ahora como tantas veces en la puerta de la casa-chabola para mirar las estrellas distantes y fumarse un pitillo. Che y yo nos hemos tumbado a sus pies y hemos empezado a lamerle sus manos mientras nos acarician.





Día 201

(Árboles de colores en la villa)

Nos hemos levantado tarde y el sol calentaba la pradera hasta hacerla arder. Pequeñas nubes se reunían en el cielo y con ellas venía viento. Javi se ha aseado y ha desayunado mientras nosotras olisqueábamos y corríamos libres por la pradera. Durante un rato se ha nublado y el calor nos ha dado un respiro. Sin embargo Javi nos ha atado de improviso con la cadena bajo el camión y de ha marchado caminando por la gran carretera hacia abajo. Como ya conozco el truco de soñar lo que sus ojos ven me he tumbado a descansar y al pestañear ya me hallaba en su interior con el asombro terrible de andar a dos patas. Nos dirigimos así hacia la villa donde viven unos compañeros de trabajo de Javi. Allí nos aguardaba un rico asado de carne y la mejor hospitalidad. La barriada aparece cubierta por el polvo. Los niños van descalzos o en bicicleta y las niñas corren a esconderse cuando nos ven. Muchas casas están a medio hacer y sus tejados son de chapa como el de nuestra casa-chabola. Omar y Clarita nos reciben con amabilidad y nos ofrecen de comer y de beber. La pasamos muy bien porque es el cumpleaños de Clara y toda la familia lo celebra. Javi habla de la situación en España y todos lo miran sorprendidos. Un rato después nos despedimos y comenzamos a caminar por la villa. Buscamos la calle Mitre pero nos la pasamos. Unos chavales con aspecto chungo nos la indican y nos invitan a unos tragos de cerveza a cambio de un cigarro. Por fin, transpirados, llegamos a la calle mencionada, pues en ella Javi había quedado con otros amigos humanos para decorar un árbol con los niños y niñas de la villa. Han preparado telas de colores y cartulinas en las que los niños escribían o dibujaban sus deseos. Este tipo de actividades por lo visto son usuales en estas fechas, antes de que acabe el año. Ahora que estoy dentro de la mente de Javi tengo la capacidad de comprender el tiempo y por ello soy consciente de que el año está cerca de terminar. Como hace calor parece mentira, ya que en nuestra tierra ahora deberá hacer mucho frío.

El árbol queda en medio de la plaza colmado de deseos y sueños. La miseria y la pobreza lo rodea enbelleciéndolo con su contraste. Poco después caminamos de nuevo bajo el sol hacia la plaza de Escobar, que está pegada a la estación de ferrocarril. Allá nos sentamos con unos tipos que hacen artesanías en una feria y acabamos haciendo música con ellos. La tarde se consume y Javi tiene ganas de regresar. Compramos algo de comida y vamos a tomar el colectivo a la terminal. Los humanos deambulan y el generan un griterío imposible de descifrar. Ya en el autobús el aire nos da en la cara y es una delicia. Al llegar a la pradera de nuevo parpadeo y veo a Javi avanzar hacia nosotras para soltarnos. Ha sido un día maravilloso y pronto Javi se pondrá a teclear haciendo pequeñas pausas para sentarse en la puerta de la casa-Chabola para contemplar las estrellas distantes y la silueta de los árboles imponenetes, los cuales lucen mejor sin ningún deseo, libres de los vaivenes humanos, con su corazón de madera viva.



Día 202

(La pradera se quiebra)

Me ha despertado el sonido de un coche y varias voces humanas. Cuando me he puesto a gruñir Che ha alzado los ojos y me ha seguido. Después de asegurarnos de que había gente alrededor de la casa-chabola he comenzado a ladrar. Sobre el porqué Negro no ha ladrado sabríamos más tarde, pero tras el sobresalto de Javi, en el momento que ha abierto la puerta y hemos salido los tres nos hemos dado cuenta de lo que ocurría. Los amos de la pradera estaban allí y se llevaban a algunos de los animales. Sobre su brutalidad y malos sentimientos no merece la pena hablar. Se notaba que Javi se encontraba muy a disgusto y sus ojos se humedecían al entender que nuestro ecosistema se quebraba. Se han llevado a los patos, al pavo y a las gallinas. Han pedido ayuda a Javi para agarrar algún ganso pero se ha negado y se ha metido dentro de la casa-chabola para no ver lo que hacían. La pradera se ha quedado silenciosa y colmada de ausencia y vacío a su marcha. Los pollitos han quedado sin madre y piaban desconsolados. Y los bichos que que se han librado parecían ausentes, como si algo se hubiera roto en su interior.

Javi se ha ido a trabajar y nos ha dejado atadas debajo del camión junto a Negro. Yo podía oler en la lejanía su desilusión y una rabia creciente que la brisa traía hasta mi nariz. Cuando ha regresado se ha tumbado en la tela colgada entre los árboles y ha estado allí un buen rato. Nosotras en vez de correr y olisquear por la pradera nos hemos quedado tumbadas a su lado. Menos mal que poco después se ha animado porque un humano ha venido a buscarle en un coche y juntos se han ido por la gran carretera hacia abajo.

Ahora que ha vuelto, su viveza se torna de nuevo en desencanto. Los caballos se acercan a él para que les acaricie el hocico. Los burros se han echado cerca de los corralones donde los patos tenían sus nidos. Sus huevos están allí y se perderán sin remedio. Los pollitos pían incansables aunque ya con menos fuerza. Probablemente de esta noche no van a pasar y es como si llamaran ellos mismos a la muerte. Negro tiene los ojos llenos de legañas como si hubiera estado llorando. Tenía una relación muy íntima con las gallinas. Che ya podrá correr más a los patos y el pavo no habrá de esperar más a su compañera. Mañana no cantará el gallo al amanecer y la pradera habrá perdido parte de su color. Como tantas veces la armonía de un ecosistema sostenible ha sido quebrado por la mentalidad humana, por el egoísmo y la frustración. Javi reflexiona estas cuestiones mientras se fuma un pitillo y en silencio se lo cuenta a las estrellas distantes. Reniega de su propia especie y sin querer se le escapan las lágrimas.



Día 203

(Sin fe)

Javi se ha ido a trabajar con tristeza en la mirada. Todos estamos afectados por la ausencia que han dejado nuestros compañeros. Los pollitos han muerto y los gansos y los caballos tratan de proseguir con sus vidas al igual que nosotros. En la pradera, tostada y amarilleada por el sol, se respira la incertidumbre. El pony está de nuevo enfermo y las dos burras preñadas. Che y yo hemos salido de excursión por los caminos en busca de restos de basura pero hacía tanto calor que la hemos acortado. Pretendíamos llegar a la charca que se encuentra más allá de los campos de flores, aunque habrá de ser otro día en que la temperatura no sea tan alta.

Al volver a la pradera Javi ya se encontraba allí. Ha debido regresar del trabajo y marcharse sobre la bicicleta por la gran carretera pues se halla apoyada contra un árbol. Nos recibe alegre y nos ha traído arroz para comer, el cual ha repartido entre nosotras y Negro. Después se ha puesto a componer la casa-chabola y se ha tumbado a fumar un par de pitillos sobre la tela colgada entre los árboles. Más tarde ha comenzado a teclear en tanto nosotras cazábamos alguna rata o deambulábamos oliendo rastros por la pradera. Los árboles inconmensurables dan una sombra también inconmensurable en la que se refugian cientos de pájaros. Las abejas continúan construyendo su colmena y el zumbido de su muchedumbre suena a decenas de metros. Van y viene desde los campos de flores y es mejor no acercarse demasiado pues la defienden con el aguijón y por tanto con su vida.

Por la noche no ha bajado el calor y con el ventilador encendido Javi teclea. De cuando en cuando sale a fumar a la puerta de la casa-chabola y a contemplar las estrellas distantes. Ahora lo ha hecho porque ha escuchado un sonido y Che y yo hemos ladrado inquietas. Ha aparecido una de las gallinas, como si fuera un espejismo que todos celebramos presenciar. Escarba con sus patas alrededor de la caseta de Negro mientras éste mueve el rabo. Javi se acerca al corralón donde guarda el maíz y agarrando un par de puñados lo arroja por el suelo de la pradera para que nuestra hermana coma y se recupere del estrago del que por azar y picardía parece que se libró.

SEMANA 30

Día 204

(Nochebuena en la villa)

Después de sacar a los bichos, limpiar las cuadras, desayunar, asearse, ponernos de comer y componer la casa chabola, Javi se ha marchado a trabajar con los humanos especiales. Se ha levantado muy temprano, casi cuando el sol comenzaba a despuntar y convertía las sombras en claridad. El calor se ha notado durante la noche y la madrugada no se ha calmado. Che y yo nos hemos pasado la mañana a la sombra y como el resto de los animales nos acercábamos con frecuencia para beber de la charca.

Cuando Javi ha regresado se ha aseado de nuevo y nos ha atado con la cadena debajo del camión, marchándose al instante sobre la bicicleta por la gran carretera hacia abajo. Yo tenía la impresión de que iba a tardar en volver y no me he equivocado porque el sol hora tras hora ha ido declinando hasta que primero el atardecer y después la hambrienta noche han conquistado el cielo de la pradera. Ha habido un momento en que han comenzado a escucharse sonidos de cohetes y petardos y yo he comenzado a temblar inquieta. En ese instante he pestañeado y he comenzado a ver a través de los ojos de Javi. Nos encontrábamos así en el patio de una casa muy humilde y nos acompañaban dos humanos compañeros de trabajo de Javi, Omar y Clarita, los cuales parecían muy contentos de su presencia, ignorando la mía. Como hacía mucho calor habían sacado el ventilador al patio y también la tele, pero era la música de la radio la que colmaba el ambiente de celebración. Clarita, cuando Omar se ausentaba para los preparativos, ha estado contando a Javi su historia, poblada de desilusiones, de muerte y frustración. Omar cuando bebe la pega y se gasta todo el dinero, como si el alcohol lo transformara. Clarita ha estado llorando y Javi la ha consolado con palabras y abrazos. Omar, las veces que Clarita se metía para la casa le refería su propia versión, su necesidad de disfrutar y de acostarse con otras mujeres. Ambos se quieren pero no se entienden, y es que el mundo de los humanos está lleno de estas relaciones de dependencia, afecto marchito e incoherencia. Luego hemos cenado pollo asado y una ensaladilla rusa. Clarita se ha estado acordando todo el tiempo de su nieto, el cual mataron hace unos meses de un disparo en la puerta de su casa. Las lágrimas mojan el plato, pero no deja de comer. Omar fumaba muchos cigarrillos y tiraba las colillas prendidas al suelo para que algunos sapos que deambulaban por allí se las comieran. Después de cenar el ambiente triste se ha distendido un poco. Ambos se han puesto a hablar de sus respectivas familias, que viven en entreríos, una provincia muy pobre del país situada unos cientos de kilómetros hacia el norte. Javi también ha estado hablando de la suya y la nostalgia gobernaba a los humanos. Más tarde han sacado de la nevera unas botellas de sidra, las han abierto y hemos brindado emocionados abrazándonos y mandándonos buenos deseos. En ese momento en la villa ha comenzado un estruendo de fuegos artificiales, música y desenfreno que coloreaba el cielo oscuro y henchía el aire de polvo y pólvora. Yo, como estaba dentro de Javi, no sentía miedo, y podía escuchar las explosiones de colores y los globos encendidos sin temblar. Luego hemos ido a brindar con el hijo de Clarita, su mujer y la hija de éstos en tanto los aparatos de música subían cada vez más el volumen y se oían gritos y algunos disparos de pistola. La noche loca acababa de comenzar. En la villa no se celebra la llegada del hijo de dios, se celebra la locura y la miseria de sus hijos, su ingente ignorancia ahogada en alcohol, marihuana y merca, familias en las que existe de igual modo un cariño inquebrantable y una violencia atroz. La carne asada se mezcla en la brisa con el olor del pasto que se quema. Cerca de las vías del tren se ha desatado un incendio que nadie tratará de apagar. Javi se ha despedido de sus amigos, agradecido de haber pasado con ellos la nochebuena, y éstos no han dejado de compartir con él todo lo que tenían haciéndole prometer incluso que en su próximo viaje a entreríos iría seguro con ellos.

Las calles de tierra de la villa son ahora un infierno terrible a las orillas del jardín de las delicias humanas. Varios coches aparecen ardiendo en las cunetas. Muchachos perdidos, con los ojos inyectados en alcohol y obscenidad, persiguen a las muchachas en sus motos para forzarlas mientras éstas se ríen inconscientes. Niños descalzos encienden petardos y queman con sus mecheros todo lo que encuentran a su paso. En las casas, las familias bailan y se ríen gastando aquello que no tienen y que mañana lamentarán con gritos y golpes.

Javi parece tener el don de la invisibilidad pues atravesamos todo este escenario sin ser vistos, tal vez protegidos por sus santos. Sólo una muchacha linda nos hace un gesto de invitarnos a un trago pero Javi lo obvia y sigue pedaleando hasta desaparecer. Cuando salimos de la villa y Javi se enciende un pitillo de yerba para respirar aliviado, vuelve la vista atrás y parece como si ardiera por los cuatro costados. Siempre se fabrican muertos en este desenfreno sin control. Las familias humildes se rebelan de esta forma al atropello de un mundo que les da la espalda. La sirena de los bomberos y la policía suenan y pronto llegarán pero no para poner orden. El tiro que mató al nieto de Clarita en estas fechas el año pasado salió del arma de un policía. Y es que los humildes de tantísimas villas, en nochebuena, disparan sus armas y sus sueños al cielo, para matar sin saberlo al de arriba; pero como los amos se angustian y reflejan en él, envían allí a quienes lo hacen concienzudamente hacia abajo, al corazón y a la cabeza para asegurarse.



Día 205

(Navidad sin luz ni agua)

Y después de la nochebuena llega la Navidad. Aunque Javi no cree en estas cuestiones humanas y por primera vez en su vida se siente liberado de las responsabilidades que conllevan, colmadas de tradiciones afectivas y engaños. Por respeto a los suyos y más que nada para poder hablar con todos ellos reunidos, saludarles y contarles, ha ido hasta la gasolinera sobre la bicicleta y por ello ha regresado con los ojos muy brillantes; contento y triste a un tiempo. No obstante ha pasado el día como el resto de los animales, ocupado en sus quehaceres, reformulando el ecosistema roto, tecleando y descansando a ratos. Che y yo aparte de alguna excursión corta que los cuarenta grados de temperatura han ceñido no nos hemos movido de la sombra de debajo del camión y del interior de la casa-chabola.

Ahora huelo el pensamiento de Javi y éste recorre una hilera de situaciones humanas que corresponden a contextos de acá. Al parecer desde hace días están sucediéndose apagones de luz y cortes de agua en muchos lugares del país y sobre todo en la gran ciudad. Barrios y villas quedan a oscuras y las familias se desesperan por el calor y la desmaña de los responsables. Los ventiladores y heladeras no funcionan y no hay ni siquiera agua corriente para el aseo. Ayer, en la televisión de Omar y Clarita, los noticiarios hablaban de estas incidencias. Los vecinos y ciudadanos, golpeando cacerolas y ollas salían de sus casas y tomaban las calles, cortándolas al tráfico, quemando neumáticos, contenedores de basura e incluso vehículos para protestar y elevar su voz a las autoridades. Por lo visto ya había habido algún muerto en varios enfrentamientos con la policía y llevaban así casi una semana. Javi lo piensa porque esta tarde se ha ido la luz en la casa-chabola un par de horas y se temía que iba a ser así durante toda la noche. Por suerte sólo ha sido un rato. No obstante su reflexión le lleva a la cuestión social oculta, del mismo modo que lo hacía en nuestra tierra, y su mente concluye. Las grandes empresas encargadas del bienestar del pueblo, en alianza con el gobierno, bajo pago, usufructo y ganancia, utilizan estas fechas especiales, para putear a la gente, aludiendo a la carestía de las infraestructuras, al aumento excesivo del consumo y la demanda, y todo, para que unos meses, cuando nadie se acuerde ya de los muertos y las tragedias, producto de una resiliencia facultada y beneficiosa para esos amos, aumenten las tarifas y por tanto las facturas. La misma historia de siempre, María y José y el niño Jesús que está en la cuna, pero en el otro lado del mundo.



Día 206

(Descanso y recuperación de todo)

Tras estos días viene bien un poquito de descanso, hacer un pequeño paréntesis y dilatar las horas, con el susto de otro corte de luz, aunque más largo, y Javi comiéndose a destajo todo lo que hay en la nevera para que no se pierda, cuestión que Che, Negro y yo hemos aprovechado para darnos un tremendo festín.

No sabría distinguir las horas que he estado despierta de las que dormitaba. Recuerdo alguna carrera hasta el alambrado para ladrar a un grupo de perros que trataban de entrar, las caricias que me daba Javi desde la tela colgada entre los árboles, la sed imposible que de cuando en cuando me hacía ir hasta el cubo y hundir mi hocico.

Por la tarde el cielo de la pradera se ha cubierto de sábanas de nubes, pero no ha llovido nada. Las formaba el mismo calor que lo la mañana atraía a las moscas. No podemos así esta noche ver las estrellas distantes, y mientras Javi teclea en su pantalla, escuchamos la música de sus santos, Che completamente dormida, y yo, con un ojo abierto y otro cerrado.



Día 207

(Calor insoportable)

Y entonces el sol. Huelo los pensamientos de Javi y éstos dicen que el sol de acá puede ser muy peligroso. Le veo ponerse una crema antes de montar a Pepe, y me sorprende porque nunca antes le vi hacerlo. Es media tarde y debería calentar menos, pero al parecer casi sobre nosotros hay un agujero en las capas altas de la atmósfera, agujero que la contaminación de los humanos ha ido provocando con años, haciendo que el ozono, protector natural de los rayos del sol, se desvanezca. El pensamiento de Javi se desliza por las irracional complejidad de las sociedades humanas, que destruyen su futuro y el de sus hijos, por transformar su presente en un cercano e inútil paraíso artificial.

Esta mañana ha caldeado la tierra y el metal, lo sé porque me he subido a olisquear a uno de los camiones y he salido escaldada de las patas, tanto, que me he tenido que meter derechita en la charca y untarme con el barro.

Javi apenas ha salido de la casa-chabola hoy. En cuanto lo hacía comenzaba a sudar y ni siquiera en la sombra se estaba bien pues no corría ni una pizca de aire. Los árboles inconmensurables parecían también asfixiados y como en un otoño prematuro sus hojas se están secando y poniéndose de color amarillo. Los pájaros no han volado en este cielo infernal, los gansos no se han movido de la sombra más cercana a la charca, los caballos, los burros y el pony son los únicos aún resisten y sin cesar han continuado su rutina de segar la hierba. Por la tarde han aparecido de nuevo las nubes y de nuevo ha habido un corte de luz. Pero como no quedaba casi nada en la nevera hoy no ha habido atracón aunque sí que ha venido la lluvia. Han sido unos minutos, pero suficientes para refrescar el ambiente y para una brisa leve comenzara a soplar desde el norte. Javi en un par de horas empezará a teclear como siempre y a fumar muchos pitillos de yerba para sublimar sus propios sentimientos descalzos.

No obstante ahora se sube a Pepe, después de que las nubes se hayan disipado y de nuevo el sol consigne su devenir. Che y yo correteamos para escapar a los contiguos campos de flores y buscar algún bonito tesoro medio podrido en tanto Javi talonea a Pepe y susurrándole cositas lindas al oído vuela con él de un lado al otro de la pradera.



Día 208

(La pradera comienza a secarse)

Hoy ha sido otro día de descanso. Este es el cuarto día que Javi no va a trabajar con los humanos especiales y casi resulta extraño. Los podemos oler y a veces oír desde aquí, pero una distancia mental absoluta nos hace desconectar del rumbo cotidiano. Nuevamente el sol ha asomado con fuerza entre los árboles y comienza a secar toda la pradera. Los colores verdes se van apagando y emerge el amarillo. Por las orillas, en el alambre crecen muchos cardos y unas plantas que expulsan un aroma penetrante que se queda flotando a su alrededor. El verano ha empezado con fuerza y en los pensamientos de Javi así como en los míos surge la pregunta de si aún se habrá de intensificar. Los humanos de esta tierra, al igual que los perros, como Che o Negro, y el resto de los animales parecen acostumbrados, sin embargo nosotros traspiramos, se nos cae el pelo y no podemos dejar de beber.

Esta mañana Javi se ha ido temprano en el vehículo colectivo por la gran carretera hacia abajo. Ha regresado apenas una hora después cargado de bolsas de comida, pues apenas teníamos ya existencias. Por suerte no ha habido cortes de luz, aunque mi instinto perruno y mi naturaleza voraz pugnaban en mi interior por salir y por ello de cuando en cuando acudía a la casa chabola para comprobar si las bombillas estaban encendidas. Negro apenas se ha movido de su caseta y Javi le ha mojado con la manguera para refrescarle. No debe estar muy acostumbrado porque ha metido el rabo entre las piernas y cuando ha terminado se ha rebozado con el barro. Che y yo tampoco nos hemos librado del manguerazo aunque ha sido leve, ya que en cuanto lo hemos sentido hemos echado patas y nos hemos ido a refugiar bajo los árboles inconmensurables, quedándonos allí un buen rato por temor que al volver Javi estuviera en las mismas.

Por la tarde Javi nos ha puesto de comer unos cuencos de arroz con verduras que nos relamíamos y luego se ha puesto a teclear hasta que se ha hecho de noche. Estaba muy contento y le brillaban mucho los ojos. El descanso y el trabajo de teclear le hacen bien, y a nosotras también, pues de este modo pasamos más tiempo juntos.

Como las nubes no ha celebrado concilio, ahora, ya de noche, podemos contemplar todos las estrellas distantes y rezumar nostalgia por la piel. Javi se fuma un pitillo colgado sobre la tela pensando en los suyos y repasando todas las cosas que aún nos quedan por hacer y las aventuras que nos aguardan en las próximas semanas. A estas horas la pradera todavía parece verde, tal vez porque nuestros ojos se encontraban acostumbrados a dicho color y ahora que está todo oscuro es el que nuestra imaginación utiliza. Che y yo nos acurrucamos juntas bajo la mesa de la entrada. Aquí la tierra está más fresca aunque comienzan a molestarnos a todos los mosquitos.



Día 209

(Una visita inesperada)

Quinto día y Javi ha amanecido alegre y despejado. Tanto que desde por la mañana tenía ganas de jugar con todos. Ha corrido con Che, con Negro y conmigo por la pradera, ha dado de comer a los gansos pero poniéndoles obstáculos y pruebas para comprender cómo las resolvían, se ha ganado a las burras preñadas y éstas le han dejado que colocara su oído en sus tripas para escuchar la vida que crece dentro de ellas, ha montado a Pepe y luego le ha estado mojando con la manguera y cepillando y hasta el caballo arisco se ha dejado acariciar durante un rato. Todos los animales le seguíamos pues su espíritu libre se hallaba muy cerca del nuestro. Casi no importaba el sol ni el calor ni nada. La pradera recupera lentamente su armonía y los que quedamos tratamos de convivir sin miedos ni incertidumbres, día a día.

Las horas han transcurrido en estas cosas, paralelamente a un mundo ajeno que aquí llega por descuidos. La gran carretera parece un lienzo en el fondo, que aunque se mueve, nunca deja de representar lo mismo. Los árboles inconmensurables tienen la capacidad de limpiar el aire que nos envuelve y los bichos de desvanecer las divergencias humanas. Hoy ha sido un día muy feliz y más incluso cuando de pronto ha aparecido por el portón de la entrada una humana de sorpresa, que vivía en el sitio de los perros, la cual siempre sonríe, trayendo en sus manos varios tambores y un cajón flamenco como los que Javi fabricaba y tocaba en su tierra. Después de saludarse y charlar un poco, y que Javi ajustara las cuerdas de la tapa, se han puesto a tocar y la pradera se ha llenado de ritmo. Cada uno aportaba los que conocía, con acentos diferentes, pero lo bonito es que su conversación fluía, tanto que todos los bichos hemos terminado por acercarnos. Ha sido muy curioso ver cómo los animales rodeábamos a los humanos y escuchábamos este lenguaje que obtuvieron de la naturaleza que les rodeaba. Los perros lo entendemos mejor que otras especies pues llevamos con ellos más tiempo y sabemos de sus bellas locuras. Sin embargo hoy hasta los pájaros y las ratas han parado sus quehaceres para escuchar los buenos sentimientos que de allí surgían.

La humana se ha ido al caer la noche y Javi ha preparado la cena. Antes ha encerrado a los animales y todos han entrado en los corralones muy tranquilos. Las nubes de tormenta se han ido acercando por el norte, iluminando un cielo denso y cargado de humedad. La pradera se hallaba magnetizada y en el aire se notaba una especie de electricidad visible y olorosa.

Ahora Javi teclea sin descanso y sonríe. Sus ojos brillan con intensidad. Che y yo dormitamos sobre el colchón de gomaespuma. El ventilador nos protege de los mosquitos y la casa-chabola respira frescura y paz, porque afuera llueve.



Día 210

(Compendio)

Las cuerdas y las campanas decoran la casa-chabola en estas navidades surrealistas en las que nuestra rebeldía ha logrado desgranar el presente para someterlas a nuestro antojo. El invento es imprevisible. Javi establece los límites y el cariño. La pradera sobrevive a sus crisis y pronto vendrán nuevas etapas y nuevas aventuras. Los humanos especiales extienden su olor hasta aquí y los sueños brotan sobre la hierba mientras ésta se marchita. La suerte es que Pepe existe para volar y por supuesto Che con toda su inocencia y su bondad. Negro es un espíritu antiguo que permanece unido a la tierra y los árboles inconmensurables representan una puerta al otro mundo. Hace tanto calor que es sublime y las nubes cada tarde aparecen iniciando una protesta en el cielo y desaparecer después cantando. Javi se encuentra muy sólo pero no parece importarle. Teclea e inventa sus historias bajo el influjo del futuro que busca y la luz tranquila de las estrellas distantes. Las incertidumbres se aplacan y no tienen capacidad para hacernos ningún daño. Vivimos al día sin esperar nada a cambio salvo aquellos ciclos en los que estamos implicados con el cuerpo y la mente. Nuestra fortaleza crece en la unión y cada vez nos brillan más los ojos. Asumimos el todo complejo que nos rodea para descubrir que somos insignificantes y lindos, humildes y claros, y a veces logramos retener la felicidad en nuestras pestañas. Ya aprendimos también a sentir la nostalgia y a transformarla en amor. Soñamos con nuestra tierra y rezamos a nuestros santos para que todo allí ande y se sostenga. Necesitamos muy poco para estar contentos porque con la tristeza forjamos un tirabuzón de armonías que hace del egoísmo un imposible y de la solidaridad el haz de materia y esperanza que nos gusta.

Javi me acaricia como si supiera que soy ahora portavoz de nuestras emociones. Quién me hubiera dicho que viajaría al otro lado del planeta para conocer el universo que bulle en mi interior y todas aquellas cosas que me conectan con los humanos. Su mirada es la mía. Y esta concepción de la realidad es un estado excepcional para seguir caminando y asimilando cuestiones indistintas de la vida.